El túnel del tiempo está hacia el Sur de la ciudad. Para dar la bienvenida, en su fachada se asoma el frente completo de un Cadillac 1977 incrustado en la pared. En su interior, bellezas clásicas y antiguas que dilatan las pupilas con sus formas y colores.
Son más de 100 automóviles distribuidos a lo largo del Museo del Automóvil en México, que desde 1991 se convirtió en el refugio de rarezas provenientes de Estados Unidos y Europa, algunas de ellas pertenecientes a famosos y políticos. Otras más, verdaderas estrellas de cine por su aparición en la pantalla grande.
Parte de las piezas exhibidas pertenecieron al artífice de esta obra, el señor Arturo Pérez Gutiérrez –creador del Museo-, quien invitó a sus amigos coleccionistas a sumarse a la causa para compartir con el público, cómo ha sido la evolución del auto a través de distintas décadas.
Entre sus pasillos se hallan piezas antiquísimas como una Calesa del siglo XIX, la cual era tirada por un caballo. También por ahí se deja ver un Oldsmobile de 1904, que para ese tiempo ya contaba con motor de combustión interna, así como una máquina de vapor Stanley Steam.
Cosa de divas. Para continuar con la travesía, el volante es conducido por Liliana Porras, de la Fuente de Servicios Educativos del museo, quien comparte una mirada por el lujoso Packard 1950, inspirado en Marilyn Monroe. Un auto completamente femenino con vestiduras interiores y costados color rosa, que la diva se dio el lujo de despreciar, motivando poca aceptación entre el público y, por obvias razones, pocas ventas.
Al seguir circulando por la farándula, por ahí se descubre un raro Marquette 1930. La anfitriona cuenta que el número de sus placas inspiró la película “El patrullero 777” pero no es la única curiosidad que sorprende, pues las letras iniciales parecen coincidir con las siglas: Familia Mario Moreno, mejor conocido como Cantinflas.
Pero la estrella del recinto es el DeLorean 1984, un auto similar al elegido por Robert Zemeckis y que fue el protagonísta no humano de la zaga “Volver al futuro”. Un vehículo con la carrocería de acero inoxidable, que llevó a Marty McFly a 88 millas por hora exactas para ir y volver del futuro, al presente y al pasado de nuevo. El Delorean DMC12 fue un fracaso comercial, y si no hubiera sido por la trilogía de filmes hoy nadie se acordaría de esa malograda marca.
Sin embargo, el vehículo emblemático es un Studebaker de 1950, que muestra su frente en forma de bala y que al andar rompía el viento para dar mayor velocidad. Porras de la Fuente explica que Studebaker comenzó como una empresa especializada en el diseño de aviones, para después incursionar en la de autos.
Las curiosidades. Las joyas de la corona del Museo son: un Packard Eight Dietrich Double Phaeton, de 1936 y un Rolls Royce “Brewster” Phantom 1 de 1926, único en el mundo, porque nació como un limosine, y despues el fabricante lo transformó en un convertible de cuatro puertas.
Se suman a la colección cuatro Fords de distintos años de la década de los 30, que aún presumen la primera mascota de Ford, un estilizado perrro Galgo, el emblema que los simboliza como los más rápidos de la época. Entre ellos, la anfitriona señala el de 1934, modelo similar al que utilizó la pareja de criminales Bonnie y Clyde, quienes se atrevieron a mandar una carta de agradecimiento a Henry Ford, por crear y fabricar un coche perfecto para huir de cada atraco.
El tour podría seguir, pero Porras de la Fuente prefiere extender una invitación para no perder la oportunidad de explorar el resto del inmueble.
MAYOR INFORMACIÓN
Ubicación: Av. División del Norte 3572, Coyoacán, San Pablo Tepetlapa
Tel. 5617 0411
Horarios: de martes a domingos de 10 a 18 horas
Precio general: 30 pesos
Con credencial: 15 pesos
Visitas guiadas: sábado y domingo es gratis, a las 13 horas