Quizá ésta sea una de las mejores defensas a la creatividad como un valor fundamental en la vida que se han hecho: “El que no inventa, no vive”. Ana María Matute —la tercera mujer en recibir el más reconocido galardón en letras hispanas— al recoger hace unos años el premio Cervantes lanzó esta frase con la que bien pueden identificarse todos, pero sobre todo aquellos que trabajan con las ideas. La creatividad es el inicio de un camino hacia la creación, una ruta que muchas veces no quiere ser terminada ahí, sino que se quiere continuar hasta el momento en el que esta idea se convierte en negocio.

A este proceso —más bien a su culminación, a los negocios que se basan en la creatividad y las ideas— se les ha llamado “industrias creativas” y hoy están cobrando importancia en otra área: la económica.

Pero, ¿qué son las industrias creativas? De acuerdo con una definición elaborada por el Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco) éstas son “aquellas que producen obra protegida por derechos de autor o son sujetas de producir bienes que incluyen obra protegida o de distribuirlos”.

“Históricamente siempre han existido, pero estas industrias son las que están empezando a aportar fuertemente a la economía y al PIB de país”, explica Samuel González, presidente de la Fundación E, la cual está dedicada a impulsar proyectos de este tipo.

Las industrias creativas han cobrado importancia debido, no sólo al crecimiento económico y los empleos que generan, sino también porque son un vehículo para transmitir la identidad y promover la diversidad cultural, de acuerdo con un análisis de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

De acuerdo con cifras recopiladas por el Imco, éstas representan cerca de 5% del PIB en la mayoría de los países del hemisferio occidental. Y en Estados Unidos —la Oficina de Análisis Económico de los Estados Unidos— se estima 3.5% de su Producto Interno Bruto (PIB) proviene de éstas.

En lo que a México se refiere, según datos del Inegi citados en el estudio Industrias creativas y obra protegida: Informalidad, redes ilegales, crecimiento de la industria y competitividad en México, en los últimos 10 años, cerca de 7% del PIB nacional provino de esta clase de industrias y su distribución asociadas.

Así, muchas veces las líneas entre lo que es y lo que no una industria creativa no suelen ser tan claras.

Por ejemplo, ¿Son culturales o creativas? Mientras que el término cultural se refiere a aquellas industrias que combinan la creación, producción y comercialización de contenidos creativos intangibles y de naturaleza cultural, el término de creativa se refiere a un conjunto más amplio de actividades que incluye industrias culturales más la producción artística o cultural, sea espectáculos o bienes producidos individualmente, detalla el informe Comprender las industrias creativas. Las estadísticas como apoyo a las políticas públicas, de la Unesco.

Los rubros que pueden incluirse en las industrias creativas son muchos: diseño gráfico; arquitectura; producción de medios y entretenimiento; producción de moda; diseño industrial; diseño de juguetes; patrimonio cultural; diseño de software, videojuegos, etcétera. Esta industria tiene una dinámica diferente a las tradicionales, explica el especialista de Fundación E, debido a que no tiene casi producción en serie y exige altos niveles de creación: “Cada vez que consumes un producto de la industria creativa, se consume y hay que crear uno nuevo”.

El reto en este rubro, asegura el especialista, es además de lograr que se conviertan en formales, que sobrevivan: “Si las empresas en general no sobreviven mucho, las que están en industrias creativas sobreviven menos”.

Problemas del sector

Lo que el análisis del Imco estudia, principalmente, es su principal problema: los importantes problemas de ilegalidad, debido al robo o piratería de obra protegida o copias ilegales en venta. Entre sus principales conclusiones y hallazgos está el que los derechos de propiedad son esenciales para la innovación y para que los autores tengan el incentivo de crear nueva obra.

De hecho, una mejor defensa de los sistemas de propiedad intelectual puede mejorar el desempeño del sector, lo cual ayuda a un crecimiento de la economía nacional. “La protección de derechos de propiedad intelectual es quizá la estrategia más adecuada de un país para mejorar la competitividad de cualquier industria”, sostiene el resumen del estudio.

Justamente en este aspecto es necesario enfocarse cuando se tienen proyectos de este tipo. La creación de marca y la protección de la propiedad intelectual son fundamentales de atender en este tipo de trabajos, debido a que una gran cantidad no se llega a consolidar como empresa ni tampoco como marca.

“Es necesario entender el valor de la propiedad intelectual incluso como parte de los estados financieros. Es necesario blindar muy bien la propiedad intelectual en este tipo de empresas. El creativo no necesariamente sabe bien hacer este tipo de cosas”, explica el especialista de Fundación E.

Lo que sucede es que los creativos no evolucionan a empresas así que sus producciones se quedan casi como mero trabajo artesanal, lo que impide que crezcan en ventas y tamaño de empresas se refiere.

Llevarlo a la práctica

Los emprendedores dedicados a la industria creativa suelen tener grandes ideas pero también carencias que se necesitan conocer cuando se quiere establecer una empresa. “Son emprendedores creativos, soñadores, que tienen ideas maravillosas pero muchas veces carecen de estructura”, explica Daniela Barroso, directora de banca patrimonial de Finmex.

Así, no sólo se necesita tener una idea genial sino que también un orden para llevarla a cabo. “Mientras tengan claro la dualidad de estructura y creatividad los puede llevar a otro nivel, porque aunque seas muy bueno, siempre vas a necesitar administración y ejecución”, explica la especialista. Estos emprendedores tienen que entender que no sólo de ideas se vive, sino también de su ejecución, y dentro de ésta está la parte financiera. “Dejar de lado la parte financiera hará que se topen de pronto con pared”, asegura Barroso.

Esto se hace muy importante sobre todo a la hora de buscar financiamiento para echar a andar un emprendimiento de este tipo: Como emprendedor, se necesita tener claro en dónde se está parado y hacía donde se quiere ir.

Esto es esencial, no importa la forma en la que se busque conseguir dinero, sea a través de un inversionista, un banco u otra de financiamiento. Aunado a esta claridad, la información con respecto a los productos que existen en el mercado es necesaria.

El consejo es salir y buscar distintas opciones para conseguir los recursos necesarios para convertir esa idea en una empresa que pueda sobrevivir a través del tiempo.

“Es necesario que la gente sepa que allá afuera hay muchos fondos e instituciones financieras que están dispuestos a apoyarles en sus proyectos. Es necesario que tengan clara la dualidad entre lo creativo y la estructura financiera”, dice la experta.

A la hora de salir a tocar puertas para conseguir estos recursos, es necesario que sepan las formas en las que se pueden conseguir. En este sentido, es importante saber la diferencia entre capital y deuda: Mientras que el capital lo aporta un socio y éste te va a aportar conocimiento; tiene un precio, el que el emprendedor “ceda un pedazo de su pastel” al otorgarle a éste acciones; y el respaldo es el emprendedor mismo, porque no hay una garantía de por medio, la deuda sí tiene que pagarse con un costo que es la tasa de interés a la que vas a pagar.

¿Cuál te conviene? Depende de las necesidades de la empresa y de la forma de ser del emprendedor. Si en ese momento se necesita asesoría, networking y mentoría y el emprendedor está abierto a los cambios, es muy probable que le funcione el tener uno o varios socios, pero si no, quizá es mejor pedir un préstamo. “Aquí es necesario entender en qué punto está parado el emprendedor, qué necesidades tiene y ver cuál de las dos es mejor”, explica Barroso.

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