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México, al igual que el resto del mundo, empieza a familiarizarse con las tácticas de negociación del presidente Donald Trump. Primero desconcierta a sus contrapartes con una amenaza que deja claro lo que pasaría si no se ponen de acuerdo y luego busca obtener el mejor trato posible para sus intereses. Así lo hizo con México y Canadá en la negociación del acuerdo comercial de América del Norte, ahora renombrado Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Así lo está haciendo con China, a quien para sentarla en la mesa de negociación le impuso primero un paquete agresivo de aranceles.
El presidente Trump está siguiendo al pie de la letra el mismo guion en su intento de conseguir una cooperación comprometida del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en la contención del flujo de migrantes centroamericanos a EU a través de la porosa frontera con México. En esta línea, la semana pasada anunció que impondrá aranceles a todas las importaciones provenientes de México si el gobierno de López Obrador no detiene el cruce de migrantes centroamericanos por el territorio en su búsqueda por llegar a EU. Dijo que empezaría con un 5 por ciento a partir del 10 de junio próximo y que iría incrementado gradualmente el arancel hasta llegar al 25 por ciento, en caso de no ver resultados.
¿Qué quiere el presidente Trump en esta negociación con México? Para entenderlo es necesario echar un ojo a la crisis migratoria que se ha ido gestando en los pueblos y ciudades fronterizas de la Unión Americana. La ola más reciente de migración centroamericana ha aprovechado la legislación que protege las personas que buscan refugio y asilo en EU. La estrategia que suelen seguir los centroamericanos consiste en cruzar ilegalmente la frontera acompañados de menores de edad, entregarse a la policía migratoria y solicitar asilo.
Las leyes estadunidenses impiden retener a los migrantes cuando vienen acompañados de menores por más de 20 días. Una vez cumplido este plazo, los agentes migratorios deben liberarlos y los migrantes pueden seguir su procedimiento en libertad. Debido a las cargas de trabajo y a la lentitud propia de los procesos judiciales, la sentencia suele tomar años.
Por ello, el presidente Trump ha intentado de todo para impedir que los migrantes permanezcan en EU. Su política de separación de familias fue un desastre que le granjeó el rechazo de la opinión pública nacional e internacional. Más recientemente, emitió un decreto ejecutivo para negar el asilo a quienes se internen ilegalmente en EU. Pero no sobrevivió la revisión judicial. Un juez federal lo revocó con la advertencia de que se abstenga de reescribir las leyes migratorias.
Tras su frustrada búsqueda de apoyo interno para cambiar la política migratoria, el presidente Trump voltea a México. De tiempo atrás, todavía durante el gobierno del presidente Peña, puso sobre la mesa la propuesta de firmar con México un tratado de “tercer país seguro”, similar al que EU tiene con Canadá desde 2004. Dicha medida obligaría legalmente a los migrantes centroamericanos a pedir asilo en México, si este es el país al que ingresaron antes de llegar a EU. Con ello, los agentes migratorios de EU podrían de forma expedita regresarlos a México si cruzan la frontera. Y esto es exactamente lo que el presidente Trump quiere, particularmente ahora que, para conseguir la reelección, necesita reactivar su base electoral.
El presidente López Obrador ha sido renuente a iniciar la construcción de un acuerdo de tercer país seguro con EU, aunque ha aceptado colaborar con su política de “Permanece en México”. Sin embargo, el anuncio de los aranceles cambia el escenario y pone al gobierno de México bajo una enorme presión. No sólo está en juego el inicio de una guerra comercial, que muy probablemente llevaría a México a una recesión, sino la misma ratificación del TMEC.
Consejero electoral del INE