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Aproximadamente 1.7 millones de personas no dejaron la condición de pobreza alimentaria el año pasado debido a una mayor incidencia de aumentos que de rebajas en los precios que los productores fijaron al consumidor final entre 2006 y 2014, estimó un análisis del Banco de México (Banxico).

A pesar de que se presentaron reducciones en los costos de las mercancías que se comercializan al mayoreo en el país, estas disminuciones no necesariamente se reflejaron al menudeo, destacó el ejercicio del banco central. En contraste, los incrementos en los precios al productor tradicionalmente se transfieren al consumidor final.

En el documento del Banxico, a este fenómeno se le denomina como “Asimetría al alza en el traspaso a precios al consumidor” y, a lo largo del tiempo, este patrón implica niveles de precios al consumidor más elevados, que a su vez significan una mayor inflación y afectan el poder adquisitivo de los hogares.

Cuando este fenómeno se presenta en bienes alimenticios de consumo generalizado tiene repercusiones importantes en el bienestar de los hogares de menores ingresos, los cuales destinan una mayor proporción de su gasto para adquirirlos, explica el estudio contenido en el informe trimestral más reciente sobre inflación.

A partir del análisis se exploraron los beneficios que se podrían haber obtenido en términos del bienestar de los hogares en caso de que las asimetrías positivas no se hubieran presentado en el periodo 2006-2014.

Los resultados señalan que si durante ese lapso no se hubiera observado el fenómeno, el nivel de precios de un amplio grupo de alimentos hubiese sido menor, y la inflación anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) habría sido 13 puntos base menor en promedio cada año.

Además, el poder adquisitivo del ingreso personal disponible de los hogares urbanos del primer quintil de la población hubiera sido mayor en aproximadamente 686 pesos en 2014, que equivale a 1.6% más de ingreso total anual.

Finalmente, los menores niveles de precios en los productos alimenticios hubieran significado una reducción de 5.1% en el costo de la canasta alimentaria urbana del Coneval, lo que habría implicado que aproximadamente 1.7 millones de personas dejaran la condición de pobreza alimentaria en localidades urbanas en 2014 —11% de la población urbana observada en esta condición el año pasado—.

Adicionalmente, es posible que las asimetrías al alza estén presentes no sólo en el segmento de comercialización, sino también en otras partes de la cadena de producción.

Por ejemplo, en el caso de la cadena maíz-tortilla, la brecha entre los precios de algunos de sus insumos y los precios al productor de la harina de maíz se ha ampliado durante los últimos 15 años.

Más aun, a partir de 2011 se observa que la caída en los precios del maíz no se ha traducido en menores precios de la harina ni de la tortilla. Un caso similar se presenta en la cadena cebada-cerveza, pues desde 2009 la brecha entre los precios de la cebada y la malta respecto al precio de la cerveza se ha ampliado.

Los resultados muestran que el estudio de los factores que generan las asimetrías al alza en el traspaso a precios y la identificación de canales de acción efectivos para la eliminación de dichas asimetrías es un paso de fundamental importancia para mejorar el bienestar de la sociedad.

El análisis concluye que un factor que podría ser causal de éstas es el funcionamiento inadecuado de los mercados, por ejemplo, a través de condiciones de falta de competencia.

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