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Desde que el Banco de México fue declarado autónomo y su único objetivo estatutario ha sido preservar el poder adquisitivo de la moneda, el establecer la tasa de inflación en niveles de 3% ha sido casi una obsesión. Desde hace algunas semanas al parecer el objetivo se ha conseguido y es necesario preservarlo, y el Banco Central se enfocará en ello, a juzgar por los planteamientos de los anuncios de política monetaria de la Junta de Gobierno.
El Índice de Precios al Consumidor registró su quinto mínimo histórico consecutivo en septiembre, marcando un crecimiento de 2.52% a tasa anual el nivel más bajo desde 1970, de acuerdo con los registros del Inegi. Cabe señalar que a lo largo del año el nivel de inflación se ha mantenido dentro de la banda del objetivo planteado por el Banxico de 3 %± un punto porcentual.
La expectativa es que en lo que resta del año siga a la baja el comportamiento, terminando por debajo del 3%. Entre los factores que auspician esta situación se encuentran: (i) Una menor demanda provocada por un bajo dinamismo en el crecimiento económico del país, quizás la más importante y preocupante ya que una baja inflación producto de una recesión no es un buen augurio para el bienestar; (ii) reducciones en los precios de los energéticos que llevan a menores precios de gasolinas en la frontera norte del país; y, (iii) descensos adicionales en los precios de los servicios de telecomunicaciones, en especial la eliminación del cobro de la larga distancia, que en comparación con el año pasado registra una caída en el índice general, lo cual sólo se presentará este año.
Ahora bien, no se pude dejar de lado que dentro del balance de riesgos que el propio Banco ha planteado, se observa el posible impacto en la inflación por la depreciación cambiaria y el potencial pass-through que se derive de éste. De hecho ya son varias advertencias de las autoridades respecto al tema.
El peso se ha devaluado poco más de 10% en el presente año (al 16 de octubre) y cerca de 21% en los pasados 12 meses. Es de esperarse que un ajuste en la paridad afecte los precios en el país en una proporción significativa, dado el alto contenido importado de muchos productos y a que gracias a la apertura comercial un importante grupo de bienes finales son importados; sin embargo, hasta el momento esto no parece ser el caso.
Una de las más importantes razones es que los productores han preferido absorber parte del incremento en el costo de los insumos importados y no trasladarlo al precio final ante la baja demanda que están enfrentando; aumentar los precios, podría reducir aún más la demanda. Lo anterior a pesar de que los precios al productor sí están siendo afectados, como lo confirma el índice general sin precios de petróleo que se incrementó en 3.47% en septiembre y el referente a los productos y servicios finales que se elevó en 5.11 en el mismo periodo.
Ahora bien, el mismo Banco Central ya reconoce que la depreciación del peso podría estar incorporando factores en la estabilidad en la economía. Esta situación es la que podría explicar por qué se ha continuado con la subasta de hasta 400 millones de dólares diarios, a pesar de que la paridad ya se ha alejado de los 17 pesos por dólar. Esta postura ha llevado a que el nivel de las reservas internacionales haya registrado, la semana pasada, su décimo descenso semanal consecutivo dejando los activos internacionales del país en 179 mil 308 millones de dólares, el más bajo desde que a mediados de enero del año pasado tocaran piso en los 177 mil 179 millones de dólares.
El uso de las reservas para fortalecer la paridad y usarlo como ancla deflacionaria, es una práctica de antaño, que funcionaba con una economía menos abierta; ahora su eficacia podría no ser tan certera. De avivarse las presiones ante la incertidumbre de las decisiones de la FED, lo que incrementa la depreciación de la moneda mexicana, vale la pena preguntar si alcanzarán las reservas. La medida de política a seguir sería elevar las tasas y anticiparse a la Fed. ¿Lo haría el Banco?
*Presidente de Consultores Internacionales S.C.