¿Realmente podemos festejar plenamente que habrá una mayor participación de las mujeres en el Congreso de la Unión y que el INE califique esta elección como la más incluyente de la historia? Ciertamente hemos avanzado en las Cámaras, gracias en gran medida a las listas plurinominales, sin embargo decenas de mujeres se quedaron sin participar por la simulación de los partidos políticos y la violencia de género.
En los ámbitos más territoriales, Marichuy y Margarita Zavala se quedaron en el camino con las candidaturas independientes a la Presidencia de la República. Sólo dos de todas las gubernaturas que estuvieron en juego fueron ganadas por mujeres, Así que, de los 32 estados de la República, sólo habrá 3 mujeres gobernando: Claudia Pavlovich Arellano, de Sonora, Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México y Martha Érika Alonso en Puebla. Todas mujeres de trabajo propio.
Hay que preguntarnos por qué no ha podido extenderse la paridad a los ámbitos territoriales del Poder Ejecutivo y podemos encontrar que la violencia de género sigue siendo una realidad en los estados del país. En Guerrero se vivió intensamente. En Chilapa, fueron asesinadas Antonia Jaimes y Dulce Rebaja, precandidatas del PRD y PRI respectivamente. En municipios de la zona norte del estado las planillas encabezadas por mujeres renunciaron a sus candidaturas por la violencia. Derivado de la violencia de género, en Guerrero hubo retrocesos al disminuir el número de mujeres presidentas municipales de 22 en 2015, a sólo 17 en 2018 de un total de 81 presidencias municipales.
Mi participación en la contienda al Senado de la República no estuvo exenta de una serie de agresiones por parte del PRI, que hoy se ventilan en las instancias electorales. Una contienda inequitativa y llena de amenazas, donde los medios de comunicación hicieron una cobertura desproporcionada hacia el candidato del tricolor, sin que el árbitro hiciera valer las reglas del juego, aunado a una campaña de desprestigio hacia mi persona, que sin duda tuvieron que ver en que la brecha se cerrara a menos de un punto porcentual de diferencia.
Muchas mujeres acudimos a las instancias electorales —INE; la Fepade; el Tribunal Electoral— para exigir justicia y el cese de la violencia de género, de la guerra sucia, de las agresiones en redes sociales y medios de comunicación. Las instancias electorales ni nos vieron ni nos oyeron. En mi caso obtuve una resolución que reconoce violencia de género hacia mi persona, 5 días después de la elección. Como dice el dicho: ¿ya para qué?, nunca se nos brindaron medidas cautelares contra la violencia de género y mi voz sólo fue un grito más en el desierto de la desolación.
En este país quien comete violencia de cualquier tipo no es castigado y, mientras la impunidad impere, el avance de las mujeres sigue en riesgo. No hay castigo para quienes comenten violencia de género; las instancias electorales, sólo exigen pedir disculpas, pero mientras no se refleje en castigos reales sobre retiro de candidaturas, inhabilitación o sanciones más severas, difícilmente se erradicará la violencia política contra las mujeres.
En estados como Guerrero la línea entre la violencia verbal y la violencia feminicida es muy delgada, por ello es urgente que las instancias electorales que tanto le cuestan al país realmente se apliquen para que las mujeres puedan ejercer plenamente sus derechos políticos. Es urgente se revise también la iniciativa de violencia de género detenida por el PRI en la Cámara de Diputados.
Ex secretaria general del PRD. @beatriz_Mojica