Este 24 de febrero en la conmemoración por el Día de la Bandera en el Campo Militar Marte, teniendo como fondo musical el Canto a la Bandera de Julián Carrillo, nuestro lábaro patrio fue izado a plena asta al revés y así recibió los honores correspondientes por parte de las Fuerzas Armadas y civiles reunidos, ondeando desde lo alto por más de 15 minutos.
¿Fue craso error, vergonzosa negligencia o un acto deliberado del personal militar involucrado? Solo los responsables de doblarla e izarla lo saben.
De conformidad con la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, el desacato o falta de respeto a los Símbolos Patrios son castigados, “según su gravedad y la condición del infractor, con multa hasta por el equivalente a doscientas cincuenta veces el salario mínimo, o con arresto hasta por treinta y seis horas” (artículo 56), correspondiendo a la Secretaría de Gobernación, auxiliada por todas las autoridades del país, vigilar el cumplimiento de lo dispuesto por la ley (artículo 55). A su vez, el artículo 280 del Código de Justicia Militar dispone: “se impondrá pena de un año seis meses de prisión, al que ultraje la bandera nacional”. No obstante, más allá de lo establecido en las leyes civil y militar, de conformidad con los protocolos internacionales el simbolismo de haber sido izada de cabeza nuestra bandera tiene implicaciones sumamente graves. Para países como Venezuela, es señal de protesta contra los mandos superiores y el gobierno. En Estados Unidos, el mensaje que comunica no solo es de auxilio ante un peligro extremo para la vida o la propiedad, también es llamada de alerta a las fuerzas amigas a las que se advierte que el lugar está tomado por el enemigo y mecanismo para declarar que, rendida la fuerza militar opositora, el lábaro se iza al revés tras haber sido vencido el enemigo.
Podrá haber voces, como siempre las hay, para las que el hecho no represente mayor trascendencia. No es mi caso, como tampoco lo es para muchos millones de mexicanos que fuimos educados, tanto en el seno familiar como en las escuelas, en el culto a la Patria. Culto en el que creo, más que nunca, porque es uno de los valores sociológicos esenciales para dotar de fortaleza a una Nación, máxime cuando ésta se está resquebrajando. Ya no digamos lo que representa para los integrantes del mundo castrense.
Soy consciente también, lamentablemente, de que muchas otras voces dirán: es un simple “trapo”, no me representa ni dice nada. Recordemos tan solo cuánto ha tenido que sensibilizarse en las escuelas para que quienes profesan determinadas ideologías religiosas eviten agraviar a la bandera en las ceremonias cívicas. No vayamos tan lejos, el propio presidente de la República señaló: “Me han informado que ya la bandera monumental la han retirado porque fue mal colocada, fue mal izada, justamente al revés. Pero al final de cuentas estamos hoy aquí, en este espléndido escenario, con muchas banderas… no importa si están al revés o al derecho, hacia atrás o hacia delante…”.
Sin embargo, el amor a la Patria, su historia y héroes, comienza por el respeto a los símbolos que nos dan sentido de pertenencia e identidad nacional, pues además de representarnos ante el mundo, han sido y son fuente perenne de inspiración en las luchas humanas por la libertad e independencia de sus pueblos.
Hace un año nuestra bandera se honró desgarrada, hoy de cabeza junto con su escudo. Sí, reflejo contundente de la realidad que encierra en sí mismo toda una semiótica, expresa y tácita, que solo el tiempo elucidará.