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El 23 de junio puede ser una gran fecha para los negocios de comida rápida de la City de Londres. Las grandes firmas de la capital financiera del Reino Unido han anunciado que la noche en que se vota al Brexit van a reunir a sus trabajadores clave preparándose para una posible salida de la Unión Europea.
Las compañías británicas se están aprovisionando para las turbulencias con fondos adicionales y tienen a los departamentos de tesorería, marketing y asesoría con horas extras desde hace semanas. En ningún sector la preparación es mayor que en el financiero. Citi, Goldman Sachs, Deutsche Bank, JP Morgan, HSBC, Barclays, Royal Bank of Scotland y Lloyds han pedido a sus expertos que estén en la oficina cuando se cierren las urnas, a las 9 de la noche. Todas las empresas de servicios financieros, que mueven unos 228 mil millones de euros, quieren estar listas ante la que puede ser la noche más volátil de los mercados este siglo.
Según Laurence Wormald, director de investigación de la empresa de servicios tecnológicos FIS citado por New York Times, los mercados británicos pueden caer 15% tras un Brexit. Muchas empresas del FTSE 100 (las 100 compañías cuya cotización conforma el principal índice de la Bolsa británica) han abierto líneas de crédito en caso de que la volatilidad aumente sus necesidades de liquidez.
Un alto ejecutivo de una de estas firmas confirmó a Reutersque tienen contratados a abogados y consultores externos el 24 de junio como apoyo. Las consultas no acabarían ese día. “Los bancos de inversiones y gestores patrimoniales tienen copadas las citas con abogados, consultores y contables para julio”, cita el New York Times a William Wright, director de New Financial, centro de investigación de Londres: “Si votamos salir el 23, nadie tiene ni idea de qué va a ocurrir”.
Para muchas multinacionales dedicadas a la exportación, la gran preocupación son las posibles turbulencias cambiarias a primera hora del viernes. La cotización de la libra puede hacer ganar o perder millones a British American Tobacco, el grupo de bebidas Diageo, las ingenieras BAE Systems y Rolls-Royce o la farmacéutica GlaxoSmithKline.
Una caída radical de la libra puede, paradójicamente, hacer ricos a muchos actores dedicados a la exportación, que entre el caos pueden disparar sus ventas. Ellos también están preparándose para la jornada.
JP Morgan explica que, más allá de la caída de mercados, el impacto para los negocios británicos no se va a ver a corto plazo, sino a largo. Por ejemplo, está claro que los inversores no le encuentran sentido a seguir operando con euros en un Reino Unido que no goce de los privilegios de estar en la UE, el mayor mercado del mundo. Pero al contar la City con una estructura técnica y tremendamente eficiente, cualquier pérdida de mercado puede ser lenta. Además, Reino Unido tiene dos años para negociar su salida del bloque de 28 países.
Por eso, gran parte de los esfuerzos para un viernes de resaca se centran en asegurar a clientes e inversores que el negocio a corto plazo está garantizado. Los empleados de comunicación y relaciones públicas van a a dormir tarde el 23 y se tienen que levantar temprano el 24. Los grandes bancos han anunciado que, si se diese el Brexit, van a despedir a miles de empleados en Londres para abrir oficinas en Europa.
En el sector público la noche va a ser también complicada. Todos los bancos centrales dicen tener planes para enfrentarse a la falta de liquidez. Pero de quien se espera más rapidez es de la UE. Su cúpula se reúne la mañana del 24 en Bruselas para coordinarse después de que sus funcionarios lleven semanas de discretas reuniones para blindar la Unión.
Han confirmado el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; el del Consejo, Donald Tusk; el del Parlamento, Martin Schulz, y el presidente de turno de la UE, el holandés Mark Rutte. Si hubiera riesgo para mercados, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, sería el quinto.
El BCE y el Banco de Inglaterra preparan para ese día una respuesta conjunta que garantice la liquidez, en euros y libras. El plan pasaría por intercambiar ambas monedas para que, ante una eventual retirada de fondos en una de las dos, los bancos no queden desabastecidos.