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La muerte de la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, y su esposo, Rafael Moreno Valle, coordinador de los senadores del PAN ensombreció las fiestas navideñas del nuevo gobierno y enlutó a familiares, amigos y partidarios políticos. Es un hecho que abre, lamentablemente, la posibilidad a que haya una prolífica imaginación para inventar historias inverosímiles sobre el fatal accidente a partir de líneas de investigación que, en otras circunstancias, resultarían absurdas.
En ese sentido, no extraña que los mensajes, posteriores al pésame presidencial, del área de comunicación social del Ejecutivo Federal y la SCT fueran la invitación a no especular sobre el trágico suceso y del secretario de Seguridad Pública la aseveración que no se encontraron substancias explosivas en los restos de la aeronave.
Quienes viven con la idea de que México es distinto al resto del mundo empezarán a decir que es propio de la idiosincrasia nacional que los accidentes de los políticos nunca sean esclarecidos. Falso. En cualquier parte del mundo la muerte de un personaje opositor es motivo de “sospechosismo”. Los afectados, por dolor o conveniencia, no aceptan fácilmente las explicaciones gubernamentales, más aún cuando hay un claro distanciamiento y animadversión.
Este accidente, que trunca la carrera por la presidencia de Moreno Valle, sucede en medio de un conflicto con sordina entre el gobierno federal y estatal. La toma de posesión de la gobernadora fue bloqueada por la mayoría en el Congreso de Puebla de filiación morenista, cuyo líder Barbosa había amenazado que iba a ser imposible gobernar después del supuesto fraude electoral.
Es correcto el mensaje: “No hay que especular”. Este llamado debe empezar con una buena estrategia de comunicación social en la que el gobierno no exagere las diferencias con sus opositores. La circunstancia sólo sería un accidente lamentable si no la precediera un ambiente de confrontación. No faltará el inspector Poirot, personaje de las novelas policiacas de Agatha Christie, que trate de explicar lo sucedido con base en un cuento imaginario de que un posible culpable de un “accidente provocado” es el beneficiario de las muertes y no con los hechos científicamente probados a través de las técnicas de policía forense. Esto es irresponsable, pero es muy probable que suceda.
El buen gobierno es prudente e intenta concertar voluntades. Debe ser el primero en convocar con palabras y actitudes a la armonía. La transformación que se desea requiere más que una mayoría electoral.
Esta circunstancia desafortunada es una oportunidad para orientar la forma en que el nuevo gobierno expresará sus diferencias con los opositores, que en una democracia existen por antonomasia y son fortaleza y parte esencial de su legitimación. Es inaceptable la descalificación del adversario para eliminarlo de la escena política.
La muerte de dos personajes del panismo en proceso de recomposición puede convertirse en una mancha para el nuevo gobierno si no se procesa adecuadamente. El accidente mortal de Clouthier y su mala investigación policial todavía genera enconos políticos. Tatiana, su hija, prefirió no aceptar la subsecretaría de Gobernación cuando supo que Bartlett sería director general de CFE, lo que es un resabio de ese hecho no aclarado con toda precisión. Es bueno el mensaje que invita a evitar la especulación, pero sería más eficaz un lenguaje prudente del gobierno para evitarla.
P.D. Mi más sentido pésame a los familiares y amigos de la gobernadora Alonso y el senador Moreno. Descansen en paz.
Miembro Electo del Sistema Nacional
de Investigadores Nivel I