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El Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, en uno de sus últimos actos previos a la incorporación a la campaña del Frente PAN-PRD-MC, informó que mediante el programa “Ponte al corriente” se condonará el 100 % de las multas, recargos y gastos de ejecución a los contribuyentes morosos, si éstos deciden regularizarse en el pago en los próximos dos meses. Esto es un premio a los fantasmas fiscales.
El mensaje para los incumplidos, aunque se disfrace de un apoyo a los más pobres es “no pagues oportunamente, ya que no hay consecuencias por ser omiso en tus obligaciones” y el recado para el cumplido es “ya ves que pagar a tiempo es una tontería, siempre es mejor no hacerlo, pues las elecciones son periódicas y es casi seguro que haya condonaciones a los morosos”.
Este tipo de acciones de desgobierno -subrepticiamente electoreras- explica que haya alrededor del 40 % de evasión fiscal en el impuesto predial, que todos los bimestres nos lo recuerdan en la boleta, sólo hay que ver el índice promedio de cumplimento de pago que ésta incluye, y que haya la creencia de que los impuestos NO son en realidad la fuente de financiamiento más sana del gasto público, ya que no pasa nada si no se cobran oportunamente.
Estas políticas, inspiradas en el oportunismo, son la causa de que los gobernantes en el ámbito local dependan de las transferencias federales en razón a que no hay un compromiso claro con la ciudadanía cumplida, que espera que la autoridad logre que todos aporten con equidad al gasto público.
Por eso, no extraña que en la propaganda de algunos partidos -que se dicen de izquierda- una de sus propuestas fundamentales sea que no habrá cobro de impuestos, ni aumento en el precio de los bienes y servicios públicos, ni multas. Esto es congruente con el retiro de las grúas y no extrañe una de sus banderas seguramente será la condonación de las foto-multas. Esto es paradójico. Los partidos políticos que han luchado eficazmente contra la desigualdad social son aquellos que han propuesto e impuesto altas cargas fiscales para que con la recaudación -no el endeudamiento- aumente el gasto en educación, salud, vivienda y seguridad social, incluyendo seguro de desempleo.
La fantasmagoría fiscal es una práctica nacional y que se le haya atacado frontalmente en los últimos cinco años puede ser una de las causas de que grupos evasores promuevan el “enojo” social en contra del gobierno federal que ha sido eficiente en el combate de la emisión de facturas sin sustento en una actividad económica real. Este éxito se muestra en los índices de recaudación que pasó del 8 % al 12 % del PIB durante el sexenio.
A mi me extraña que a personas que pagan puntualmente sus impuestos no les indigne que haya candidatos que utilicen empresas fantasmas para llevar a cabo sus negocios personales o que sean unos fantasmas fiscales. Me extraña que consideren que eso no tenga importancia y que no sea significativo. El fenómeno también se presentó en la elección de Trump, quien se jactaba de sus estrategias para no pagar al fisco norteamericano cuando era empresario, y sin embargo obtuvo una votación copiosa. Tal vez algunos de los apoyos de estos candidatos sean personal que quisiera una menor presión fiscal para regresar a los niveles de evasión del 2012.
¿De veras es elogiable el egoísmo social que implica el no pago de impuestos? ¿Es suficiente el argumento de que no hay transparencia en el ejercicio del gasto público para invitar a no pagar impuestos? ¿Vivir en la informalidad económica para no ser solidario con los demás y evitar el pago de contribuciones es tolerable socialmente? Todo parece indicar que es mejor ser moroso y evasor tributario, ya que en esta condición obtienes ventajas competitivas en el mercado, ingresos que no tienes que compartir con nadie, servicios que puedes pagar cuando quieras y como quieras y la exención de no presentar declaraciones de impuestos porque no hay reporte de ingresos formales.
La frase “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error” es obsoleta. Hoy la vigente es “pagar impuestos oportunamente y contribuir al gasto público es una injusticia, que sólo los tontos cumplen”. La fantasmagoría fiscal existirá hasta que el votante castigue a quien condona faltas fiscales sin ton ni son, utiliza empresas fantasmas para enriquecerse o vive como un fantasma para la economía formal y no paga impuestos por los ingresos que dice no tener, pero que si tiene porque gasta a sabiendas de todos.
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