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El 15 de octubre del presente año, se cumplirá el primer aniversario del fallecimiento del ingeniero Gonzalo Martínez Corbalá, quien, como Embajador de nuestro país en Chile, escribió una de las páginas más brillantes en la historia de la diplomacia mexicana en defensa de la vida y los derechos humanos, al brindar protección y asilo a más de 2,200 mujeres y hombres perseguidos por la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Pero además de su destacada participación en ese episodio y en el ámbito diplomático, su vida representó una memorable trayectoria también como ingeniero civil, político, funcionario público y escritor. Fue miembro del Congreso de la Unión en tres ocasiones, gobernador del estado de San Luis Potosí, director general del Combinado Industrial Sahagún, del INFONAVIT y del ISSSTE, además de autor de tres libros y ensayos publicados en diversas revistas nacionales e internacionales, los cuales dan testimonio de una importante obra intelectual desarrollada por varias décadas.
Gonzalo Toribio Martínez Corbalá nació en la ciudad de San Luis Potosí, S.L.P., el 10 de marzo de 1928. Fue hijo de la señora Jesús Carmen Corbalá y del ingeniero José de Jesús Martínez Macías, quien había sido uno de los cadetes del Colegio Militar que escoltaron al Presidente Francisco I. Madero a Palacio Nacional, el 9 de febrero de 1913, durante la llamada “Marcha de la Lealtad”.
Realizó sus estudios de primaria, secundaria y preparatoria a partir de 1935 en el Colegio Franco Español de la Ciudad de México y sus estudios profesionales como ingeniero civil a partir de 1946 en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, los cuales concluyó con grandes dificultades en virtud de que debió hacerse cargo de su familia por el fallecimiento de su padre en ese año.
Inició en la política bajo la tutela del general Lázaro Cárdenas del Río, ex presidente de México, ingresando al Partido Revolucionario Institucional – PRI – en 1963. Entre 1964 y 1967 fungió como Diputado Federal ante el Congreso de la Unión, en la XLVI Legislatura, en representación del XXII Distrito Electoral del Distrito Federal. En 1965 fue nombrado por el Comité Ejecutivo Nacional del PRI como Presidente del Comité Directivo de ese partido en el Distrito Federal.
En 1967 se inscribió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM para estudiar una Maestría en Ciencia Política.
Posteriormente, trabajó como ingeniero en el sector público ocupando entre otros importantes cargos, el de Subsecretario de Bienes Inmuebles y Urbanismo de la desaparecida Secretaría del Patrimonio Nacional
EMBAJADOR EN CHILE
Gonzalo Martínez Corbalá fue nombrado Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de México en Chile por el Presidente Luis Echeverría Álvarez, el 1 de agosto de 1972. Sabía que en ese país había graves problemas de orden político que estaban impidiendo la consolidación del Gobierno socialista de Salvador Allende.
La oposición acusó al presidente chileno de vulnerar la legalidad y en octubre de ese año, convocó al “paro patronal” y a la resistencia civil, llamando a las fuerza armadas a dar el golpe de Estado. La salida institucional al conflicto fue la integración al gabinete de un representante por cada una de las fuerzas armadas.
En marzo de 1973, pese a la profunda crisis económica, social y política que vivía el país, la izquierda logró obtener el 44% de los votos en las elecciones parlamentarias. A partir de entonces, predominaron el terrorismo, los paros, el desacato a la autoridad, los levantamientos y el acoso a los oficiales militares incitándolos al golpe.
En ese contexto, el gobierno mexicano decidió apoyar al de Salvador Allende en la medida de sus posibilidades. Nuestro país proporcionó combustible y apoyo técnico para reparar refinerías saboteadas y normalizar la producción; asimismo envió trigo, azufre y fertilizantes.
En el mes de agosto, la Suprema Corte de Justicia y el Congreso Nacional acusaron al presidente Allende de haber roto el régimen jurídico del país. El 9 de septiembre, el Embajador Martínez Corbalá se reunió durante una hora con el presidente Allende en el aeropuerto de Pudahuel, en Santiago, y comentó con él algunos acontecimientos recientes. El golpe era inminente.
Los militares dieron el golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973. La acción fue brutal y en medio de la represión masiva y sangrienta, el gobierno de México instruyó a su embajada para proteger a los perseguidos por el nuevo régimen, mediante el mecanismo de asilo diplomático.
Una vez consumada la acción militar, el Embajador mexicano rescató a cientos de chilenos y latinoamericanos opositores a Augusto Pinochet, convirtiendo la sede diplomática en un refugio y un lugar seguro para los perseguidos.
Los primeros en llegar fueron los familiares del presidente depuesto, entre ellos su esposa Hortensia Bussi, y dos de sus hijas, Carmen Paz e Isabel. Se ofreció refugio a familias completas, que con el pasar de los días se fueron hacinando en la embajada y hasta en la propia residencia del ingeniero Martínez Corbalá. “Nunca se le negó la entrada absolutamente a nadie que pidió asilo” recordó en una ocasión. En solo unos días consiguieron acoger a 400 personas; entre ellas, 12 mujeres embarazadas.
En un ambiente de máxima tensión, una fuerza de carabineros estableció un cordón alrededor de la embajada para evitar que más chilenos llegaran a buscar asilo. El edificio fue rodeado por militares y los perseguidos intentaron burlar la vigilancia de todas formas. No todos lo lograron y algunos fueron asesinados.
El 14 de septiembre, dos soldados increparon a Martínez Corbalá y le apuntaron con sus armas a las costillas. Les enfrentó diciendo “Su función no es agredir embajadores y la mía no es agredir carabineros”. La familia del fallecido presidente Allende permaneció refugiada en la embajada mexicana por cuatro días y al quinto, abandonaron su país para encontrar refugio en México.
En la embajada se estaba a salvo, pero salir de ella era muy peligroso. Martínez Corbalá decidió transportar a los asilados acogiéndose a la Convención de Caracas de 1954, la cual permitía al país que otorga el asilo el derecho de admitir a las personas que decida, sin que otro Estado haga reclamo alguno, pero había un detalle: Chile no había reconocido la Convención y por lo tanto, no estaba obligado a acatarla. Afortunadamente para el embajador, los militares – o por lo menos muchos de ellos -, no lo sabían.
El trayecto de unos 25 kilómetros de la embajada al aeropuerto, no fue fácil. Los detuvieron por lo menos dos veces. Los militares subieron al autobús y apuntaron con sus linternas a Tencha Bussi y a su esposa. Otro grupo de militares intentó forcejear con el diplomático y cuestionaron sus permisos. “Aquí el que califica soy yo” les respondió en férrea y valiente defensa de los asilados. Ante tal ejemplo de dignidad y firmeza, los golpistas no tuvieron más que retroceder y respetar los viajes que el embajador hacía al aeropuerto en un automóvil oficial identificado con la bandera nacional escoltando a los refugiados que enviaba a México. Consiguieron despegar esa misma noche.
En nuestro país fueron recibidos por el presidente Luis Echeverría y su gabinete en pleno, todos vestidos de riguroso luto. Se reunió con el presidente de la República, a quien le dijo que debía volver a Chile porque aún había cientos escondidos en las sedes diplomáticas y “si a un embajador le apuntan con una metralleta, lo que no harán con los demás”, le dijo. El Presidente estuvo completamente de acuerdo y le indicó además: “Busque usted a Pablo Neruda, quien sabemos que está muy enfermo y ofrézcale que venga a México como invitado de honor del pueblo y gobierno mexicano, o si el lo prefiere así, como asilado, con toda la protección que le otorga el tratado correspondiente”.
Al encontrar al poeta al día siguiente le transmitió la invitación que le enviaba el Presidente de México. Un día después, Neruda aceptó y agradeció la invitación para venir a México en calidad de invitado y se fijó de común acuerdo la salida para el sábado 22 de septiembre.
Martínez Corbalá recordaba que todavía debió rescatar la colección Carrillo Gil de obras originales, pintadas en gran formato, de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, que estaba en el Hermitage en exhibición. Eran 172 obras, entre las más importantes que se puedan recordar de los tres grandes pintores.
El sábado 22, con la aeronave en el aeropuerto, ya cargada con la colección de pinturas y todo listo para iniciar el viaje, se presentó con Neruda, a quien encontró muy dueño de si mismo y optimista, pero cuando lo saludó éste le dijo que no quería salir de Santiago ese día, sino el lunes 24. El poeta falleció el domingo 23.
Al día siguiente Martínez Corbalá llegó a la casa de Neruda para acompañar a su viuda, Matilde Urrutia. A la hora de salir al panteón, formó parte del reducido cortejo que depositó el cuerpo del gran escritor en el cementerio y llevó del brazo a Matilde hasta la tumba.
DE REGRESO EN MÉXICO
Entre 1975 y 1976, ocupó el cargo de Director General del Combinado Industrial de Ciudad Sahagún.
Inició el sexenio del presidente José López Portillo con el cargo de subsecretario de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas – SAHOP – al cual renunció de manera irrevocable por diferencias de fondo con el secretario.
Ante el enfado del presidente por esa causa, le pidió permitirle ejercer su carrera profesional como ingeniero civil dedicándose “a lo mejor que puedo hacer con mis capacidades que se relacionan con el petróleo, y con Pemex directamente, en donde pocas veces va gente que conozca verdaderamente la industria y cometen muchos errores costosos para el país”.
Estuvo poco menos de dos años trabajando exitosamente, sobre todo, en la línea de más de mil doscientos kilómetros desde Reforma, Chiapas, hasta Reynosa, Tamaulipas, de 48 pulgadas que originalmente fue un gasoducto, pero cuando se descubrió que no tendríamos gas suficiente para llenar ese gran tubo, se cambió la ruta hasta San Fernando, Tamaulipas, y de ahí se dio vuelta con 42 pulgadas de diámetro.
EMBAJADOR EN CUBA
Gonzalo Martínez Corbalá fue nombrado Embajador en Cuba y llegó con su familia a este país el 15 de marzo de 1980. Sus cartas credenciales fueron recibidas personalmente por el Comandante Fidel Castro Ruz en una reunión fuera de protocolo.
En ese tiempo, el presidente López Portillo abordó la iniciativa de una reunión de 22 países en México y a medida que avanzaban los preparativos, el comandante Fidel Castro, presidente del Grupo de los 77 no alineados y presidente de Cuba se sentía cada vez más agraviado al no ser invitado a la que fue llamada la Cumbre de las Américas.
El canciller mexicano había dicho verbalmente al comandante que México estaba presentando la candidatura de Cuba para asistir a la Cumbre, dando cierto grado de seguridad de que así sería; no obstante, las informaciones que llegaban a la cancillería cubana no coincidía con la información que se les había dado, lo cual mantenía al comandante Castro sumamente molesto e inquieto.
La contradicción se hizo evidente cuando altos mando cubanos manifestaron su conocimiento de que México no había presentado la candidatura para que Cuba fuera invitada. Tampoco estaba clara la posición de México de si lo haría. La realidad era que el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, había dicho que si Fidel Castro era invitado a la Cumbre de ese año, no asistiría.
El embajador Martínez Corbalá consideró que el presidente López Portillo debía conocer esta situación y viajó a México para comentarle lo que sucedía. Reseñó haberle dicho “Señor presidente, en Cuba, en estos momentos, la palabra del presidente de México está en duda y lo peor es que tienen razón”.
“Señor, se les ha dicho que México presentaría la candidatura de Cuba y en realidad no lo ha hecho, cosa de la que la cancillería cubana está informada”. “Bueno, es muy grave lo que me acaba de decir, y en su concepto ¿Qué es lo que tenemos que hacer para enderezar el barco?
“Señor presidente, tiene usted un embajador, dispuesto a llevar una carta escrita por usted de puño y letra y recuperar el lenguaje amistoso que siempre hubo entre los mandatarios cubano y mexicano”. López Portillo reflexionó unos minutos y dijo “bien, voy a pensarlo”.
La respuesta fue una carta de seis cuartillas escrita a mano por el presidente mexicano, con la que regresó a La Habana y fue recibido por el comandante Fidel Castro. Entre las acciones que había sugerido a López Portillo para mejorar la difícil situación, estaba la de verse personalmente con el comandante, para lo cual se pusieron a su consideración varias fechas. El presidente cubano aceptó reunirse con el mexicano antes de la Cumbre de las Américas y prefirió que fuera en México. El lugar elegido fue Cozumel y la reunión se llevó a cabo el 9 de agosto de 1981.
El último día de su estancia en Cuba, el 2 de marzo de 1982, fue despedido con gran dignidad por Fidel Castro, Raúl Castro, el gabinete completo y todo el cuerpo diplomático acreditado en la isla.
Cabe destacar que además, a lo largo de su vida en el Servicio Diplomático a nuestro país, Gonzalo Martínez Corbalá fungió también como Embajador en Misión Especial en Colombia, Perú, Argentina, Brasil, Venezuela, Argelia, Egipto, Arabia, Tanzania, Kenia y Líbano.
SENADOR DE LA REPÚBLICA
Entre 1982 y 1988 ocupó un escaño en el Senado de la República.
Cuando Carlos Salinas de Gortari fue postulado candidato del PRI a la presidencia de la República, Martínez Corbalá, fue postulado candidato del PRI a diputado federal por el VI Distrito de San Luis Potosí, resultando electo para la LIV Legislatura de 1988 a 1991.
Siendo diputado federal, fue designado Presidente de la Cámara de Diputados para el mes de Noviembre de 1990, correspondiéndole recibir y dar respuesta al Segundo Informe de Gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari. Tras este cargo, a finales de diciembre solicitó y obtuvo licencia.
El 3 de enero de 1991, fue anunciada su designación como director del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda de los Trabajadores – INFONAVIT –.
Las elecciones de ese año en San Luis Potosí enfrentaron a Fausto Zapata con el líder cívico Salvador Nava Martínez, postulado por la coalición denominada Frente Cívico Potosino, integrado por el PAN, el PRD y el PDM, además de los candidatos del PPS y el PARM.
Acusado de un gran dispendio económico, Fausto Zapata fue declarado ganador de las elecciones, hecho no reconocido por Nava, que anunció el inicio de una resistencia civil que impidió a Fausto Zapata el ingreso al Palacio de Gobierno tras su toma de posesión el 27 de septiembre de ese año y que culminaría con su solicitud de licencia para separarse de la gubernatura el 9 de octubre.
GOBERNADOR DE SAN LUIS POTOSÍ
Ante esto, ese mismo día, el Congreso de San Luis Potosí nombró a Martínez Corbalá como gobernador del estado por un periodo de 18 meses, en los cuales debería llamar a nuevas elecciones que fueron fijadas para mayo de 1993. Esta solución política fue aceptada, preliminarmente por Salvador Nava y la mayoría de sus partidarios, lo que le permitió a Martínez Corbalá consolidar su gobierno. El Dr. Salvador Nava Martínez falleció el 18 de mayo de 1992.
El 9 de octubre de 1992, un año después de haber asumido la gubernatura de forma interina, el PRI lo “destapó” como candidato a gobernador constitucional en las siguientes elecciones, pidiendo y obteniendo licencia a la gubernatura el mismo día y siendo nombrado como nuevo gobernador, el hasta entonces líder del Congreso local, Teófilo Torres Corzo.
Inmediatamente, la oposición denunció el hecho como una vulneración del principio constitucional de la No Reelección y formó una organización denominada “Frente Antirreeleccionista Nacional” que aprovechó para denunciar que la postulación en San Luis Potosí era un medio para sondear a la opinión pública para una posible reelección presidencial.
Martínez Corbalá aceptó la postulación del PRI, anunciando que la Constitución de San Luis Potosí permitía su candidatura y que esta no vulneraba la legalidad vigente. Sin embargo, el movimiento opositor inició una serie de plantones y protestas contra el gobernador Torres Corzo, a quién no reconocía, pidiendo la vuelta a la gubernatura de Martínez Corbalá, al considerar que el motivo para que se le concediera licencia no tenía el carácter grave exigido por la Constitución.
Finalmente y ante la oposición nacional que había despertado, Gonzalo Martínez Corbalá anunció públicamente 24 horas antes de que le fuera tomada la protesta formal como candidato del PRI a la gubernatura que renunciaba a su postulación y no retornó a este cargo. El 4 de enero de 1993 fue nombrado titular del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los trabajadores del Estado – ISSTE-.
Muchos años después confiaría que su renuncia a la candidatura al Gobierno de San Luis Potosí, pese a contar con el apoyo manifiesto y explícito de más de la mitad de los Alcaldes de la entidad y la cual prácticamente terminó con su brillante y fecunda carrera política, obedeció a una indicación expresa del presidente Carlos Salinas de Gortari – quien en sus inicios había sido su ayudante – argumentando que “ no van a pensar que yo me quiero reelegir”.
ESCRITOR
Dejó memoria en tres libros de sus andanzas diplomáticas: Momentos de decisión, La historia que viví, y Del tintero de los recuerdos: mis andanzas por esta América nuestra.
FALLECIMIENTO Y RECONOCIMIENTOS
Murió el domingo 15 de octubre de 2017, en la Ciudad de México, a los 89 años de edad. En Chile se le considera un héroe. En 1992, en los primeros años de la democracia, el país sudamericano le concedió la Gran Cruz de la Orden al Mérito por la solidaridad demostrada en horas aciagas. También recibió su nombramiento como Caballero de la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel La Católica, la Orden de la Solidaridad de Cuba y el Premio Benito Juárez otorgado por la Universidad Obrera Lombardo Toledano.