Esta semana y la pasada los órganos constitucionales autónomos, Banco de México (BM) e Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), publicaron datos duros sobre el comportamiento del primer trimestre del año sobre la evolución de la economía que marca una tendencia a la recesión o por lo menos desaceleración, en algunos sectores.

Todavía las cifras no son concluyentes, pero es una luz preventiva que hay que tomar en cuenta.

Esto es significativo porque confirma lo que las calificadoras internacionales, los analistas económicos y los centros de estudios de las instituciones financieras habían señalado como una consecuencia posible de la mala decisión de la cancelación (terminación anticipada) del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la irrazonable insistencia de construir un tren en medio de una selva sin una planeación de desarrollo turístico de largo plazo o la construcción de una refinería en Dos Bocas, Tabasco, sin un sentido claro de los beneficios sociales de la inversión pública y sin expectativa de que haya una tasa de retorno de capital favorable para PEMEX.

El gobierno de la 4T (la restauración autoritaria) no ha caído en cuenta que los mexicanos si hemos construido instituciones en los últimos 36 años y que el discurso de la inexistencia de avances es falso y que sólo lo creen sus simpatizantes que están más interesados en que nadie se beneficie del desarrollo económico si ellos no reciben la parte que se imaginan que les corresponde sin hacer ningún esfuerzo.

El gobierno reacciona ante la realidad y niega sus propias cifras. El IMSS publica la drástica disminución del crecimiento del empleo formal y no tarda en agregar un factor ajeno a la productividad económica –las becas a los ninis- como una muestra que el empleo aumenta. Este manejo de las estadísticas es posible en una entidad subordinada al Ejecutivo Federal, pero es poco factible en aquellas que gozan de autonomía.

Las instituciones que hemos construido en un Estado de las autonomías como el mexicano permiten que se conozcan estas acciones poco ortodoxas de los gobiernos, que no pueden ocultar –maquillar en el mejor de los casos- los datos.

Nosotros ahora si tenemos cifras fidedignas generadas por estructuras profesionalizadas no dependientes del Poder Ejecutivo Federal y con un alto grado de inserción en un mundo globalizado. Hoy contamos con un Poder Judicial fuerte, renovado en sus cuadros judiciales, ya que la mayoría de los jueces y magistrados federales han accedido al cargo por concurso y con administraciones públicas separadas del gobierno, como el BM, más de 25 años de ejercer su autonomía constitucional fijando la política monetaria con independencia de la política fiscal de la SHCP.

Muchos analistas políticos alertan sobre el peligro de la “colonización” de los órganos autónomos por los incondicionales que serán nombrados en los años próximos por el gobierno y la mayoría legislativa a fin. Sin embargo, la construcción institucional tiene cimientos fuertes, que son los miles de servidores públicos que laboran en estos órganos y que están convencidos de la importancia de actuar con objetividad, profesionalismo, imparcialidad, excelencia y, sobretodo, independencia del Presidente.

La sociedad pluralista se basa en la existencia y consolidación de numerosos centros de poder que expresen los intereses de los múltiples actores políticos, económicos y sociales. Esto es el sustento de la gobernanza que es, por definición inclusiva, y que se opone al gobierno concentrado en la burocracia adicta al Presidente que es excluyente y tiende al autoritarismo.

Entonces, lo importante no es que el gobierno tenga otros datos y utilice su fuerza comunicativa para tratar de modificar la percepción de la realidad cada vez más desfavorable para los intereses y expectativas de los grupos que lo apoyaron en las urnas.

Lo verdaderamente trascedente es que ahora nosotros contamos con otros datos fidedignos, levantados y registrados con metodologías con rigor científico, que dificultan el auto engaño o descubren las falsedades de la demagogia. Esto es uno de los principales obstáculos que deberán superar quienes pretenden restaurar el autoritarismo setentero.

En los gobiernos de Echeverría y López Portillo, que condujeron al país a la peor crisis política, económica y moral del último siglo, nosotros no teníamos otros datos y la información sólo la tenía el gobierno y todas las entidades públicas técnicas estaban subordinadas al Presidente. No era posible conocer con certeza, aunque se intuía una realidad distinta a la que divulgaba el aparato estatal.

Hoy hemos construido un andamiaje institucional que permite identificar los aciertos y errores del gobierno. Esto es un cambio democrático sustancial que el gobierno no reconoce. El pluralismo político se sostiene en las cifras que publican el Banco de México y el INEGI autónomos. Enhorabuena.

Miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I
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