No hay inocencia o casualidad en la proliferación de registros de candidatos independientes, el régimen le apuesta al juego suma cero para sobrevivir. En contraparte —aún en campo minado— el Frente Ciudadano por México que aglutina a partidos políticos y ciudadanos, se consolida y elabora una ruta de navegación para el país. Dos formas de hacer política: una que suma, otra que resta.

El catálogo de restar lo conoce y aplica el régimen priísta: divide et impera; al impulsar candidatos a modo en partidos testimoniales; caballos de Troya en la oposición; mediante la compra del voto utilizando programas sociales; con estrategias de miedo en alianza con oscuras fuerzas fácticas; desalentando el voto con guerra sucia y lo más reciente, alentando y financiando candidaturas independientes.

Hasta ayer jueves 11 de octubre la cifra de aspirantes independientes llegaba a 36. Es difícil creer que se trata de ocurrencias. En política no puede haber ingenuidad, más allá de una conducta cívica de participación política, parece que también existe una perversión que alienta la dispersión de los votantes.

Las experiencias exitosas en 2015 con candidatos independientes como Manuel Clouthier, Pedro Kumamoto y Jaime Rodríguez no fueron ratificadas en 2016 ni 2017. En 2016 los independientes perdieron con cifras por debajo de los 4 puntos; únicamente José Luis Chacho Barraza en Chihuahua logró preferencias ciudadanas de 18.1% de los votos. Ni siquiera en un sistema político abierto a la financiación privada y a la participación de candidatos independientes como en Estados Unidos, ocurre esta proliferación. La experiencia en este país ha sido discreta, como ocurrió con Ross Perot en 1992 y 1996; y en la reciente elección donde Evan McMullin obtuvo 700 mil votos, muy pocos frente a los 61 millones que votaron por Hilary Clinton y 60 millones por Donald Trump.

En México, los partidos políticos —al menos los del Frente Ciudadano por México— reservan espacios a ciudadanos que deseen contender, no existe un veto o imposibilidad en ese sentido. En este escenario, lo más lógico sería que en este proceso electoral, donde hay la posibilidad real de transformar al régimen dejando atrás lastres que detienen al país, se sumaran esfuerzos y no se emprendieran aventuras electorales.

La crisis que vive México es producto de una regresión autoritaria; tiene origen en la ausencia de un verdadero Estado de Derecho, que convierte al país en un sitio de plena injusticia donde campean la rapacidad, la impunidad, la corrupción, la exclusión y la violencia. Ante esta lacerante realidad es necesaria una actitud de madurez y los mayores esfuerzos para sumar voluntades. La circunstancia del país nos debe llevar a los actores políticos y sociales a consolidar una agenda política para reconstruirlo en torno a valores democráticos; hacer funcional el sistema de pesos y contrapesos; que el sistema anticorrupción y rendición de cuentas persiga y castigue a los que roban y desmantele redes de corrupción.

¿Vale la pena la participación de los candidatos independientes por la Presidencia de la República? Sí, en la medida que su financiamiento no sea producto de pactos secretos y no tenga como origen recursos federales. Sí vale la pena, en la medida en que participen y no exista una estrategia de dolo y división en su incursión, ya la gente dirá si son competitivos o no. Pero sin lugar a dudas sería más interesante sumar y no dividir.

Secretaria general del PRD.
@Beatriz_Mojica

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