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miguel.pallares@eluniversal.com.mx
Concepción Estrella Legorreta tiene 54 años. Su trabajo consiste en planchar ropa ajena desde su casa. Gana 5 pesos (40 centavos de dólar) por cada prenda planchada, 60 pesos (3 dólares) por docena. En sus mejores días logra planchar hasta 24 prendas, esto le permite tener un ingreso cercano a 500 pesos (25 dólares) semanales.
“Antes trabaja en una empresa y por la edad ya no me quisieron. Desde hace 10 años me dedico a planchar. La docena de ropa me la están pagando en 60 pesos, pero de ahí tiene que salir para pagar luz, gastos de la casa, comida, gas y teléfono”, dice Conchita, como le dicen sus familiares.
Concepción plancha para mantener a su papá, quien está postrado en una silla de ruedas desde hace 18 años. Cuando la situación se complica y no hay ropa para planchar, Conchita hace piñatas o realiza labores de limpieza en casas ajenas.
“Mi hermana y yo somos solteras, vivimos con mi papá que está discapacitado, le dio embolia hace 18 años, desde entonces está en una silla de ruedas y hay que llevarlo a su seguro social, a su supervivencia en taxi porque no podemos andar en el camión y el Metro por la silla”.
Cada mes Conchita debe pagar el seguro de su papá de 500 pesos y para solventarlo recibe ayuda de sus hermanos. Los otros gastos son 310 pesos del gas, 400 pesos del agua, comida, luz y otros gastos.
Una tarjeta otorgada por el gobierno de la Ciudad de México permite a la familia de Concepción tener mil 100 pesos adicionales cada mes.
Esto les permite un respiro, aunque cuando hay alguna enfermedad todo se complica porque “hay que comprar medicamentos”.
“Siempre andamos buscando qué hacer, si vienen y nos dicen ‘necesito que me hagan un quehacer’, pues vamos, si vienen y nos dicen ‘oye necesitamos que nos hagan esto’, pues vamos, es un dinerito que nos cae bien”, relata.
Las empresas. La experiencia de Conchita al laborar en una empresa no fue buena. En su último trabajo el patrón canceló las vacaciones de todo el personal. Hoy, ella piensa que tener un ingreso propio es mucho mejor que estar en una fábrica con maltrato y condiciones laborales pésimas.
Conchita atribuye su situación actual al robo que hacen los políticos y gobernadores. “Cuánto dinero no se han llevado, con eso nos podrían incrementar un poco más las tarjetas del adulto mayor”.
Considera que parte de la solución es hacer valer las leyes, generar apoyos gubernamentales y mejorar los salarios e ingresos de la familia.
“Una ayuda es que en las empresas se cumpliera la ley del trabajo, uno protesta y luego, luego, lo corren, los sindicatos están vendidos”, dice.
Su situación no es distinta a la de muchos mexicanos. Concepción gana menos de un salario mínimo al mes, así como otros 7.4 millones de personas en el país.