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Legislar de madrugada atrae fantasmas. Ahí está Dolores Padierna Luna en las mil y una intervenciones en tribuna. Sí, es ella, vestida de un color claro, como beige, de cabellera castaña, cutis terso, expresión suave del rostro. Debate contra el Paquete Económico 2016 y, de pronto, se escuchan chiflidos del tipo de cine piojito. Quieren callarla.

“Están chiflando. No sé si me permita, presidente…”, dice con la mirada de águila al fondo de la sala.

“Ruego a la asamblea mantener el orden y escuchar atentamente a la senadora”. Roberto Gil Zuarth (PAN), con reflejos a la velocidad de la luz, ahuyenta al fantasma.

“Porque chiflar en el Senado, como que no va”, abofetea Padierna Luna. Y prosigue. Así, a eso de las dos de la mañana se ha inaugurado con ella en tribuna el “Bronx” de la Cámara Alta. Allá en San Lázaro, en las últimas filas, los diputados sin oportunidades se hacen notar con bullas y muchas lindezas del anecdotario parlamentario picaresco.

Mario Delgado Carrillo (PRD) argumenta a favor de reservas, cuando el “Bronx” retoma sus ruidos.

“No sé quién está silbando”, dice con un enojo de lija muy áspera, Pero no tiene vergüenza.

Y nadie paga la afrenta. Nadie ofrece disculpas. El Senado ha perdido el estilo por nada. Hace méritos para recibir al Papa, quizá. Muchos panistas que seguían, se fueron a otra parte.

Y de la izquierda, también hubo bajas, conforme arreciaba el frío de la madrugada, y el debate mezclaba ideología y números, y sólo los involucrados en los dictámenes entendían.

Miguel Barbosa Huerta ríe a carcajadas. El momento se lo ha regalado el diputado Gustavo Madero, quien le ha tuiteado una grosería al perredista que en la tarde le ha escriturado la paternidad de la reducción del impuesto a bebidas azucaradas, que ha nacido y muerto aquí y en mortaja va de regreso a San Lázaro. Ese tuit es un trofeo digital: “Deja de decir Barbosadas y mentiras pendejo!”

En su escaño Emilio Gamboa, atornillado. Qué día. Amanecía y tejía acuerdos vía celular. Iba a ver a Fernando Herrera (PAN), al mismo Barbosa, recibía a José Yunes, su hombre en comisiones. Tiene contacto, como acupunturista, con los puntos sensibles de la sala, donde están, por ejemplo, Manuel Bartlett (PT), Ernesto Cordero (PAN) y la escuadra perredista —Padierna, Delgado, Ríos Píter, Robledo, Encinas— con argumentos a favor y en contra, que rebasa por mucho a la postura panista . El peso priísta se ve en la pizarra de votos.

Blanca Alcalá (PRI), quien fuera secretaria de Finanzas del entonces priista y gobernador de Puebla, Manuel Bartlett, en el momento preciso sube y confronta a la oposición y defiende el proyecto, en diversos puntos. Nueve horas después de la campanilla de inicio, Roberto Gil Zuarth agita ese emblema y concluye la sesión que pasa a lo anecdótico como la madrugada en que Javier Lozano (PAN) subió para dar su apoyo a Dolores Padierna en una denuncia de privilegios fiscales.

“Aunque usted no lo crea”, previno el panista, y recibió los aplausos y expresiones de sorpresa de la perredista. Son las cinco de la mañana y hasta los fantasmas se han ido. Vuelven el miércoles.

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