Andrew Selee

Lo que le falta a la política migratoria de Trump

19/01/2018 |02:16
Redacción El Universal
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La semana pasada, el debate migratorio en EU descendió a la cloaca. Según reportes, Donald Trump cuestionó un acuerdo migratorio que habría dado status legal a personas mayormente de ciertos países latinoamericanos, caribeños y africanos, y preguntó, según los reportes, por qué EU recibía tanta gente de “países de mierda y no de Noruega”.

Es fácil burlarse de Trump o reprobarle lo dicho, con sus tintes abiertamente racistas, pero el intercambio con legisladores del Congreso muestra temas fundamentales que están en debate en estos momentos en EU y podrán tener implicaciones mucho más allá de una negociación sobre los soñadores o Dreamers.

Para empezar, el acuerdo que se le presentó a Donald Trump no sólo legalizaba el status de los Soñadores, sino también extendía un estatus legal intermedio a sus padres (sin posibilidad de ciudadanía) y a muchos salvadoreños y haitianos. Al mismo tiempo, el acuerdo proveía fondos para empezar a construir el muro que quiere Trump en la frontera con México y recortó la llamada “lotería de visas”, que permite que personas de países con poca migración a EU (muchos de ellos en África) tengan acceso a visas.

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Fue un acuerdo que encerraba varios cambios — legalización de un grupo amplio de indocumentados (unos 2 a 3 millones, aunque no todos de la misma forma), la casi eliminación de la lotería de visas y la construcción de un muro. Empezaba a desdibujarse cambios al sistema migratorio mismo, con los republicanos aceptando la legalización y los demócratas el muro y la cancelación de un programa de visas popular entre su base política.

Y aquí viene la pregunta central de Trump: ¿por qué beneficiar a tantos inmigrantes de países pobres y tan pocos de países ricos? ¿No queremos, al final de cuentas, un sistema de mérito?

Puede que su actitud sea meramente racista, pero creo que también se debe a una concepción particular de la migración que tiene devotos en amplios sectores de la población estadounidense — y no sólo en este país, sino en muchos otros, incluyendo México. En esta conceptualización se considera a los inmigrantes con mayor educación y de países ricos como los de más beneficio para un país.

Pero aquí hay tres problemas analíticos y vale la pena señalarlos porque son elementos importantes en decidir qué tipo de sistema migratorio queremos, en EU, en México o en cualquier país. El primero es que el mérito es uno de los criterios para la migración, pero no la única. Los países aceptan refugiados y migrantes huyendo de situaciones de violencia porque es parte de su política exterior, su compromiso con la comunidad internacional y su imagen al exterior del país, y a veces se aceptan migrantes económicos de países vecinos o cercanos por la misma razón.

Sin embargo, no creo que Trump esté completamente incorrecto al proponer que EU debe tener más vías para que vengan inmigrantes seleccionados por su contribución económica. Ahora sólo representan un siete por ciento del total de visas, un número bajísimo, comparado con las visas familiares que representan la gran mayoría.

Pero ahí habría que preguntar si se quiere sólo inmigrantes con estudios universitarios o si también hay necesidades laborales para los que no los tiene. Por lo menos para Estados Unidos, parece que sí hay necesidades laborales no sólo para puestos profesionales, sino también en agricultura y servicios, que no requieren más estudios universitarios. Sí queremos más visas de trabajo, en que el mérito del individuo es lo que decide, no sus lazos familiares, pero el mérito no sólo se comprueba con títulos universitarios.

Así que crear una política migratoria basada en mérito no depende sólo de seleccionar ciertos países, ni sólo a los que cuentan con estudios universitarios. Una política migratoria de mérito requiere de entender las necesidades reales de la economía y buscar vías legales para la inmigración empate con estas.

Presidente del Instituto de Políticas Migratorias