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El nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se ha convertido en el proyecto más emblemático del Gobierno de Enrique Peña Nieto. Con un presupuesto de 13 mil millones de dólares (unos 241 mil 272 millones de pesos al cambio actual y 11 mil 524 millones de euros) las obras avanzan “en tiempo y forma” pese a su complejidad y tienen el respaldo financiero de los principales bancos españoles e internacionales, tal y como aseguró a este diario Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y Transportes del Gobierno de México, el equivalente al ministro de Fomento de España. Pese a los recortes al gasto público aprobados por la Hacienda en 2015 y 2016, Esparza se vanagloria de que “no se ha cancelado” ningún proyecto “socialmente necesario” y que, a excepción del aeropuerto, se van a terminar durante el sexenio de Peña Nieto. “La idea es concluir las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en septiembre de 2020. Es un proyecto transexenal”, explicó el secretario en una entrevista con elEconomista en México.
En un momento de incertidumbre económica en el que ya se han aprobado dos recortes al gasto público, ¿por qué es importante construir un nuevo aeropuerto internacional en Ciudad de México?
—El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIMC) es una obra necesaria desde hace 25 años, cuando ya se preveía que el Benito Juáez se iba a quedar pequeño. Lo que no hay duda es que se requiere un aeropuerto de mayor dimensión para permitir que crezca el transporte de pasaje y carga. Por eso se necesita una infraestructura con capacidad para 120 millones de pasajeros. En una primera etapa, la que estamos iniciando nosotros, tendrá una capacidad para 70 millones de viajeros al año.
¿Cuál es el presupuesto para el aeropuerto y cómo se financiará?
—El proyecto está calculado en 13 mil millones de dólares y la inversión se va a pagar con los ingresos que genere el propio aeropuerto cuando empiece a operar y con los que genera el actual. Hay un sobrante en Benito Juárez y ya se está canalizando para sus efectos. Esos 13 mil millones se van a recibir en un 40% de recurso público, que después van a ser reintegrados, y el resto vendrá de créditos bancarios.
¿Cómo está recibiendo el mundo financiero el proyecto?
—Muy bien. La comunidad financiera internacional confía en el éxito del proyecto y eso es una fortaleza. De hecho, ya tenemos una línea de crédito por 3 mil millones de dólares otorgada por nueve bancos, entre los que destacan el Santander y el BBVA. Uno generalmente anda luchando por los créditos y esta vez fue al revés. Tenemos el respaldo de estas entidades.
Hace unos años México privatizó una serie de aeropuertos en todo el país, pero dejó a Benito Juárez en manos del gestor estatal. ¿Se ha decidido ya si la gestión del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México va a ser privada?
—Yo estoy convencido de que, a la larga, el aeropuerto va a tener que ser privatizado. Ya no nos va a tocar a nosotros, pero lo más conveniente es que sea una infraestructura que se abra al capital privado por muchas razones. Por ejemplo, una de ellas es porque va a ser un ingreso muy importante para el Gobierno Federal que se licite una concesión de esta naturaleza.
¿Por qué no se hace ahora?
—Porque los concesionarios empiezan a marcar el ritmo de la construcción y se corre el riesgo de que demore. Queremos que la obra sea rápida y esté bien hecha y no estar sujetos a las condiciones financieras de un privado.
¿Cuándo se podría privatizar?
—Lo ideal sería privatizarlo cuando ya esté concluido y operado perfectamente porque es cuando más va a valer. Es una decisión que le corresponderá al próximo Gobierno.
Hay aerolíneas españolas, como Air Europa, que quieren operar en el aeropuerto de México. ¿Hay problemas para que puedan llegar debido a la saturación?
—El AICM está saturado, no hay duda. Hasta ahorita no se le ha negado a ninguna aerolínea un slot para llegar a la Ciudad de México. Si alguien está interesado en venir, lo más seguro es que le encontremos solución, una alternativa es el aeropuerto de Toluca.
Algunos dicen que el nuevo aeropuerto no es rentable.
—El NAICM es una mina de oro. Va a ser una mina de riqueza. Es autofinanciable sin recurso público por 20 años. Va a triplicar en ingresos al actual.
El año pasado saltó un escándalo en torno a OHL México y las autopistas que tiene concesionadas. ¿Cómo ha terminado el caso?
—Fue un problema de criterios en la contabilidad por la rentabilidad garantizada. Esta rentabilidad quiere decir que la empresa va a pagar con la cuota de la autopista el capital que invirtió, que en parte viene de la propia firma y en parte de los accionistas y créditos bancarios. Lo que hacía OHL era poner en su estado de contabilidad el valor de esa rentabilidad garantizada que de acuerdo a esos criterios de la Comisión Nacional Bancaria de Valores no fue correcto, y por eso se le multó.
También se colgaron en internet una serie de grabaciones que apuntaban a casos de corrupción...
—Son grabaciones alteradas que no decían absolutamente nada. En mi caso, decía que me habían pagado unas vacaciones en Mayakobá. Si usted oye la grabación, sólo decía “por qué permitieron que el secretario pagara su cuenta”. Yo jamás me he hospedado en Mayakobá. Son cosas amañadas que sería erróneo tomar como corrupción. ICA está atravesando verdaderos problemas financieros y se ha apuntado que podría perder varias concesiones por falta de fondos.