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roberto.jimenez@eluniversal.com.mx
Paul Krugman es la estrella naciente de este siglo y del que viene, y el mundo se abre camino hasta su puerta”. Así se expresaba Paul Samuelson en 1990 de su colega, quien 18 años después lo alcanzó dentro de la exclusiva lista de ganadores del Premio Nobel de Economía, gracias a sus contribuciones a la Nueva Teoría del Comercio y la Nueva Geografía Económica.
Samuelson también aseguraba que “lo suyo son las finanzas internacionales, pero ésa es sólo una de las muchas cuerdas de su violín”. El viejo economista afirmaba hace 26 años que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otras instituciones de talla internacional, buscaban aprovechar la fuente de saber y nuevas ideas de Krugman.
Con una presentación de ese calibre, sobra decir que el hijo de Anita y David Krugman, nacido el 28 de febrero de 1953 en Albany, Nueva York, sigue siendo a la fecha una de las referencias obligadas para entender el pensamiento económico moderno.
Es conocido que su interés por la economía se relaciona con la afición que desarrolló en su juventud por las novelas de la saga de la Fundación de Isaac Asimov, en la cual los científicos sociales del futuro utilizan la nueva ciencia de la “psicohistoria”—que es una combinación de historia, psicología y estadística matemática— en su búsqueda por salvar a la civilización.
Krugman obtuvo su título en economía de la Universidad Yale en 1974, y su doctorado en 1977, por parte del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Como parte de su trayectoria, fue integrante del Consejo de Asesores Económicos del presidente Ronald Reagan de 1982 a 1983, así como consultor del Banco Mundial, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, y del FMI.
Ha escrito alrededor de 20 libros, tanto académicos como libros de texto y para el público general, además de que tiene en su haber la publicación de más de 200 artículos en revistas y publicaciones especializadas como The Economist, The New York Review of Books, Fortune, Foreign Policy, Harper’s, The Harvard Business Review y Washington Monthly.
En el plano académico, ha sido profesor de economía en el MIT y en la Universidad Princeton, de la cual se retiró en junio del año pasado para unirse al Centro de Graduados de la City University de Nueva York.
Además, Krugman es Profesor Centenario de la Escuela de Economía de Londres.
Es reconocido como uno de los pensadores académicos más influyentes de Estados Unidos, y se ha distinguido por sus contribuciones sobre economía internacional, especialmente en temas como la geografía económica, la teoría del comercio, trampas de liquidez, crisis monetarias y finanzas internacionales.
De acuerdo con el proyecto Research Papers in Economics (RePEc), a marzo de este año se ubicó en la posición 26 entre los economistas más citados en la actualidad.
Ese ranking es encabezado por Andrei Shleifer, de la Universidad Harvard, y en la cuarta posición se encuentra Joseph Stiglitz, profesor en la Universidad de Columbia y también ganador del Nobel de Economía (2001).
Omnipresencia. Describir al economista estadounidense de 63 años podría parecer sencillo, considerando que alrededor de su persona hay una cantidad impresionante de información, artículos de análisis, entrevistas y presentaciones en programas televisivos.
Sin embargo, sus puntos de vista no han estado lejos de la polémica, luego de haber sido un duro crítico de las políticas económica y exterior del entonces presidente George W. Bush.
Además, pese a que lleva un manejo bastante reservado de su vida personal, sus opiniones respecto a la política, economía y relaciones internacionales están disponibles a través de diversos canales, y su periodicidad es, por decir los menos, intensa.
Krugman publica un blog dentro de la página web de The New York Times desde 2005, denominado La conciencia de un liberal, mismo título que le dio un par de años después a uno de sus libros más reconocidos.
El nombre lo tomó del libro del senador Paul Wellstone en 2001, que a su vez era una respuesta al escrito por Barry Goldwater, denominado La conciencia de un conservador.
En esa publicación, uno de los argumentos principales de Krugman es el resurgimiento de la desigualdad económica y política en Estados Unidos desde los años 70.
Además, analiza las causas de ambos fenómenos y llama a poner en marcha un nuevo proceso de New Deal para el vecino país.
Hasta ahora, en su blog suele publicar comentarios o entradas de análisis incluso varias veces por día.
Krugman publicó en 2003 una serie de columnas titulada The Great Unraveling (El gran resquebrajamiento), que se constituyó como un ataque mordaz contra las políticas económica y exterior del gobierno de George W. Bush, y que fue un éxito entre los lectores.
El argumento central era que el gasto público y la guerra en Irak eran insostenibles en un escenario de largo plazo, lo que desembocaría en una crisis económica importante.
Antes y después. Krugman ganó el Premio Nobel de Economía en 2008 en buena medida por su artículo Análisis de los patrones de comercio y localización de la actividad económica, que fue publicado en 1979 en el Journal of International Economics. Hasta entonces, se entendía que el comercio internacional y la localización de las actividades productivas se explicaban por las ventajas comparativas de cada país.
De acuerdo con su análisis, Paul Krugman afirma que parte del comercio internacional, sobre todo el que se lleva a cabo entre los países parecidos, es explicado por la existencia de la competencia imperfecta y de economías de escala crecientes.
La competencia imperfecta como la competencia monopolística implica que estos países producen productos semejantes pero diferenciados (no homogéneos). Y ello implica que, a fin de cuentas, las compañías que producen productos semejantes, pero en diferentes países, competirán entre ellas.
En el mismo artículo que se considera como clave para ganar el Nobel, planteó los argumentos iniciales de lo que posteriormente se denominó como la nueva geografía económica, teoría que busca explicar la conformación de diversas formas de aglomeración (o concentración) económica en espacios geográficos.
Además, la teoría reconoce la existencia de factores como la competencia imperfecta, las economías de escala crecientes, la movilidad de las firmas y la inmovilidad del trabajo.
En años recientes, con relación a la burbuja hipotecaria y sus efectos en la crisis internacional de 2008, así como respecto a la problemática de España, Italia, y Portugal, el profesor Krugman ha planteado ideas e hipótesis contrarias a la “sabiduría convencional”, como la llama él mismo, y que han sido altamente controversiales entre la comunidad de economistas.
Tímido al extremo. De su vida personal, el profesor confiesa que prefiere ser algo solitario, debido a su timidez.
En sus propias palabras, de acuerdo con un artículo de la publicación New York Magazine, se reconoce como “solitario. Ordinariamente tímido. Tímido con las personas”.
Esa característica lo lleva incluso a evitar el contacto visual con colegas en el ascensor. Sin embargo, ello no ha sido problema para encontrar el amor. Dos veces. Y en ambas ocasiones, se ha enamorado de mujeres llamadas Robin.
Algunos mal pensados dirían que, quizá con ello, está descartada la posibilidad de confundirse. Pero la coincidencia es todavía más curiosa si se toma en cuenta que el nombre completo que recibió por parte de sus padres es Paul Robin Krugman.
Su primera esposa, Robin L. Bergman, es una reconocida y premiada diseñadora y artista. Su actual esposa, Robin Wells, también es economista, y se estima que se conocieron alrededor de 1994. Con ella tiene la coautoría de varios libros sobre economía, incluyendo dos libros de texto universitarios, Macroeconomía y Microeconomía, que se ubican a la fecha entre los manuales más utilizados en las instituciones de educación superior de Estados Unidos.
En una entrevista para la revista The New Yorker, la pareja confiesa que cuando hace mucho frío en la Gran Manzana, su lugar de residencia, invariablemente se dirigen a Saint Croix, isla del mar Caribe y distrito constituyente de Estados Unidos en las Islas Vírgenes. Eso, cuando sus ocupaciones lo permiten.
Además de su reconocimiento profesional, también ha sido buscado por Hollywood. En 2010, Krugman hizo un cameo en la cinta Get Him to the Greek (Misión Rockstar en Latinoamérica y Todo Sobre Mi Desmadre en España). Sin embargo, no dijo más de cuatro palabras.
“¿Eres Paul Krugman?”, le interroga el protagonista, personificado por el actor Jonah Hill, a quien responde “mmm, sí”. El siguiente comentario es “mi papá adora tus porquerías”, dando paso a que el laureado economista cierre su trayectoria cinematográfica emitiendo apenas un tímido “gracias”.
Controversia. En años recientes, Krugman fue parte de un enfrentamiento con el profesor de Harvard y colaborador de la revista Newsweek, Niall Ferguson, quien en octubre de 2013 publicó un ensayo de 7 mil 300 palabras, dividido en tres partes, titulado Krugtron el Invencible, en una referencia a la serie de dibujos animados de los 80, Voltron.
En el ejercicio publicado en el Huffington Post y su propio blog, Ferguson se erigió como el encargado de dar una lección de humildad a la tiranía de Krugman y para obligarlo a disculparse por no hacer predicciones exactas sobre las crisis de 2008 y de la zona euro.
Ambos personajes desarrollaron una rivalidad histórica, que se hizo pública en diferentes debates en escenarios por el mundo, la blogósfera y la televisión.
En respuesta, Krugman le aplicó la “ley del hielo” a Ferguson.
“Algunos lectores han estado preguntando cuando voy a responder a ciertos desvaríos dirigidos a mí”, Krugman escribió en su blog días después. “La respuesta es, nunca”.
Experiencia como bloguero. Pero con todo y esos desencuentros, el propio ganador del Nobel de Economía describió sus primeros años de escribir blogs para The New York Times como “una experiencia radical”, sobre todo debido a que pudo dar seguimiento a la política económica del gobierno de Bush más cerca que nunca.
En entrevista con New York Magazine, Krugman dice que descubrió un mundo en el que el presidente de Estados Unidos podía decir algo “demostrablemente falso”, y nadie decía nada. “Eso fue muy impresionante”, destacó.
En 2012, publicó el libro ¡Terminen ya esta crisis!', en el cual afirma que si se analizan las estadísticas económicas disponibles, los recortes fiscales y las medidas de austeridad sólo privan a una economía de contar con fondos valiosos.Además, asegura que en una economía pobre la gente no puede gastar, y los mercados no pueden prosperar si no hay consumo suficiente. Además, no puede haber un nivel adecuado de consumo si hay un alto desempleo.
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En sus propias palabras: “Creo en una sociedad relativamente equitativa, apoyada por instituciones que limiten los extremos de riqueza y pobreza.
Creo en la democracia, las libertades civiles y el Estado de derecho. Eso me define como liberal, y estoy orgulloso de ello”.