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Recortes inteligentes al gasto, subsidios focalizados, reducir los gastos fiscales en IVA a alimentos y medicinas, y revisar el presupuesto en educación y salud, son algunas opciones de los gobiernos para ahorrar en tiempos de vacas flacas hasta 3% del Producto Interno Bruto (PIB), según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En lugar de recortar los gastos públicos de manera general, pueden proceder a ajustes “inteligentes”. Es decir, pueden analizar el presupuesto y reducir las ineficiencias, según comentó el asesor senior del departamento de Investigación del BID, Alejandro Izquierdo, a propósito de la presentación del documento Ahorrar para el Desarrollo: Cómo América Latina puede ahorrar más y mejor.
La reducción de las ineficiencias no sólo contribuirá a asegurar la solvencia fiscal sino también favorecerá inversiones productivas cruciales para situar a la región en una vía sostenible con mayor crecimiento, aseguró.
Según el especialista, en el libro que es una serie de informes insignia del organismo sobre el desarrollo de las Américas, se pone de manifiesto que hacer recortes al gasto constituye un problema políticamente difícil, pero el tiempo no corre a nuestro favor.
“Es necesario que el sector público pierda peso para seguir siendo sostenible”, advirtió.
Hizo hincapié que entre 2007 y 2014, el gasto público total en la región aumentó en 3.7 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB), y más de 90% fue destinado a gastos corrientes y sólo el 8% la inversión pública, o para el ahorro.
Eso significa que el dinero no se está destinando a gastos sumamente necesarios en infraestructura que, como porcentaje del PIB, acusa un rezago significativo en relación con otras regiones en vías de desarrollo, como Asia, el resultado de lo cual son caminos, puertos y aeropuertos deficientes, ponderó.
Alejandro Izquierdo reconoció que con precios de las materias primas actualmente deprimidos, tasas de interés al alza y numerosas economías con problemas, es poco probable que los gobiernos hallen apoyo para activar los medios tradicionales de aumento del ahorro público, por medio de recortes al gasto y subir impuestos.
Subsidios energéticos. Pero señaló que un buen punto de partida son aquellos gastos relacionados con subsidios originalmente destinados a ayudar a los pobres sin cobertura de ayudas y así acabar seguir beneficiando a los más acomodados y ricos.
Señaló como ejemplo los subsidios a la energía, en donde recomendó que un país puede sostenerlo para el consumo de los primeros 150 kW/h con el fin de ayudar a las familias que tienen dificultades para pagar sus facturas.
No obstante, advirtió que esto ayuda indiscriminadamente a todos los hogares en el consumo de sus primeros 150 kW/h, lo que constituye un despilfarro de los recursos, o filtración, más allá de la población focalizada.
Si se implementaran políticas de focalización precisas en gasolina, gas natural y diesel, los gobiernos podrían ahorrar más de 1% del PIB, dado que dos terceras partes de los subsidios a la energía producen filtraciones que favorecen a hogares no pobres.
Gasto educativo. En materia de gasto educativo y de salud, el especialista, consideró necesario revisarlos para conseguir ahorros de 0.7% y 0.2% del PIB en cada caso y con amplias variaciones en los diferentes países de la región.
En especial en educación, pues puede que el número de trabajadores sea excesivo y los salarios superen la productividad.
Para medir el desempeño en el gasto educativo, recomendó tomar como referencia útil a Corea del Sur, debido a sus altas puntuaciones en los exámenes y a un número relativamente bajo de maestros por alumno.
Los salarios excesivos de los profesores para un determinado nivel de desarrollo también pueden ser parte del problema, alertó el experto del organismo interamericano.