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El populismo, siempre y cuando se oriente a corregir carencias sociales, no debe ser una corriente política temida o aborrecida, asegura Joseph Stiglitz, profesor de la Universidad de Columbia.
Para el Premio Nobel de Economía 2001, lo realmente importante es atender las carencias que puede tener la población. En entrevista con EL UNIVERSAL, explica que hay diversos usos para ese término.
“A veces puedes decir que es populista alguien que critique la globalización. Mi punto de vista es que si hay algo que no está funcionando para la mayoría de las personas, es responsable decirlo, y eso no significa ser populista”, dice.
De visita en la Ciudad de México, comenta que una democracia debe responder y satisfacer las necesidades de la mayoría de los ciudadanos y si no lo está haciendo, podrán llamar populismo a hacer una crítica a la liberalización de los mercados de capital o la globalización, “pero para mí es política democrática”.
Su preocupación respecto al populismo tiene que ver cuando en aras de obtener el apoyo popular, se hacen promesas vacías.
En este punto resulta imposible que no surja en la conversación la figura del presidente estadounidense Donald Trump, quien concentra buena parte de la entrevista al profesor originario de Gary, Indiana, quien en algún momento de su carrera fue economista en jefe del Banco Mundial.
“Cuando Trump dice que va llevar de regreso los empleos manufactureros a Estados Unidos, sabemos que eso no va a ocurrir. Eso es populismo, en su peor faceta. Lo veo a él como populista y creo que eso es muy peligroso”, dice.
Prácticamente está dirigiéndose a un segmento de la sociedad estadounidense, diciéndole lo que quiere escuchar, sin importar que algunas de sus promesas van en direcciones opuestas, advierte. Añade que es preocupante que parte de la población no tiene el nivel de educación como para darse cuenta de qué es verdad.
“Uno de los aspectos más peligrosos que veo en el populismo extremo de Donald Trump, pero también en otros líderes como con Rafael Correa, en Ecuador, es que atacan los fundamentos de la verdad. Trump dice que tiene ‘datos alternativos’, pero no puedes ser el líder de un pueblo si dices eso”, señala.
Al preguntarle si conoce a Andrés Manuel López Obrador, la respuesta es afirmativa. Sin embargo, Stiglitz reconoce que no tiene muchas bases para opinar sobre el político tabasqueño.
“Refiriéndome al contexto de mi país, es importante no asumir que el orden establecido es infalible, porque si se observa lo que pasó en los últimos 30 años en Estados Unidos, es claro que quienes estuvieron a cargo se equivocaron”, afirma.
Lo importante es prestar atención a las propuestas que presenten quienes aspiran a un cargo de elección popular, asegura, sobre todo en la medida en que éstas sean congruentes.
¿Por qué Trump?
Stiglitz estuvo unos días en México la semana pasada para participar en el Congreso 2017 de la Asociación Económica Internacional (IEA, por sus siglas en inglés), en donde afirmó que sería una “tontería” terminar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), sobre todo por la gran integración que hay entre los tres países que lo conforman.
En medio de esos encuentros, en los que gozó de estatus de rockstar debido a la gran cantidad de gente que se le acercaba para saludar o tomarse una foto con él, fue cuando se llevó a cabo esta entrevista, en un salón del centro de negocios del hotel que su equipo rentó durante su estadía.
Con todo el ajetreo, que se genera a su alrededor, la conversación vira casi de inmediato hacia el tema que ha sido recurrente en sus discursos y artículos de opinión en los últimos meses: Donald Trump.
Sin embargo, llama la atención que según su apreciación, el desempeño de otras administraciones, incluyendo la del ex presidente Barack Obama, habría tenido que ver con la victoria inesperada del magnate y estrella de reality shows.
Cuestionado sobre en qué situación quedará Estados Unidos una vez que concluya la administración Trump y si a México debe preocuparle lo que haga o deje de hacer el actual presidente, la respuesta de Stiglitz llama a no perder de vista todos los factores que tienen que ver con esta ecuación.
“Realmente no hay razón para tener miedo”, afirma. Pero eso es importante, entender las causas políticas y económicas que hay detrás.
Al menos en el caso de México, la sofisticación del gobierno es impresionante en cuanto a la manera en que perciben la situación bilateral que se ha generado, asegura el profesor.
Pero, la victoria de Trump en las elecciones de noviembre pasado no habría sido posible de no ser por la gran cantidad de estadounidenses que se convirtieron en los grandes perdedores de la crisis financiera mundial desatada en octubre de 2008, por una burbuja hipotecaria.
“Trump desarrolló una campaña electoral muy fea, quizá la más horrible que he visto en mi larga vida.
“Racismo, intolerancia, misoginia: fue una vergüenza para Estados Unidos que alguien dijera lo que dijo él al tratar de convertirse en presidente”, dice.
La estrategia de campaña de Trump se basó en la demagogia, señala, al explotar temores y el enojo de una parte de la población estadounidense, así como culpando a otros.
Desde algunos años atrás, la creciente desigualdad y el deterioro de la situación económica para quienes no tienen educación superior, se combinaron con el hecho de que candidatos y políticos tradicionales dejaron de prestar atención a esta problemática y hubo promesas que no se cumplieron.
“La crisis de 2008-2009 amplificó todas esas preocupaciones y de repente tenías a millones de estadounidenses perdiendo sus casas y para quienes la burbuja hipotecaria había sido su última esperanza”, detalla Stiglitz.
El malestar popular subió de proporción cuando el gobierno respaldó a los banqueros, quienes no dejaron de recibir compensaciones millonarias. “Ni uno de los banqueros fue a dar a la cárcel, mientras la gente fue despojada de su casa y perdió su empleo. Por eso no sorprende que haya ese nivel de enojo”, señala.
Obama dijo después que había que agradecer que se resolvió la crisis, recuerda, y la respuesta de esta sociedad irritada fue “¿cuál recuperación?”. Los ingresos no aumentaron, no había trabajo, lo que se tradujo en una completa pérdida de confianza en el gobierno, recuerda.
“Cuando Obama dejó la Presidencia, ¿ante quien fue a dar un discurso? A los banqueros que fueron rescatados y a quienes no se les fijaron condiciones después de la crisis ni se les fincaron responsabilidades”, destaca Stiglitz.
“Eso da una idea de por qué hay una sociedad enojada y Donald Trump capitalizó ese enojo”, explica.
En ese punto lo más fácil para el ahora presidente estadounidense fue culpar de todo a los extranjeros, haciendo ver como enemigos de la grandeza estadounidense a China, Alemania y —como es bien sabido— a México.
La realidad mexicana
Para el experto de la Universidad de Columbia, los resultados que han arrojado las reformas estructurales en el desempeño de la economía mexicana no deben considerarse como limitados o negativos.
“Me parece que no es valorado adecuadamente lo bien que le ha ido a México en algunos aspectos”, dice.
Como país dependiente del sector petrolero, la caída que tuvieron los precios internacionales del crudo debió traducirse en una contracción del Producto Interno Bruto (PIB), afirma.
“La mayoría de países que enfrenta ese tipo de fluctuaciones en los precios de las materias primas habría visto deprimirse a su economía o caer en recesión”, dice.
Sin embargo, el PIB de México está creciendo, incluso en mayor proporción que el de Estados Unidos, destaca.
“Si Estados Unidos creciera a tasa de 10%, y México en 2%, estaría preocupado. Pero nosotros crecemos en 2% y ustedes van un poco más rápido. Creo que son un poco severos con ustedes mismos”, afirma.
Una ventaja, además, es que no se prevé que la relación bilateral se modifique en gran medida, incluso a pesar de todas las afirmaciones que ha hecho Trump contra México.
Y es que muchos estados de la Unión Americana, incluyendo los que son gobernados por republicanos, necesitan hacer negocios con México.
“Los estados fronterizos están completamente integrados en una economía norteamericana que incluye a México. El secretario [de Hacienda, José Antonio] Meade lo ha dicho: se ha creado una región económica natural, con movilidad de personas, y eso es una realidad”, señala Stiglitz.
Es por eso que, concretar un rompimiento económico entre Estados Unidos y México es inconcebible, dice.
“Hay países que han cometido el suicidio político, pero este caso es demasiado importante y no hay que olvidar que los republicanos siempre han estado a favor de la apertura comercial”, agrega.
Stiglitz advierte que en otras latitudes del mundo también se han percibido elevados grados de malestar social que hicieron posible la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), proceso mejor conocido como Brexit, y que se reflejaron también en Francia, con la ultraderechista Marine Le Pen peleando la Presidencia bajo la promesa de sacar al país de la UE.
Para Stiglitz, Trump ha ocasionado un daño irreparable para la economía mundial, pues desde el final de la Segunda Guerra Mundial para Estados Unidos la prioridad fue crear un mundo en el que cada vez importaran menos las fronteras.
“Ahora Trump le ha dicho a todos que esa idea estaba equivocada: las fronteras importan. El daño que eso ha provocado es enorme y puede tener un efecto adverso en los negocios”, lamenta.
Colofón
¿Usted es feliz? ¿Un ganador del Premio Nobel de Economía puede ser feliz todo el tiempo?
—Creo que yo, al igual que la mayoría de la gente que conozco, nos hemos vuelto profundamente infelices desde la elección de Donald Trump.
No puedes estar feliz cuando ves cómo tu país y las instituciones están siendo destruidas, cosas por las que has peleado mucho están siendo destruidas. Creo que nadie en Estados Unidos podrá ser realmente feliz hasta que Trump se vaya.