A pesar de que nadie las quiere, por ser chiquitas, las monedas de 10, 20 y 50 centavos tienen un gran peso en la pista de circulación del dinero o bien del total de la morralla que cambia de manos todos los días.
Tan sólo en mayo, el Banco de México (Banxico) reportó que el conjunto de estas moneditas en circulación fue de un poco más de 21 mil millones de piezas, que forman parte, junto con los billetes, de lo que se conoce en el mundo financiero como la base monetaria.
Juntas, las tres monedas en mayo sumaron un valor total de 4 mil 691 millones de pesos, es algo así como lo que se gastó en abril de este año la Secretaría de la Defensa Nacional o el presupuesto del primer trimestre de la Secretaría del Medio Ambiente .
Esta cantidad se compara con lo que el gobierno federal recaudó de enero a marzo de este año por el cobro de 8% del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) a los alimentos no básicos o comida chatarra.
El total de las moneditas de baja denominación que no son aceptadas en los parquímetros, ni en los establecimientos, máquinas de refrescos y café o para pagar el estacionamiento en las plazas comerciales, y que nadie quiere que se la den como parte del cambio pueden llenar una alberca olímpica.
Curiosamente, una de las más pequeñas, la de 10 centavos, es la que más circula, pues datos del banco central indican que en mayo cambiaron de manos 11 mil 280 millones de piezas.
La segunda moneda de mayor demanda por el público es la de 50 centavos. En mayo pasado circularon 5 mil 372 millones de piezas en toda la base monetaria.
La de 50 centavos es muy socorrida por los usuarios del autotransporte público, al menos para los de la Ciudad de México, pues si no pagas los 6.50 pesos exactos del costo del pasaje no hay cambio, ya que el chofer no cobra y se tiene que depositar directamente en un recolector.
Después está la de 20 centavos, con 4 mil 383 millones de piezas que circularon entre el público en general en mayo.
Y esas moneditas que nadie quiere que andan tiradas en el piso de la casa, pueden salvarle la vida a cualquiera en una semana como esta, de fin de quincena, cuando ya no alcanza ni para el camión. Así, la morralla que nadie quiere, en estos días se vuelve el tesoro más preciado.
afcl