Más Información
Extinción del Inai; Adrián Alcalá pide a legisladores garantizar protección de datos y acceso a información
FOTOS: "Estábamos abriendo la bodega cuando nos sacaron los militares"; trabajadores narran operativo en plaza de izazaga
“Vamos por todos los peces corruptos”; Raquel Buenrostro rinde protesta como secretaria de Función Pública
Taddei insiste a Morena que se necesitan 13 mmdp para elección judicial; acuerda revisar presupuesto de nueva cuenta
Desde hace varios lustros se insiste por parte de sucesivas administraciones federales que la deuda pública no es un problema para la economía del país.
Se destaca el reducido tamaño de la deuda externa como proporción del Producto Interno Bruto (PIB). Se añade: la responsabilidad fiscal implica la aplicación de una política de gasto público que desde hace décadas opta por el denominado superávit primario como el criterio que rige las finanzas públicas, con lo cual se garantiza una contención del endeudamiento.
Sin embargo, los hechos han sido diferentes y en estos días dos de las principales agencias calificadoras en los mercados financieros internacionales plantean que existe un problema en materia de deuda y crédito y en particular en la deuda del sector público.
La empresa calificadora Moody’s cambió su perspectiva para el sistema bancario mexicano de estable a negativa. Ello ante la expectativa de que la expansión del crédito en tanto el crecimiento permanece débil o deprimido implica incrementos en el riesgo de los activos de los bancos.
Además, las dificultades fiscales del gobierno pueden reducir su capacidad para apoyar a los bancos del país, considerando dificultades crediticias en aumento. El problema sustantivo es el pobre crecimiento del PIB. Ante ello, Moody’s plantea en declaración de su analista senior, Jaime Reusche, (El Universal, 24 de agosto) que se debe mantener la prudencia fiscal, asegurar que el gobierno pueda controlar y reducir los gastos y conservar la senda de la consolidación como la forma para poder estabilizar la cifra de la deuda.
Es decir, se considera que para evitar un aumento de la deuda pública y reducir su tamaño con relación al PIB es imprescindible aplicar la disciplina fiscal. Una política económica con estas características implica un pobre crecimiento del PIB y con ello no se garantiza un tamaño menor de la deuda pública.
Sin embargo, el problema mayor no es el posible aumento de los créditos bancarios con riesgos. Es más grave el tamaño relativo y el crecimiento de la deuda pública. Standard & Poors (S&P) revisó la calificación de la deuda pública de México de estable a negativa.
La calificadora señala que la deuda pública ha aumentado como proporción del PIB de manera continua desde 28% en 2005 hasta 42% en 2015. Se estima que en 2016 represente el 45% del PIB y continúe creciendo y se acerque a 47-48% del PIB en 2017-2018.
Comparado con otros países el tamaño de la deuda pública es aún reducido, pero es posible que en corto plazo la carga de intereses resulte mayor y el propio nivel de la deuda, lo que aumentaría la vulnerabilidad de las finanzas públicas, rígidamente sometidas a la austeridad.
S&P subraya que se han estado aplicando lo que denomina políticas fiscales y monetarias cautelosas, lo que ha permitido mantener déficits fiscales limitados y una baja inflación. Agrega que se han efectuado más reformas estructurales que en la mayoría de los países de mercados emergentes.
En un periodo reciente se han realizado la reforma fiscal y financiera, la laboral, la de telecomunicaciones, la educativa y la energética. Pero se tiene una muy pobre tasa de crecimiento de la economía. Es notable el débil aumento o la contracción de la formación de capital.
Para la empresa la debilidad en el crecimiento de la economía es resultado de factores extraeconómicos, lo que denomina debilidades de gobernabilidad que incluyen la percepción de la corrupción.
Pero también se puede sostener que las reformas estructurales realizadas y la continuidad en la austeridad fiscal implican un pobre crecimiento de la economía.
Aún más, se acompañan de una muy reducida participación de la formación de capital interna que resulta en bajo aumento del PIB. Para completar el drama, S&P revisó de estable a negativa las calificaciones globales de CFE y de Pemex, lo que puede dificultar sus procesos de financiamiento, generando mayor vulnerabilidad en las finanzas públicas.
Departamento de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa
vidal.gregorio@gmail.com