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El paquete económico 2017 entregado la semana pasada al Congreso establece el compromiso de reducir gradualmente el déficit fiscal y envía una señal a los mercados de que el gobierno está haciendo un esfuerzo por ajustar el gasto.
Si bien el esfuerzo es importante, hay un debate profundo sobre si el ajuste del gasto es suficiente para lograr un superávit primario en 2017. Sin duda, los recortes al presupuesto eran urgentes para fortalecer la estabilidad macroeconómica y son congruentes con la situación actual del país y la coyuntura internacional. Estas medidas van en la dirección correcta, y se debe seguir avanzando por ese camino. Para ello Hacienda debe cumplir con los compromisos para el ejercicio 2016, ya que son la base de las estimaciones del próximo año.
Recordemos que el Proyecto de Presupuesto 2017 incluye un recorte de 239 mil millones de pesos en el gasto del gobierno, que se concentran en gasto corriente, servicios personales y eficiencia administrativa. Los rubros con mayor recorte son Pemex, educación, infraestructura, medio ambiente y salud.
La SEP es la dependencia con el mayor recorte, 14% menos que el año anterior. Los pronósticos de crecimiento para el año entrante han bajado a un rango de entre 2.0 y 3.0% del PIB, en contraste con la última estimación de 2.6 a 3.6%. En cumplimiento con la promesa del Presidente Peña Nieto, el paquete económico respeta el acuerdo de estabilidad tributaria que establece que no se introducirán nuevos impuestos, ni aumentarán las tasas de los existentes hasta el 2018.
Es importante mencionar que una de las principales preocupaciones del sector privado respecto al paquete presentado es el recorte de 30% al presupuesto destinado a infraestructura pública, incluyendo un ajuste de 49% para la construcción de carreteras. Esta disminución tendría un impacto negativo en el desempeño de la economía.
En contraparte, se propone un aumento de 8% en las transferencias a Estados y municipios, una medida incongruente con la austeridad y el esfuerzo nacional para ajustar el gasto, aunque seguramente tiene razones políticas de fondo. Tal pareciera que la única entidad con un recorte fuerte, que más bien parece castigo, es la Ciudad de México.
Por otra parte, el presupuesto considera estímulos fiscales y un régimen especial para tributación para microempresas con el fin de incentivar la formalidad. Se incluyen también estímulos a la investigación y desarrollo de tecnología, a la inversión en vehículos eléctricos y al deporte de alto rendimiento.
Si bien los recortes al gasto eran indispensables para mantener la disciplina fiscal, y los estímulos fiscales son atinados, lo cierto es que no son suficientes. Es importante recordar que la actual administración ha privilegiado cambios estructurales y estabilidad macroeconómica, que en época de tendencia a la baja de costos de commodities no es suficiente para incentivar el crecimiento. Hace falta una política de crecimiento industrial que no se ha visto con claridad.
La importancia del gasto público no se basa únicamente en aumentar o disminuir fondos, sino en realizar un compromiso constante para incentivar el crecimiento y para mejorar el ejercicio de los recursos públicos, promoviendo una mayor transparencia, un gasto más eficiente y la rendición de cuentas.
La eficacia en el gasto del dinero público tanto a nivel federal como estatal y municipal es fundamental para construir cimientos sólidos para un desarrollo económico sostenible. Sin embargo, todo este esfuerzo también tiene que venir acompañado de un plan para claramente erradicar del ejercicio del erario la enorme corrupción que cada día es más visible. El país requiere un ejercicio presupuestario con responsabilidad, austeridad, resultados y probidad en los tres niveles de gobierno.
Presidente y director general de la Universidad del Valle de México