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La industria textil y de la confección lleva casi un año trabajando a 60% de su capacidad, pero podría caer en crisis si cambian las reglas comerciales entre México y Estados Unidos por la dependencia que hay hacia el país vecino, dijo el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil, Alfonso Juan Ayub.

Explicó que el sector enfrenta una serie de problemas como la caída de pedidos del extranjero, la entrada de prendas de vestir de importación con facturas apócrifas, la subvaluación, el robo de telas y el mercado informal, entre otros ilícitos.

Añadió que si el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump decide terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entonces habrá un grave problema para el sector, porque muchas empresas están ligadas a ese mercado.

Conforme a las reglas internacionales, si desaparece el acuerdo, el arancel que se cobraría a los textiles mexicanos en Estados Unidos sería de 7%, y de casi 15% para prendas de vestir. “Pero ante una arbitrariedad [estadounidense] no hay nada que sirva. Estamos haciendo un análisis, porque en dado caso de que se elimine el TLCAN, ahí tenemos un gran problema”, advirtió.

Juan Ayub dijo que el gobierno no les ha convocado a las consultas públicas que anunció la Secretaría de Economía a principios de febrero, pero participan en las reuniones de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

Aseveró que de 2016 a la fecha los pedidos cayeron 40%, lo que se observa en la planta nacional que opera por debajo de su capacidad instalada. Dijo que la materia prima subió 25%, y eso se suma al incremento que anunció el gobierno en los precios de energéticos como gasolinas, diesel, electricidad y gas, así como el efecto de la depreciación del peso.

“Ees la tormenta perfecta, porque también hubo una baja en el consumo de Estados Unidos”, agregó. Comentó que a pesar de que desde hace unos años se implementó un esquema de precios mínimos con los que se frena la entrada de mercancía subvaluada a México, los importadores lograron evadir esos controles.

“El problema fue que como no hubo sanciones ni aplicación del Estado de derecho, se les dio la vuelta. Hay complicidad y corrupción, hay productos de maquiladoras que se traen al país y se venden aquí en lugar de exportarlos”, dijo.

A pesar de que en algún momento la subvaluación bajó a 7% del total de las importaciones, actualmente la cifra está en 20%.

En la industria de la confección se logró bajar esa práctica de 50% a 30%, pero persisten los daños porque hay empresas que importan mercancía por debajo de su precio, y cuando la busca la autoridad ya no existe, porque era un negocio fantasma.

Hay empresas o firmas “rateras, que consiguieron su Firma Electrónica Avanzada, el gobierno les dio registro del padrón sectorial, tienen registro de Industria Manufacturera y Maquiladora de Exportación (Immex) y con ello introducen mercancía al país haciendo daño” a las firmas nacionales. “Nos da mucho coraje, porque denunciamos que hay prácticas desleales”, pero cuando la autoridad actúa la empresa no existe o ya cerró, dijo Juan Ayub.

Expuso que hay maquiladoras que abusan del programa y cometen prácticas ilícitas. Si bien se cuenta con el apoyo de la autoridad, dijo que el conflicto de origen es que no se frena el ilícito en las aduanas.

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