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Fracasaron los sectores de las cúpulas empresariales que le apostaron a frenar a AMLO a como diera lugar. Ahora están inmersos en dilucidar cómo construir contrapesos ante quien probablemente alcance mayorías en el Legislativo.
Muchos capitanes empresariales dictan lo que AMLO debería hacer de resultar electo: nombrar a un ortodoxo en Hacienda, no ser populista, consolidar el TLCAN, respetar las reformas educativa y energética.
En contraste, a muy pocos integrantes de la élite de negocios les he escuchado una autocrítica.
Ni siquiera se preguntaron por qué el discurso de AMLO tiene eco en amplias capas de la población que sienten un enorme hartazgo contra quienes detentan el poder económico y político. Lo dice contundentemente Fernando Escalante Gonzalbo: ‘a nuestras élites no les parece indigno, escandaloso, no les parece inmoral que alguien gane cuatro dólares al día. Es un retrato de cuerpo entero de políticos, funcionarios, académicos, empresarios, sindicalistas’.
¿Le seguimos con una sociedad donde un pequeño puñado de personas tienen que vivir en fortalezas resguardadas por guardias privados? ¿Permanecemos en el paradigma de ser competitivos sobre la base de salarios miserables? ¿Condenamos a nuestros compatriotas que nacieron pobres a seguir siéndolo toda su vida?
No.
Es inútil insistir en la polarización política de llegar AMLO al gobierno. Tampoco tiene futuro intentar congraciarse con él en lo individual después de combatirlo.
Entendámonos: el dilema para las cúpulas de negocios no es con AMLO o contra AMLO.
El desafío para las élites empresariales es construir nuevas condiciones de convivencia entre los mexicanos y hacer del nuestro un país más vivible, con seguridad humana y ciudadana.
¿Cómo? ¿por dónde? ¿con quiénes? Ya hay múltiples liderazgos empresariales que están trabajando en una dinámica constructiva, pero les (y nos) toca hacer mucho más. Grupo Bimbo ha desarrollado un modelo de relaciones laborales para dignificar el trabajo. Fomento Económico Mexicano (FEMSA) le ha apostado a la educación y a la creación de valor social en las comunidades donde participa.
La seguridad humana se define como la condición de vivir libre de temor y libre de necesidad. La seguridad ciudadana incluye la mejora de la calidad de vida de la población, la acción comunitaria para la prevención del delito y la violencia, una justicia accesible, ágil y eficaz, una educación con base en valores de convivencia pacífica, en el respeto a la ley, en la tolerancia y en la cohesión social. Aquí se pueden encontrar propuestas relevantes y pertinentes: http://www.cohesionsocial.mx.
Hace falta tender puentes entre distintos sectores sociales. Van dos ejemplos:
Tatiana Clouthier @tatclouthier salió de su zona de confort para trabajar por valores como la solidaridad, la subsidiariedad, la justicia, la defensa de libertades individuales y colectivas. Sus buenos oficios serán clave en la interlocución con AMLO hacia adelante.
Diego Luna (www.eldiadespues.mx) @diegoluna_ convoca a un movimiento para conciliar México tras las elecciones presidenciales. Pide rechazar el racismo y el clasismo, ser críticos con los gobernantes independientemente de filiaciones políticas, repudiar la corrupción y combatir la desigualdad en un país incluyente y con igualdad de género.
El verdadero liderazgo entiende que no tenemos que pensar igual para vivir en el mismo país, pero al mismo tiempo asume que para gozar de derechos (que no de privilegios) es preciso asumir nuestras responsabilidades.
Que no me digan que esta tarea sólo le toca al gobierno o a las misioneras de la caridad. Porque no hay responsabilidad más grande que ser un ciudadano o una ciudadana.
Profesor asociado en el CIDE.
@ Carlos_Tampico