La mala calidad del aire en la Ciudad de México y los días de contingencia hicieron sonar la alarma de la gravedad del problema ambiental. Ojalá no fueran necesarias las medidas extremas para estar más conscientes de nuestra relación con el medio que nos rodea y la importancia de tomar cartas en el asunto desde cada una de nuestras trincheras. Es compromiso de todos contribuir en la mitigación de los efectos negativos de muchos años de utilización irresponsable de los recursos naturales.

Además del aumento en la temperatura, en los últimos 10 años, de acuerdo con información de las Naciones Unidas, han habido 3 mil 852 desastres naturales relacionados con el cambio climático. Este proceso afecta de manera negativa a todos, pero el impacto es mayor en mujeres y niños, así como en países en vías de desarrollo.

Esto se debe a que una gran parte de la población se encuentra en condiciones de pobreza, viven en zonas rurales, dependen en mayor medida de los recursos naturales para su supervivencia y no cuentan con las herramientas suficientes para responder a amenazas ambientales. En el tsunami asiático del 2004, 70% de las víctimas que fallecieron fueron mujeres.

Dada la relación que tienen las mujeres con la naturaleza y las actividades que tradicionalmente realizan como cocinar e ir por agua, son las primeras afectadas por el cambio climático. Las consecuencias promueven la desigualdad de género e intensifican las brechas. Sin embargo, las mujeres también son una pieza clave en las medidas de mitigación. Al involucrarlas en la planificación e implementación de acciones de cuidado ambiental, se obtienen mejores resultados en el largo plazo. Es importante que las mujeres participen en el ámbito local, pero también en los órganos internacionales de gestión sobre el cambio climático. Actualmente, están subrepresentadas en los puestos de liderazgo que toman las decisiones en materia ambiental.

Es imperativo implementar una perspectiva de género en la agenda global y nacional del cambio climático. Las políticas de mitigación deben reconocer la importancia de la participación de las mujeres, pero también incluirlas en el proceso de toma de decisión para generar políticas públicas efectivas de cuidado del medio ambiente. El conocimiento de las mujeres, el manejo de recursos naturales, su labor como agentes de cambio y su experiencia a nivel local las convierte en piezas fundamentales del proceso de mitigación y adaptación. Es momento de considerar el poder político y económico de las mujeres, no sólo tomarlas en cuenta como víctimas y beneficiarias. Las políticas de género y las políticas ambientales deben estar vinculadas. La inclusión y la equidad de género son factores muy importantes en la construcción de un futuro más sustentable. El empoderamiento de la mujer es una respuesta acertada a los principales retos ambientales que enfrentamos.

Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer

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