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Madrid.—Para no superar el límite de calentamiento global de 2º centígrados indicado por los científicos para evitar consecuencias climáticas catastróficas, la industria de hidrocarburos tendrá que suspender inversiones valoradas en unos dos billones de euros hasta el año 2035.
De todos los estudios presentados con motivo de la Cumbre de París, ninguno incide tanto en la magnitud del cambio que debe producirse en el sistema energético mundial como los dos billones de activos embarrancados en la zona de peligro: cómo el riesgo de las empresas de combustibles fósiles destruyen los retornos de los inversores, elaborado por Carbon Tracker.
Basándose en la cantidad de emisiones de CO2 que todavía pueden expulsarse a la atmósfera y en las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía hasta el año 2035, la entidad analiza con detalle la cantidad de hidrocarburos que deben quedarse bajo tierra, sin explotar, porque son “innecesarios”. Y los resultados son demoledores.
El carbón, el combustible fósil que más CO2 emite al transformarse en energía útil, es el peor parado, incluso aplicando tecnologías de captura y confinamiento de carbono: no debe abrirse ni una sola mina más. Responsable en la actualidad de 29% de toda la energía planetaria, cinco países acumulan 90% del riesgo latente alrededor de su explotación: China, India, EU, Indonesia y Australia.
El mercado del carbón está dominado por empresas públicas —chinas e indias copan la mitad de la producción—, aunque también hay compañías multinacionales en un mercado líquido desde hace pocos años, como Rio Tinto, BHP Billiton o Glencore. En conjunto, el volumen de inversión que no tiene que materializarse asciende a 219 mil millones.
El petróleo, por las dimensiones de su mercado, es el recurso fósil que ha de perder el mayor volumen de inversión: 1.4 billones. EU, Canadá, Rusia, México y Kazajistán, son los países más afectados en términos absolutos, aunque otros, como Malasia, se juegan el 52% del PIB.
La razón está en lo oneroso que es bombear los recursos petrolíferos que esconde su subsuelo: en EU son los crudos no convencionales y en Canadá las arenas bituminosas, mientras que en Rusia son crudos convencionales; ahora bien, los tres también tienen yacimientos en el Ártico —ahí comparten riesgo con Noruega— y en aguas profundas, lo que afecta a México y Venezuela. Por el contrario, en Oriente Medio hay menor exposición, excepto en algunas zonas de Irak e Irán.
A la vista de ese reparto, las compañías petroleras privadas son las que tienen que meditar más sus decisiones: sobran 43% de las inversiones previstas y 33% del suministro planificado hasta 2035, de modo que puede resultar complicado que sus reservas, correspondientes a los tipos de petróleo más caros de extraer, lleguen a rentarles si la regulación climática se endurece. Este análisis, por otro lado, encaja como guante con la estrategia de la OPEP de mantener a toda costa la cuota de mercado de empresas públicas.
Así, la terna mayor de las empresas con más inversiones “innecesarias” en hidrocarburos —todas petroleras y gasistas— son Pemex (77 mil millones), Shell (76 mil 900 millones) y ExxonMobil (72 mil 900 millones), seguidas a distancia por Rosneft (53 mil 300 millones), BP (45 mil 500 millones) y Chevron (44 mil 800). En el top 20 no está Repsol, líder en España, que se cuenta entre las 15 primeras.
Desconfianza en gas. Finalmente, el gas es el hidrocarburo mejor parado, porque es el que menos CO2 emite al arder; de hecho, es el único cuyo consumo se puede incrementar ligeramente en los próximos 20 años. El segmento con más freno en la inversión —532 mil millones— corresponde al gas natural licuado, la variante más gravosa, lo que afectaría al comercio internacional con buques metaneros.
La descarbonización, en cualquier caso, perjudicará más a empresas más emisoras: Coal India, BEP Coal, Bumi Resources, ExxonMobil, Rosneft, Glencore, Pemex, entre otras.