En estos últimos días, hemos tenido reportes, lamentables, de un despunte significativo en la comisión de homicidios en la Ciudad de México (CDMX). Al mostrar un modus operandi típico de una ejecución, a estos homicidios se les ha relacionado con operaciones del crimen organizado. Tampoco es que se necesite especular mucho, cuando el mismo titular de la Segob nos dice, hace unos días, que el crimen organizado está disputando el control del territorio aquí en la CDMX.
Si bien es un hecho que el crimen organizado existe en todas las ciudades del país, no es fácil, objetivamente, confirmar o refutar si su presencia viene aumentando o disminuyendo. Sin duda, sus operaciones aquí deben ser multimillonarias, porque la CDMX, en términos de tamaño de mercado, es la joya de la corona del sistema mexicano de ciudades. La CDMX es la plaza de plazas. Pero sobre lo que sí podemos inquirir, y debemos inquirir, es sobre si el crimen organizado se ha vuelto más o menos letal, y por ende, peligroso.
Una manera de ver su peligrosidad, por aproximación, es revisando la tendencia en las estadísticas locales de homicidio intencional o agresión homicida (como se registra últimamente esta causa de defunción) por arma de fuego. No existen estadísticas de ejecuciones per se, pero el homicidio por arma de fuego es, por mucho, la modalidad homicida preferida del crimen organizado para abrir plaza y controlar territorios.
En este respecto, y para ir al grano, le informo al lector que los homicidios por agresión con arma de fuego sí han venido aumentando, y rápidamente, en la Ciudad. Lo han hecho desde 2015 (ver gráfico y fuentes de información en www.carlosvilalta.com/graficos). Si ese año teníamos una tasa de 7.2 homicidios por cien mil habitantes residentes en la CDMX, el pasado 2017 lo terminamos con una tasa de 9.3; esto es un incremento de 29% en sólo dos años.
Lo peor del caso es que, si se mantiene la tendencia en el número de este tipo de homicidios que fueron registrados entre enero y abril, pues este 2018 lo podríamos terminar con una tasa de casi 11 por cien mil. Sería un (muy triste) año récord de violencia homicida en la Ciudad desde 1990. Cabe decir aquí que en estos últimos 29 años el año más violento fue 1995, con una tasa de 10.8 homicidios por arma de fuego, y el más pacífico 2008, con una tasa de 5.0 homicidios del mismo tipo, por cien mil habitantes residentes.
En síntesis, el crimen organizado sí se ha vuelto más peligroso en la CDMX, y hay que cortarle el paso ya. Porque entendamos bien que la letalidad del crimen organizado es sólo un indicador de su peligrosidad. También tiene otras capacidades y peligros: su poder corruptor y coercitivo sobre las burocracias, su capacidad de diversificación delictiva, y su voracidad, prácticamente depredadora, de la riqueza de los territorios bajo su control.
Concluyendo. Todas las ciudades sufren de crimen organizado, y no hay una en donde éste no desee florecer. Pero con ello puede terminar, y seguramente sin haberlo siquiera planeado, disputando el poder con el gobierno local. Si esto ya ha sucedido en algunas ciudades, no veo por qué no sucedería en otras. Por eso, cuidado con el crimen organizado. La letalidad creciente es sólo un indicador de su peligrosidad creciente.
Investigador y Miembro del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI 3). Centro
de Investigación en Ciencias de Información
Geoespacial (CentroGeo). @CJVilalta