Con la aspiración de resolver la profunda crisis económica y social que atraviesa Venezuela, el pasado 20 de agosto entró en operación el Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad (PRECP). El programa anunció nueve medidas económicas que darían nacimiento a la “Nueva Venezuela”. Sobre una devaluación de 1/100,000, se estableció el Bolívar Soberano (Bs) como la nueva moneda circulante; y el Petro, como una criptomoneda equivalente al precio internacional del barril de petróleo. Se estableció un nuevo nivel de precios y salarios anclados al Petro, con un aumento del salario mínimo en 103%; y se sustituyó el tipo de cambio controlado y paralelo por uno fluctuante anclado al Petro. Se implementó un aumento de 12% a 16% del IVA a artículos suntuarios y de 0.3% a 2% del impuesto a las grandes transacciones financieras.
La inmediata crítica que recibió el PRECP fue que sus medidas estaban dirigidas a contener la alarmante hiperinflación, reactivar el mercado interno y detener el prolongado déficit en cuenta corriente, pero olvidaban las causas estructurales de la crisis. Venezuela tiene una tasa decreciente de su PIB desde 2012, cuando crecía al 5.6%, y alcanzó mínimos de -16.5% en 2016 y -13.2% en 2017. La producción de la empresa petrolera paratestal, PDVSA, presenta una tendencia a la baja desde 2012, lo cual ha arrastrado la disminución de la capacidad de ahorro e inversión del Estado y el aumento del endeudamiento público.
Durante su primera semana, el Ejecutivo complementó el PRECP con el Plan de Ahorro en Oro, que sustentará el ahorro nacional e internacional en lingotes de oro; y con el Plan de Crecimiento Económico. Se firmaron Acuerdos Especiales de Operaciones Conjuntas y Planes de Inversiones de la Industria Petroquimica, dirigidos a reactivar PDVSA y alcanzar un nivel de producción de un millón de barriles diarios. Este agregado busca resolver la falta de inversión y ahorro, frenar el ritmo de endudamiento, destrabar la entrada de divisas internacionales al país y reactivar el aparato productivo petrolero. De acuerdo al Presidente, Nicolás Maduro, “la industria petrolera, petroquímica y gasífera nacional, le va a dar al país a corto, mediano y largo plazo, los recursos para expandir las fuerzas productivas” .
El diagnóstico del PRECP contempla la estabilización de precios y el freno de la hiperinflación, renivela los salarios y recupera el mercado interno, permite acceso a divisas internacionales y rompe el bloqueo internacional, regula las divisas y frena la manipulación del tipo de cambio paralelo, atrae inversión y reactiva la producción. Según el Presidente Maduro, “se ha logrado la fórmula perfecta”, pero ¿qué pasa con las tendencias del mercado internacional?
El PRECP deposita toda su confianza en el petróleo
. Olvida que la alta volatilidad de los precios y la especulación en mercado petrolero fueron parte del origen de su actual crisis. Los precios del petróleo aún no superan la caída del 75% sucedida entre julio 2014 y enero del 2016. Ignora la tendencia por desplazar al petroleo de la matriz energética y el auge tecnológico de energías más eficientes, limpias y renovables.
La petrolización de Venezuela implica una absoluta sujeción al mercado internacional. Romper la dependencia importadora de bienes de primera necesidad, por decir alguna, obliga a la diversificación productiva. Sin abandonar el modelo rentista petrolero, el PRECP no podrá garantizar crecimiento y prosperidad.