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En días recientes se han dado a conocer varias noticias en el ámbito de la industria petrolera en el país. En los primeros días de diciembre Petróleos Mexicanos anunció proyectos que representan una inversión por 23 mil millones de dólares. Por otro lado, en la semana en curso la Comisión Nacional de Hidrocarburos realizó la etapa final de la tercera licitación de la ronda uno que incluye 25 campos en tierra para la extracción de hidrocarburos. Ambas noticias son relevantes y dan cuenta de los profundos cambios en curso en la industria petrolera en el país.
Por lo que toca a las inversiones que Pemex realizará, una parte se destinará a la reconfiguración de refinerías para producir gasolina y diesel ultra bajo en azufre. Además, se invertirán cerca de 5 mil millones de dólares para la reconfiguración de la refinería de Tula, con lo que se ampliará el de procesamiento de crudo en 25 mil barriles diarios para llegar a una capacidad instalada total de 340 mil barriles. También se procederá a la reconfiguración de las refinerías de Salamanca y Salina Cruz. Son en conjunto inversiones para utilizar en mejores condiciones los activos industriales con los que cuentas Pemex. El cambio mayor es la ampliación en la capacidad de refinación de la refinería de Tula, que la situaría como la mayor en el país. Además se informó del descubrimiento de nuevos pozos con lo que es posible la restitución de una parte de las reservas totales de hidrocarburos. Igualmente se aportan datos sobre los nuevos proyectos de cogeneración de electricidad que desarrolla Pemex en tres de sus refinerías y en el complejo procesador de gas en Cactus, Chiapas. Al igual que lo relativo a la refinación, son inversiones en instalaciones que son parte de los activos industriales de la empresa del estado. En conjunto la actividad de Pemex y las inversiones a realizar parecen tener como característica la mayor o más amplia utilización de los activos con que cuenta y alcanzar algunas restitución en las reservas de hidrocarburos para mantener una escala semejante de extracción de hidrocarburos en los años siguientes.
El crecimiento de la industria petrolera será resultado de otros actores. Es el terreno en el que se espera participen los capitales privados. Es la materia de las adjudicaciones realizadas en las tres licitaciones de la ronda uno. A diferencia de las dos licitaciones previas, en la tercera de la ronda uno se alcanzó adjudicar la totalidad de los 25 campos que eran objeto de licitación.
El gobierno federal destacó que la licitación fue un éxito y en alguna medida es parte del cambio positivo relevante en la industria petrolera. Entre los participantes estaban algunos de los grupos financiero-industriales más importantes del país, con años en actividades en la minería y en actividades industriales. Es el caso de la firma Petrobal, del empresario Alberto Baillères que encabeza a Industrias Peñoles, una de las mayores compañías de la industria minero metalúrgica. Carso G&O tampoco logró alguna adjudicación. La mayor parte de las empresas que presentaron las posturas ganadoras son del país y no se reconocen por sus nombres trayectorias relevantes en la industria. También destaca que las contadas firmas extranjeras que obtuvieron alguno de los campos no son parte de las grandes empresas internacionales de la industria petrolera. Son firmas con matriz en Estados Unidos y Canadá en proceso de expansión, como Roma Energy asentada en The Woodlands, Texas.
En el futuro es factible que estas compañías incrementen la extracción de hidrocarburos, pero no necesariamente se vinculen con otros sectores de la industria en el país propiciando su crecimiento. Es posible que se mantengan las exportaciones de hidrocarburos aun cuando los precios no recuperen los niveles de hace años por lo que los ingresos del sector público no serán particularmente mayores. Es un método para disminuir y dilapidar un bien que pertenece a la nación sin que apoye ningún proyecto de desarrollo.
El escenario actual de los precios del petróleo no es particularmente positivo. La mezcla mexicana cerró el 16 de diciembre a un precio de 27.27 dólares por barril. Una cifra notablemente menor a los 100 dólares que alcanzó en gran parte del tiempo de 2012 a 2014.
Lo más grave es que no se observa modificación en la tendencia a la baja, por lo que la diferencia entre los costos de extracción y el precio de venta del petróleo aparece como problema, por lo menos en el caso de las empresas privadas que pueden estar buscando altos márgenes de ganancias.
Gregorio Vidal
vidal.gregorio@gmail.com
Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa