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Del mensaje, del Tercer Informe de Gobierno, se desprenden dos asuntos de importancia relevante: Primero, se califica a los últimos 12 meses como un año “difícil”, lo cual se manifiesta no sólo en términos económicos, sino también sociales y políticos. Segundo, se plantea la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo, tema polémico nada menor, ya que tiene implicaciones serias y profundas. En general la conclusión de la autoevaluación del Jefe del Ejecutivo es clara: es necesario seguir avanzando en los frentes político, económico y social para elevar el bienestar de la población mexicana y para ello es necesario la colaboración de todos los mexicanos.
En el tema político, destaca la necesidad de no claudicar en el combate a la corrupción e inseguridad; ambos son factores clave para estimular la atracción de inversiones y mejorar la productividad laboral, así como elementos indispensables para lograr una sociedad más justa. Por ello, resulta importante el compromiso del C. Presidente de mantener el impulso a las iniciativas de ley para fortalecer el Estado de Derecho y concretar el consenso de todos los actores sociales y políticos. Asimismo, es necesario avanzar en la impartición de justicia, a una imparcial, que no distinga nombres y preserve las garantías y derechos de todos los ciudadanos: En términos del mensaje presidencial, es necesario lograr una “justicia cotidiana”.
Respecto al crecimiento económico, es necesario reiterar, como lo hemos ya hecho en otras ocasiones, que nuestro país se encuentra inmerso en medio de la coyuntura de bajo crecimiento mundial. Las naciones que anteriormente eran el pilar del dinamismo económico, ahora se enfrentan con serias dificultades. Si bien la fortaleza macroeconómica y la competitividad de las exportaciones manufactureras mexicanas hacia Estados Unidos han podido apoyar el crecimiento de la producción mexicana, entre los temas que aún es necesario concretar son el fortalecimiento del mercado interno, la consolidación de las cadenas productivas, el apoyo a las MiPyMes y el desarrollo regional.
Para alcanzar los objetivos económicos aún pendientes, se requiere una estrategia profunda que involucra concatenar esfuerzos del sector privado y gubernamental para elevar el nivel de productividad laboral, mejorar el nivel de los salarios, fomentar una política sectorial-regional que apoye las vocaciones productivas de cada entidad, así como continuar mejorando las capacidades del capital humano. Sin duda, estas grandes encomiendas, no podrán conseguirse del todo en sólo 3 años que le quedan a la actual administración, pero las acciones que se han tomado en la materia por parte del Ejecutivo, como la Creación de Zonas Económicas Especiales y apoyos a pequeños productores y empresarios, representan un buen inicio para conseguir esta meta. De igual forma, las reformas estructurales van por buen camino, pero sus efectos son de mediano y largo plazo, por lo que se requieren políticas más certeras.
En lo social, hay que destacar que aunque varios de los programas y acciones instrumentados durante estos primeros años han tenido logros, como en el caso de la “Cruzada contra el hambre”, ciertamente los impactos no han sido los esperados. México sigue siendo un país con una enorme pobreza que profundiza el sentimiento de desigualdad e inconformidad social. El análisis publicado por el Coneval en fechas recientes demuestra que la pobreza extrema ha disminuido, aunque no se ha podido reducir el nivel general de pobreza. En otras palabras, las políticas de asistencia social enfocadas en los más pobres, han surtido efecto pero, pero ahora es necesario pasar a una etapa donde no sólo se les dé de comer el pescado, sino también se les enseñe a pescar. En este contexto, la Reforma Educativa juega un papel importante aunque apenas está dando sus primeros pasos y sus alcances serán de largo espectro. Por ello, cobran trascendencia las acciones de más corto plazo como las anunciadas por el Ejecutivo (aunque sin soslayar la Reforma) como la renovación de la infraestructura educativa y la creación de un programa nacional de inglés. Desde el punto de vista del crecimiento endógeno, la inversión en educación tiene un doble impacto.
El componente productivo de la política social está aún pendiente. La premisa de que la mejor política social es una buena política económica que genere empleo bien remunerado, no se ha concretado y lo logrado no ha sido suficiente. Lo anterior, lo reconoció el Ejecutivo al señalar que no podemos permitir que sigan estas brechas sociales. Por ello, uno de los puntos más importantes del nuevo decálogo que presentó y orientará lo que resta del sexenio, se refiere a cambiar el modelo de desarrollo.
Un nuevo modelo de desarrollo para las próximas décadas, implicaría explotar lo mejor de ambos modelos, perfeccionarlos y enriquecerlos. Las reformas estructurales sin duda son un bueno comienzo, hace falta más. Reindustrializarnos donde tenemos ventajas competitivas; diversificar cadenas de producción y mercados de consumo; fortalecer el mercado interno; innovar para ser competitivos. Incluso cabría indicar que antes que una Secretaría de Cultura, necesitamos una Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación, para fomentar el conocimiento productivo como Política de Estado.
Cambiar el modelo de desarrollo implica tener visión de futuro, transformar las instituciones, pero también la mentalidad autodestructiva. El Presidente con su discurso ha creado grandes expectativas, el reto ahora es volverlas realidad. ¡Le quedan tres años, no los desperdiciemos!
El autor es presidente de Consultores Internacionales S.C.