Tanto AMLO como Donald Trump sostienen que su prioridad número uno es el bienestar de sus respectivos compatriotas.
AMLO anuncia que hoy 13 de julio planteará al gobierno de Trump una relación bilateral sustentada en la cooperación para el desarrollo.
Sería un respiro muy bienvenido en contraste con el lenguaje racista y tanto insulto racista de Trump.
Resulta estratégico combatir la pobreza, abatir la desigualdad y fomentar el empleo mediante inversiones en infraestructura en el sur-sureste de México. Sería todavía mejor si Estados Unidos coopera con fondos para el desarrollo, que apoyen inversiones de capital de riesgo para generar valor e impulsar mercados locales y regionales.
Pero… las palabras importan.
La palabra cooperación implica trabajar juntos. Sin embargo, a lo largo de la historia, en México su significado ha pasado a ser: ¿qué me vas a dar?
Trump no nos va a dar nada. Es más, menciono cinco ejemplos concretos de cómo la palabra cooperación tiene para él un significado diametralmente opuesto:
1. Que México ‘coopere’ significa elevar los salarios de sus trabajadores, tanto el mínimo como los manufactureros, para que los consumidores mexicanos compren más productos estadounidenses y así desaparezca el déficit comercial de Washington con México;
2. Que México ‘coopere’ quiere decir desaparecer los incentivos para que las empresas estadounidenses inviertan más y se establezcan en mayor número en suelo mexicano;
3. Que México ‘coopere’ apunta a que siga con la contención, detención y deportación de migrantes centroamericanos, entregando su información biométrica a Washington;
4. Que México ‘coopere’ implica aceptar ser denominado ‘tercer país seguro’ para rechazar a los centroamericanos que piden asilo en EU tras estar en México al menos veinte días, con el argumento de que deben solicitar refugio en México.
5. Que México ‘coopere’ es dejar de enviar migrantes y drogas hacia el norte.
Trump sigue una lógica transaccional, no de cooperación.
Su definición de cooperación es ésta: que sus interlocutores externos pongan los objetivos trumpianos por encima de sus propios intereses.
Como lo expresa @Patriciomonero, en cuanto AMLO le diga a Trump que no al muro, le exija respeto a los derechos de los migrantes, se niegue a seguir masacrando a migrantes centroamericanos y exija la reunificación de las familias separadas, se acaba la ‘nueva relación’ de cooperación.
El presidente 45 de Estados Unidos encuentra normal y aceptable insultar a México y a los mexicanos para ganar capital político, y lo seguirá haciendo.
La globalización como la conocimos y el TLCAN han dejado de ser la hoja de ruta. En los hechos Trump ya nos expulsó de una América del Norte que imagina blanca, anglosajona y protestante.
Las élites económicas que sustentaron el bipartidismo político durante siete décadas en EU hoy no tienen el oído de Donald Trump. Las élites mexicanas se quedaron huérfanas allá, y acá quedaron desubicadas tras fracasar en impedir la llegada de AMLO.
No tengo claro cuál será el nuevo proyecto de modernización económica para nuestros países, pero ambos enfrentamos desafíos compartidos: la precarización y la insuficiencia del empleo para llevar una vida digna; la profundización de la desigualdad económica y social; y la eclosión de la movilidad social ascendente.
Paradójicamente, el gobierno de AMLO, que preconiza la no intervención, podrá defender mejor el interés nacional frente a EU si se comunica y teje alianzas con la sociedad estadounidense en sentido amplio —más allá del gobierno chauvinista y aislacionista de Trump— para, en último término, conseguir una mayor influencia en ese país y en la escena global.
Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico