De entre todos los artículos y transitorios de la constitución que entraron en vigor el pasado año, el artículo transitorio 22 de la Constitución de la Ciudad de México, fue quizás de los menos discutidos (hasta ahora). En él se menciona que, una vez concluido el proceso electoral 2018, los legisladores tendrán que iniciar un proceso de revisión de la configuración de la división geográfica de las demarcaciones de la ciudad, con el objetivo de equilibrar los tamaños poblacionales entre las alcaldías. Es decir, redefinir las alcaldías en la Ciudad de México.

Por un lado, la jefa de gobierno ya ha manifestado su preocupación respecto a que esta decisión se traduzca en más burocracia o en un mayor gasto; preocupación que, en parte, es compartida por COPARMEX, de acuerdo con las últimas declaraciones de su presidente Jesús Padilla Zenteno1. Sin embargo, para los empresarios representados en este organismo, esta discusión es también una oportunidad para acercar los servicios a la ciudadanía.

Durante las próximas semanas seguirán surgiendo este tipo de posicionamientos, los cuales, sin duda, contribuyen al debate. No obstante, es necesario no tomar a la ligera el tema y profesionalizar la discusión. Para comenzar la discusión, vienen a colación un par de preocupaciones:

La primera está relacionada con la posibilidad de que suceda Gerrymandering, un concepto que quizás no nos es tan familiar, pero les prometo, no será la primera vez que lo escuchemos. No al menos mientras esta discusión exista. Pero, ¿Qué significa? A grandes rasgos el gerrymandering2 consiste en la división de un territorio, de tal forma en que esta división otorgue a una fracción política una ventaja electoral arbitraría.

El problema es, que si bien esto no es consecuencia directa de la redivisión geográfica podremos esperarlo como efecto secundario cuando se tenga que re-distritar electoralmente la ciudad.

Para evitar esto y con ello que se vulnere la vida democrática de la capital es necesario blindar el proceso, y no reducirlo a densidad poblacional, es decir, desarrollar una propuesta que considere la mayor cantidad de factores posibles, respetando en todo momento las dinámicas y tradiciones de las comunidades.

Esta preocupación surge al pensar las dinámicas y tradiciones de los pueblos originarios de las alcaldías. Tomemos como ejemplo el caso de la alcaldía de Iztapalapa, la cual ha sido la más mencionada entre las candidatas a ser dividida debido al volumen de su población. (1,788,750 habitantes en 2019)

En caso de que se diera una división basada únicamente en el número de habitantes, sin tomar en consideración los usos y costumbres de los pueblos de la capital, se ponen en riesgo dinámicas sociales que dotan de identidad y que fortalecen el tejido social en el cual habitamos.

Retomando el caso de Iztapalapa, pensemos en los 8 barrios originarios, en las pozas, en el viacrucis, usos y costumbres que se encuentran tan arraigados en la demarcación y cuya importancia radica en la forma en la que estas dotan de identidad a una comunidad, y cuya continuidad se ve amenazada en caso de que se diera una división geográfica, sin discusión.

Es posible que al final de este proceso de revisión, nos quedemos con las 16 alcaldías de siempre, sin embargo, es necesario que mientras se realice esta discusión, coloquemos todos los temas sobre la mesa.

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano
@un_mexicano @ObsNalCiudadano

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