Por Antonio Rosas-Landa

Chicago, Illinois.— El presidente de Estados Unidos amenazó con ejecutar redadas masivas que deporten a millones de indocumentados a partir del 14 de julio. Las declaraciones de Donald Trump desataron terror en las comunidades inmigrantes que lucen desoladas y desiertas, pues nadie quiere arriesgarse a ser expulsado y separado de sus seres queridos.

¿Qué tan cierto es que Inmigración va detrás de millones de indocumentados? Es poco probable, pues la agencia no cuenta con los recursos, el personal ni la logística para implementar operativos a gran escala. Lo que sí es posible es que vayan a los domicilios de unos 2 mil indocumentados con una orden pendiente de deportación.

La amenaza de Trump tiene un objetivo distinto que denominaré: “Lo horrible de la situación”. Como el experto manipulador que es, el presidente quiere mandar ondas expansivas que generen zozobra, el mensaje es a su base electoral de intolerantes e ignorantes que él sí cumple con sus promesas (por ominosas que éstas sean) y que no teme ejercer mano dura. Las deportaciones tienen como finalidad dejar en claro que los indocumentados no son bienvenidos y será mejor que se vayan por la fuerza o por su propio pie. Es una campaña de terror que deja a millones en la incertidumbre.

John Sandweg, quien fue director en funciones de Inmigración, y trabajó en el Departamento de Seguridad Nacional entre 2009 y 2014, criticó la medida: “Lo que se está haciendo es alertar a potenciales individuos que serán blanco de esta operación para que puedan lastimar a los agentes de Inmigración. La gente que se busca no estará en sus residencias porque sabrán que [los agentes] están en las calles y se esconderán. Desafortunadamente, creo que veremos a mucha gente detenida a pesar de no ser un peligro para la seguridad del público.”

Si tomamos la falsa premisa de criminalizar a los indocumentados, digamos que este operativo sería tan efectivo como anunciar que se enviará a la Guardia Nacional a aprehender a los capos de la droga en México. En este hipotético, veríamos si los jefes de la droga se quedan esperando a ver si se cumple la amenaza.

Este clima de miedo se caracteriza por utilizar los recursos del Estado para abusar de una de las poblaciones más vulnerables. Es hacer escarnio de quienes están indefensos ante un ataque implementado con un inusitado nivel de crueldad, en una nación que fuera en otros tiempos incluyente, humanista y compasiva.

Esta dantesca maldad me lleva a lo que denominaré: “Lo positivo de la crisis”. Miles de personas han salido a las calles para protestar las acciones migratorias. Las organizaciones de fe, organizaciones comunitarias, políticos locales y las municipalidades que albergan a las ciudades más poderosas han respondido a la altura de lo que significa ser estadounidense.

En las 10 ciudades donde se esperan operativos (las más pobladas e importantes) se ha prohibido que las fuerzas locales del orden cooperen con Inmigración. Se han ampliado los fondos y recursos para proteger a las comunidades inmigrantes y los medios de comunicación han informado a sus audiencias de cómo protegerse en caso de entrar en contacto con los operativos.

Del circo de terror de Trump ha surgido lo mejor del espíritu estadounidense para proteger a los que no tienen voz y extender una mano a quienes se pretende usar como carne de cañón. Todo lo que hoy hace este presidente y quienes lo apoyan encontrará una reacción. Los inmigrantes y quienes simpatizamos con su causa no sucumbiremos en silencio. Más bien, la agresión nos da la oportunidad para organizarnos, detener la injusticia y, luego, derrotar políticamente al artífice de convertir a Estados Unidos en una tierra de cobardes que contradice los valores esenciales de esta nación.

Periodista. @ARLOpinion

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