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Al hablar del valor del dólar con respecto al peso mexicano, la palabra que últimamente se ha repetido una y otra vez es “históricos”. Primero, ante la expectativa de la llegada del republicano Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, motivo que la moneda mexicana llegara a los niveles más bajos de su historia alcanzando un tipo de cambio por encima de los 22 pesos. Luego, el día de su toma de protesta, la moneda sufrió una carrera de alzas y bajas.
Ante este panorama —al cual se le suma el aumento en el precio de la gasolina, gas y luz—, 2017 se vislumbra como un reto para las empresas mexicanas a distinto niveles.
Para las que importan insumos, el precio de éstos se ve incrementado por el tipo de cambio. Tanto que este costo en varios casos ya ha sido trasladado al consumidor final, haciendo que los precios aumenten constantemente.
Por su parte, las que exportan al vecino del norte hoy ven tambalearse el intercambio debido a que Trump inicie la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), como lo ha anunciado desde su campaña, o imponga aranceles a los productos mexicanos que se exportan al vecino del norte.
El mejor ejemplo de este último es el retiro de la inversión por mil 600 millones de dólares en una planta automotriz que tenía planeada Ford en México, luego de que Trump amenazara con establecer impuestos a las importaciones procedentes del país.
Por desgracia, de verse materializadas estas promesas, no sólo los grandes corporativos se verían afectados sino que en general, las organizaciones de todos los niveles podrían sufrir estos golpes.
“Lo mismo que hizo con los automóviles lo puede hacer con otro tipo de productos”,
asegura Jesús Valdés, académico del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana.
Para entender la situación en el que se encuentran las empresas, unas cifras: 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos y en lo que toca a las importaciones de insumos, los productos vendidos al exterior sólo tienen 30% de contenido nacional y el resto viene de otros lugares, (principalmente de Estados Unidos) según cifras de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).
Es decir, las empresas mexicanas le venden en su mayoría lo que producen a ese país y la mayoría de insumos usados por éstas para manufacturar sus diversos productos también provienen de otras latitudes, pero principalmente Estados Unidos.
¿Qué pueden hacer las empresas para contrarrestar este panorama tan adverso? En el ámbito empresarial, se suele decir que los momentos adversos se pueden volver una oportunidad, y ante estas circunstancias la respuesta de especialistas, cámaras de empresarios y académicos se resume en una frase: Dejar de mirar a Estados Unidos como si fuera el único socio comercial y buscar otras alternativas de intercambio.
En el caso de la sustitución de importaciones, de acuerdo con cálculos de la Concamin, 100 mil millones de dólares podrían quedarse en el país durante los próximos 10 años. Esto abarataría los costos de aquellas que sustituyan sus insumos por producto nacional y fomentaría a su vez el desarrollo de las empresas al interior del país.
Para bien, México tiene herramientas para exportar hacia otras latitudes. El país tiene firmados más de 40 entre tratados de libre comercio y acuerdos comerciales con distintos países, los cuales pueden ser aprovechados para diversificar las exportaciones y dejar de seguir concentrando los esfuerzos hacia un solo destino.
“Estos mercados también pueden ser aprovechables para exportar. Las cantidades a exportar serían más pequeñas porque no son mercados de grandes consumos como es el mercado estadounidense, pero si sumamos Canadá con países europeos, asiáticos y de América, sí estamos hablando de un gran volumen de exportación, podríamos mirar a estos mercados”, asegura el especialista de la Ibero.
Un buen trecho
Sin embargo, sustituir importaciones y explorar otros destinos para exportar no son tareas fáciles para los empresarios; las políticas públicas en este sentido son esenciales para facilitar nuevos intercambios, así como fortalecer el mercado interno y exportaciones a otras latitudes.
Por lo pronto, aquellos que dirigen a los industriales y a los comerciantes del país (Concamin) y la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco), firmaron hace unos días un acuerdo el cual busca fortalecer la cadena de valor en los sectores secundario y terciario, con un compromiso por parte del sector público de adquirir 175 mil millones de pesos de adquisiciones federales de bienes y servicios de las mipymes y crear un mecanismo de protección al sector productivo en la frontera norte.
Las intenciones del sector empresarial están ahí, pero es largo el camino de lo que sucede a este nivel con lo que realmente pasa en el día a día de las pymes, muchas veces preocupadas y asfixiadas más por el día a día que por las acciones estratégicas.
Lo que se puede hacer
Sustituir las importaciones por supuesto no será un camino que se pueda lograr de un día a otro. “Al principio puede ser un poco complicado porque las empresas tienen sus cadenas productivas bien definidas, pero definitivamente sí hay que mirar menos Estados Unidos, sobre todo en las exportaciones”, asegura el economista Marco Antonio Gómez. Sin embargo, si tu empresa importa insumos de Estados Unidos, es importante que empieces a preparar el terreno para buscar otros proveedores que te permitan disminuir tus costos.
En este caso, más allá de mirar hacia otras latitudes en el exterior (porque las importaciones se manejan en dólares aunque no provengan de Estados Unidos), es importante considerar al mercado interno como el lugar para encontrar a un proveedor nacional.
De empresario a empresario, José Luis Uberetagoyena y Vladimir Ramírez, fundadores de la operadora de Franquicia Máster, recomiendan adaptar el producto al mercado nacional. Las franquicias que operan son consumidoras de producto nacional con excepción de la leche y el queso que vienen de Estados Unidos, pero ya trabajan en sustituir estos insumos.
“México es un país rico en materias primas, es cuestión de tomarse el tiempo para desarrollar esta parte de la empresa. Tenemos que aprender a vivir así, no es nuevo que la economía mexicana esté así, la recomendación es consumir lo nacional para que el precio no dependa del extranjero”, afirma Uberetagoyena.
Empezar a preguntar con conocidos para obtener información de alguna posible empresa que pudiera suplir esta necesidad es un primer paso. Sin embargo, la recomendación es también acercarse a la cámara de comercio correspondiente porque ésta podría facilitar el contacto con otras pymes mexicanas que puedan convertirse en tus proveedores. Al seleccionar este nuevo proveedor, es importante analizar sus capacidades de hacer frente a la demanda de tu empresa, los plazos de entrega, pactar los precios con anticipación y asegurarse de que la calidad del producto mexicano es equivalente a lo que ya se importaba anteriormente.
En cuanto a las exportaciones, existe información proporcionada principalmente por Proméxico, así como una guía para exportar desarrollada por Proméxico —Decídete a exportar. Guía Básica— que ofrece la información básica para seleccionar el mercado, realizar los trámites, hacer cotizaciones, establecer esquema de pago y conocer los apoyos tanto por parte del gobierno federal como por entidades privadas.
El Sistema de Administración Tributaria (SAT), Proméxico (de la Secretaría de Economía), Bancomext son algunos organismos que ofrecen información útil en este sentido.
Proméxico tiene un autodiagnóstico –disponible de forma gratuita en línea– que le permite conocer al empresario si ya se encuentra en las condiciones de exportar a otros países.
La adaptación a este nuevo entorno queda en manos de la implementación de políticas públicas del gobierno federal pero una parte también en las tuyas.