Los casos Lozoya, El Tío y el involucramiento de artistas y deportistas en presuntas redes de lavado de dinero, nos llevan a reflexionar sobre cómo en México existe una gran avenida por donde circulan cientos de miles de millones de dólares producto de actividades ilícitas no sólo de la delincuencia organizada. Es una economía criminal que crece y se reproduce en impunidad, con la complacencia del gobierno y que hace inviable el cese de la violencia.
Esta alianza perniciosa gobierno-delincuencia convirtió a México en un gran receptor de flujos financieros ilegales; el tercero del mundo después de China y Rusia, con más de 500 mil millones de dólares, advierte la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos, Flujos ilícitos financieros: combatiéndolos desde los gobiernos y la sociedad civil.
La permisividad del Estado, la corrupción pública, alienta a las bandas criminales para actuar a su antojo y diversificar sus ingresos más allá del narcotráfico: secuestros; cobros de piso; extorsiones; trata de personas; tráfico de ilegales a Estados Unidos; piratería; robo de combustibles.
La captura de cabecillas del narcotráfico no da pausa a la actividad criminal, y cuando uno esperaría que estas detenciones tuviesen un efecto en cascada para desmantelar las redes que los protegen, nada ocurre.
Al permanecer intocadas sus estructuras financieras y operativas y de protección, se da un relevo en la cúpula de esas organizaciones delictivas y en todo caso, comienza una sangrienta disputa por el territorio con otros carteles.
Edgardo Buscaglia, en su libro Vacíos de Poder, diagnostica las fallas de las instituciones que participan en la cadena de prevención, persecución, castigo al delito y al delincuente y readaptación social. En Lavado de Dinero y Corrupción Política, advierte sobre la magnitud del delito de lavado, y sugiere rutas de solución que no son atendidas.
México tiene un poder económico mucho menor que el de China y Rusia, pero compite a la par en materia de corrupción e impunidad. Señalados escándalos como los Panama Papers o los sobornos de Odebrecht nos dejan mal parados ante el mundo.
Delitos financieros como el lavado de dinero no son exclusivos de las bandas del narcotráfico: las redes se naturalizan y se extienden a políticos, empresarios y otros sectores de la sociedad. Evasores de impuestos de grandes consorcios, acuden a paraísos fiscales, dañando la economía del país.
En este marco están funcionarios como Lozoya, que ha sido señalado por ejecutivos de Odelbrecht de recibir millones de dólares en sobornos para otorgar contratos públicos.
En este escenario de economía criminal, no podrá establecerse una ruta segura de crecimiento económico y desarrollo; mientras las bandas de la delincuencia organizada utilicen el territorio nacional como un coto de caza para la extracción de dinero de toda índole; mientras los mexicanos seamos las víctimas expoliadas y los malos gobiernos lo permitan, México no tendrá solución.
Tenemos mucho por hacer, sin puritanismos ni hipocresías, como explorar la despenalización de algunas drogas; seguir la ruta del dinero ilícito; retirar el fuero constitucional, consolidar el Sistema Nacional Anticorrupción, entre otros.
Hay que levantarnos, sacudirnos el polvo y asumir la actitud y el papel que nos corresponde. Urge un cambio de régimen político, porque un mejor país sí es posible.
Secretaria general del PRD. @BeatrizMojica