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Las consultas y los estudios de opinión son buen instrumento cuando se hacen en forma adecuada. Son mal instrumento si el formato es inadecuado y, peor aún, cuando se conocen de antemano las respuestas. La estadística es una ciencia rigurosa. Sus resultados son válidos cuando el diseño del estudio es correcto. Los resultados de las consultas poblacionales deben contener un mínimo de ejes estadísticos. Quienes realizan experimentos dedican el tiempo suficiente antes de iniciar cualquier estudio. Emiten hipótesis y buscan respuestas. No inician experimentos —consultas—, muchas veces costosos, si se saben las contestaciones.
La consulta sobre el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México convocada por Andrés Manuel López Obrador y las consultas que iniciaron ayer y finalizan hoy son, desde la ética, incorrectas. El sesgo incomoda y divide. En México, debido a la enfermedad PRI-PAN-PRD, urge trasparencia. La máxima “divide y vencerás” es ominosa. Mal comenzará el sexenio para quien busca granjearse “más apoyo” por medio de consultas amañadas. Acercarse y convencer a quienes no votaron por él debería ser la meta.
El estilo, la forma de las consultas y otros sucesos previos al uno de diciembre dividen y siembran malestar. Una ojeada a los nuevos rubros de la consulta que hoy termina exponen la ausencia de objetividad. Escribo antes de la consulta. No dudo: las respuestas a la mayoría o a todas las inquietudes de AMLO serán afirmativas. El ejercicio no fortalece al nuevo gobierno, lo cuestiona. En un país saqueado, donde más de la mitad de la población es pobre o muy pobre; enfermo por la corrupción e impunidad del PRI; ávido de justicia y esperanza; no hay quien, en su sano juicio, responda en forma negativa a los siguientes planteamientos —entresaco cinco de las diez cuestiones—: “Aumentar al doble y garantizar la pensión a adultos mayores”; “Jóvenes Construyendo el futuro”: Se atenderá a 2.6 millones de jóvenes de 18 a 29 años; en tanto que a 2.3 millones de jóvenes se les dará una beca de 3 mil 600 pesos mensuales…; “Pensionar a un millón de personas con alguna discapacidad”; “Garantizar atención médica a la población que no cuenta con servicios de salud”; “Acceso a internet en forma gratuita a nivel nacional”.
Las respuestas serán afirmativas. Todas plantean cuestiones éticas. La insalubridad ética de los gobiernos previos es la razón de la disparidad que asfixia a nuestro país y leitmotiv de AMLO. Bienvenida la inquietud del futuro presidente, innecesaria y cuestionable la forma del ejercicio. Otras preguntas, como la construcción del Tren Maya y la Construcción de la Refinería en Dos Bocas, requieren conocimiento. La opinión pública carece de elementos para responder. Demasiado sesgo de AMLO y asociados.
Para quienes deseábamos el derrumbe del PRI, amén del malestar por las consultas, otros sucesos, prepresidencia, sorprenden e inquietan. Además de la inexplicable asociación con Encuentro Social —ética e inclinaciones sociales deben prevalecer sobre la opción de sumar votos—, la cúpula empresarial elegida por AMLO como su “Consejo Asesor” sorprendió incluso a morenistas “de corazón”. Lo mismo sucede con otras ideas expresadas durante la campaña y las acciones a unos días de iniciar la presidencia.
Por los límites del espacio me limito a una de las que más ha inquietado a la población, el Plan Nacional de Paz y Seguridad. Durante la campaña, AMLO consideró nociva al presencia de la milicia en la calle. Ahora todo ha cambiado. Cito a Santiago Corcuera (EL UNIVERSAL, 17 de noviembre, 2018): Con respecto a la creación de la Guardia Nacional, “se propondrá la modificación de los términos de la fracción XV del artículo 76 constitucional, a fin de conformar la Guardia Nacional (…) Los efectivos provendrán de las Policías Militar y Naval, así como de la actual Policía Federal”. Corcuera cita a Christof Heyns, ex relator sobre Ejecuciones Arbitrarias de la ONU, quien, a inicios del presente sexenio sugirió, “… la aplicación de un enfoque militar al mantenimiento de la seguridad pública puede crear una situación en la que la población civil se vea expuesta a toda clase de atropellos”, por lo que es necesario “adoptar todas las medidas necesarias con efecto inmediato, para que la defensa de la seguridad pública esté en manos de civiles y no de las fuerzas de seguridad militares”.
La arbitrariedad es signo de mal agüero. Modificar y contradecir los paradigmas planteados durante la campaña presidencial siembra muchas dudas.
Médico