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La violencia genera violencia. La espiral no tiene fin. Crece en forma geométrica, 2, 4, 8, 16, 32, 64…; en México no para: 64, 128, 256, 512... Aunque los seres humanos tenemos algunas dosis innatas de violencia, la que ahora asfixia a nuestra nación no es cuestión genética, es realidad y herencia política. El problema de la violencia no sólo es su crecimiento, es la forma, la sofisticación, su diseminación y sus orígenes. Mientras las causas no mejoren o aminoren, todo empeorará. El desempeño del gobierno actual lo confirma: la violencia inicial, el número de asesinatos, de desaparecidos, de fosas clandestinas y de casos sin resolver creció dramáticamente entre el inicio y el final de quienes han trabajado para Enrique Peña Nieto.
Las cifras siguientes duelen, apenan. Leerlas es leer a México. Repasarlas es saber que todo lo que parece ajeno no es ajeno: los muertos son mexicanos asesinados por mexicanos. Una cifra enferma más que la otra. Enlisto algunos datos: 1) En el primer trimestre de 2018 se alcanzó el pico más alto de homicidios en dos décadas con 6 mil 553 investigaciones abiertas. 2) Marzo de 2018 fue el mes más sangriento de los últimos 20 años: 2 mil 729 personas asesinadas. 3) Entre diciembre de 2012 y febrero de 2018, se batió el récord de ataques contra la prensa y medios de comunicación: mil 986 eventos —894 más que con Felipe Caderón—. 4) En 2017 fueron asesinados 12 periodistas, la cifra más alta en los últimos siete años. 5) Del total de las 35 mil 410 personas desaparecidas enlistadas en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas hasta el 21 de enero de 2018, 60 por ciento corresponden al sexenio de EPN. 6) De los 6 mil 330 menores desaparecidos registrados en la fuente previa, 75 por ciento corresponden a la administración actual. 7) En marzo de 2018, ocho meses antes de que los priistas regresen a sus nichos o cambien de ideología y se enlisten con los otrora rivales, los muertos por violencia habían superado la herencia de Felipe Calderón: 104 mil 583 versus 102 mil 859 asesinatos.
Dos sentencias para memorizar. Ambas revelan las reflexiones de los dos últimos presidentes en relación a la violencia. Ambas reflejan insabiduría y nula autocrítica. Don Felipe Calderón, el promotor de la “guerra contra el narcotráfico”, espetó en una entrevista en abril de 2018 con el periodista Carlos Loret de Mola: “La estrategia de seguridad —no una guerra, ese es un término peyorativo que impusieron los medios— que puse en práctica fue para defender a las familias. El error no fue combatir al crimen organizado, sino haber permitido que creciera durante tantos años”. ¡Caray!, si Calderón diagnosticó el error con antelación y durante su mandato —permitir el crecimiento del crimen—, ¿por qué no lo frenó?
Por su parte, al borde del agónico sexenio, no agónico en noticias —nuevas fosas en Veracruz, ataques a la UNAM—, EPN comentó en abril, “Sin duda, hoy reconocemos que en el ámbito de la seguridad pública hay mucho por hacer. Sigue siendo todavía uno de los retos mayores, quizás el de mayor necesidad de acometer, para que nuestro país alcance condiciones de plena paz”. Reescribo, “nada logramos” en seguridad pública, en vez de “hay mucho que hacer”; “un mínimo, un poco de paz”, en lugar de “plena paz”.
La violencia genera violencia. Cuando corrupción, impunidad y hurtos “desmedidos” del gobierno son causas y razones, imposible detenerla. Y no hay cómo hacerlo porque además, quienes pagan con vidas, con familias truncadas y con dinero, son los afectados, no quienes la generan, i.e., las insalubres políticas de nuestros gobiernos. Se calcula que la violencia le cuesta a nuestra nación 4 mil millones de pesos —ocho veces más que lo invertido en Salud—. Las pérdidas económicas y humanas por la violencia, y el robo ilimitado de los políticos son razones suficientes para explicar la enfermedad que asola a nuestro país.
Desconozco las pócimas para curarlo. AMLO dice que sabe cómo. Esperemos que sea cierto. Lo que no desconozco es que la violencia generada por el gobierno actual ha sido ilimitada. No concuerdo con AMLO cuando habla de paz y amor. Concuerdo con los países latinoamericanos que han encarcelado a muchos políticos.
Médico