A Linda Rottenberg le apodaban “la chica loca”, por insistir en que los emprendedores existen no sólo en Silicon Valley sino también en mercados emergentes, como América Latina, alrededor del mundo. Y esa idea germinó en su cabeza y dio frutos claramente observables: es cofundadora y CEO de Endeavor, una importante aceleradora de empresas enfocada en emprendedores de “alto impacto” (término acuñado por ellos mismos) establecida en Nueva York y con operaciones en 20 mercados, tales como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Egipto, Grecia, Indonesia, México, entre otros.

Ella ha formado parte de este proceso en el que el emprendimiento emergió como una posibilidad más en el mundo de los negocios y hoy es reconocida como una de las más famosas mentoras de emprendedores.

Cuando ella y Peter Kellner empezaron este proyecto en 1997, cuenta en su libro Loco por emprender. Desafía las normas convencionales, la palabra emprendedor no era muy popular y más bien se relacionaba con un concepto aplicable a las empresas que contaban con mayor crecimiento.

Hoy, esa concepción ya no es válida y cada vez el emprendimiento es más conocido y reconocido alrededor del mundo.

Linda sostiene una tesis que no todos los especialistas en el tema comparten: que emprender es para todos. Para muchos otros mentores, el emprendimiento si bien no es que se traiga forzosamente en los genes, no es una actividad para todos ya que implica el enfrentarse a mucho estrés y a la posibilidad de fracasar que no todos pueden manejar bien.

Pero desde la óptica de Linda, todas las personas tienen un sueño y se pueden convertir en agentes de cambio de su propio entorno.

Para ello, no necesitas crear el próximo Facebook ni Apple en el garaje de tu casa, sólo necesitas encontrar una forma diferente de hacer las cosas.

En entrevista con EL UNIVERSAL, muestra su confianza en el ecosistema emprendedor mexicano, el cual asegura, está en un “punto de inflexión” debido a la rápida inclusión de la tecnología en la creación de empresas.

Endeavor, la institución que fundaste, tiene oficinas en México, ¿Cuál es tu opinión acerca del emprendimiento mexicano?

—Me encanta el emprendimiento mexicano y cómo ha cambiado desde que empezamos en este país por varias razones.

La primera es que cuando empezamos en México nos dimos cuenta que había muchas empresas familiares, las cuales pueden aprender la manera apropiada para transferir la empresa a la siguiente generación, convertirse en innovadoras y llevarlas en la mejor dirección para crear más empleos.

Vimos grandes compañías haciendo esto en México, y creo que pueden ser ejemplos para el mundo.

Otro aspecto importante es el del crecimiento en la parte de tecnología. En los últimos dos años hemos visto empresas increíbles de tecnología en la primera generación, empresas como Clip, Kueski.

Y la tercera cosa muy importante que es que los emprendedores de grandes empresas, se están convirtiendo en ángeles inversionistas para las siguientes generaciones. Estoy muy emocionada por todo esto.

El ecosistema emprendedor mexicano está en un punto de inflexión, hace seis años no había este tipo de empresas de tecnología. Es algo que estamos viendo en los últimos años.

Tu dices que el emprendimiento es para todos. ¿Crees que estos momentos de crisis económica mundial es un buen momento para emprender?

—Creo dos cosas, la primera es que el caos es el amigo del emprendedor. Cuando hay incertidumbre, es cuando el emprendedor ataca, porque es cuando las empresas grandes están en desventaja porque son lentas y burocráticas. Así que es el mejor momento de ser emprendedor cuando la economía baja su actividad.

Los emprendedores piensan diferente. Pero más allá de eso, hay distintos tipos de emprendedores.

Una de las razones por las que cree un universo de animales en mi libro, es que hay distintos tipos de emprendedores. Hoy estamos oyendo mucho de Silicon Valley, y hay empresas de millones de dólares, pero no todos van a ser una de éstas compañías, ni siquiera deberían.

Es un error creer que el emprendimiento sólo se trata de empresas que se vuelven públicas, que viven en Silicon Valley. Es una de las razones por las que cree estas otras especies de emprendedores, mariposas, zorrillos, delfines.

¿Cuál consideras que es el mayor riesgo de emprender?

—El riesgo más grande es no hacer nada. Tu trabajo no es seguro, la empresa en la que trabajas no es segura. Y no puedes ser una ostra que se esconda en la arena.

Tienes que tomar riesgos y no sólo en términos de cambiar tu forma de pensar. No tienes que crear la siguiente empresa de millones de dólares, nadie tiene que pensar o inferir eso.

Lo que estoy tratando de decir es que puedes pensar en que puedes hacer algo para cambiar. Vivimos en una época de incertidumbre y todo el mundo tiene que correr algún riesgo.

¿Cuáles son los consejos que darías para emprender en crisis?

—Primero, toma un respiro y voltea a tu alrededor, en donde todos están asustados y cabizbajos, tú mira hacia arriba. ¿Qué reto necesita ser resuelto? Y luego date cuenta que emprender no tiene que ver con estos grandes riesgos. Siempre he dicho que los emprendedores son minimizadores de riesgos, no maximizadores.

Es necesario tomar un paso a la vez, y entender que hay muchas oportunidades sin necesidad de llevar a la bancarrota a tu familia.

Tu tienes una ventaja porque las empresas grandes van a ser más lentas.

Yo me pongo nerviosa en los buenos tiempos, porque es más difícil ser emprendedor, porque estás compitiendo con todos. En México es muy bueno emprender porque hablando de la burbuja de valuaciones, aquí las valuaciones de las empresas no son tan altas, así que el otro lado de no tener todo ese capital hace que los negocios sean más sólidos.

¿Cómo minimizar los riesgos?

—Ninguna empresa fue construida en un día. Cuando escuchamos las historias de Facebook, por ejemplo, van del garaje a la compañía de millones de dólares, glamorosa y hecha en dos pasos, y realmente las empresas se hacen paso a paso.

Hay que dar un paso a la vez, y hay que tener esa mentalidad. Incluso la historia de Richard Branson está hecha de desastres.

¿Cuáles son las barreras más grandes para emprender?

—Las barreras más grandes son sicológicas. Desde hace 20 años, cuando me decían “la chica loca”, por sugerir que hay emprendedores en otros lugares del mundo como América Latina, ha habido mucho cambio.

Incluso cuando la cultura del fracaso está más inserta en Silicon Valley que en otros lugares, el ecosistema emprendedor hoy apoya mucho más que hace dos décadas.

La gente tiene que darse permiso así mismos de impulsar sus propias ideas, que seguramente van a ser locas. Así titulé mi libro en inglés (Crazy is a compliment), porque si no son locas las ideas, no serán lo suficientemente grandes.

Entonces el miedo principal es que otras personas digan que sus ideas son estúpidas o grandes, pero lo van a decir, así que tienen que superarlo y tratar de minimizar riesgos.

Las personas no deberían decirle sus ideas a sus familiares, primero deberían ir a otros círculos para que les den retroalimentación más realista.

Muchas veces las personas más cercanas a ti no son las más objetivas.

Seguramente te dirán que tu idea es loca, pero, ¿cómo saber si tu idea es una buena idea?

—Emprender se trata de poner tu idea a prueba diaria y de una forma constante allá afuera.

Para mí se trata de traer retroalimentación de una forma rápida. Preguntarle a la gente fuera de tu círculo familiar si le gusta tu producto.

Creo que hay formas que no son muy caras de saberlo. Hay una gran parte de ideas se muere en la bañera, antes de que puedan ver la luz del mundo.

Hay muchas personas inteligentes que quizá tienen las habilidades para emprender pero no tienen esta “idea loca”, ¿Cuál sería tu consejo para ellos?

—Ya sea que quieras crear una empresa grande o pequeña, o incluso que sólo trabajes en una y sólo quieras hacer las cosas diferentes, emprender se trata de una serie de ideas que se tienen que probar, no se trata del momento grande en el que encuentras una idea y creas el nuevo Facebook, sino que es cuando encuentras la forma para hacer mejor las cosas.

Puede ser una pequeña idea pero que revolucione las cosas. Las compañías son revolucionarias por hacer las cosas más rápidas, por ejemplo. Yo empezaría por pensar, ¿Cuáles son las cosas de tu propia vida que te gustaría resolver mejor?

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