El dolor más profundo de nuestra sociedad, los feminicidios, no pueden ni deben seguir utilizándose como bandera política de nadie. Es urgente blindar la integridad de las mujeres mexicanas mediante acciones concretas, legales e institucionalizadas, para que ni la omisión, la ineficacia o la corrupción sigan arrancando las vidas de unas y secuestrando la tranquilidad del resto.

Por eso celebro la negativa que las integrantes del Observatorio Nacional del Feminicidio (OCNF) dieron a una agencia de mercadotecnia que pretendía realizar una campaña para que el día 3 de noviembre se realizara el “Día de muertas”.

Las 43 organizaciones que tienen presencia en 23 de los estados del país, advirtieron que no conciben el “Día de muertas” como algo “nuestro”, que está en “nuestra cultura”, en “nuestra idiosincrasia” y señalaron que sería inadmisible equiparar las muertes de mujeres a los asesinatos.

“Las mujeres asesinadas no pueden ser una tradición y mucho menos una bandera utilizada por la agencia de publicidad que impulsa dicha iniciativa y que pondera la campaña sobre el tema de fondo que es la prevalencia y agudización del feminicidio en todos los estados del país”, subrayaron.

Sin embargo, el intento de la agencia de mercadotecnia es también reflejo de diversas intenciones por visibilizar o sacar ventaja de un problema que incumbe a toda la sociedad y en particular al Estado mexicano.

En cualquier democracia, el papel de la oposición al gobierno es fundamental, pues aporta la visión crítica que normalmente escasea entre los integrantes de un régimen y abandera causas que fueron ignoradas o insuficientemente atendidas, siempre desde una ventajosa posición, pues no es lo mismo decir que hacer.

En México, después de la pasada elección presidencial, hay quienes todavía no se han percatado de la enorme responsabilidad que significa haber ganado y siguen abonando al discurso del odio y a la polarización de la sociedad con ocurrencias que en nada suman para avanzar en soluciones concretas.

No es mi intención generalizar, porque al igual que en mi partido, en la izquierda existen personas muy valiosas que por años se han dedicado a construir acuerdos que se traduzcan en resultados legislativos, pero reconozcamos que hay quienes piensan que la realidad cambiará por decreto el primero de diciembre próximo y siguen en el decir, más que en el hacer.

En medio de la indignación que a muchos nos ha ocasionado el decir y actuar del presidente electo, debo reconocer que se ve una luz en el camino: la llegada de quien será la primer mujer secretaria de Gobernación en México: Olga Sánchez Cordero.

Ojalá ella sepa imponer sensibilidad y conocimiento frente a ocurrencias, pero también tender puentes con quienes son corresponsables: los gobiernos locales, además del Congreso, para lograr consensos y leyes que partan de una realidad que no respeta fronteras ni tolera más oportunismos.

Prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres no admite más titubeos, dilaciones o intentos por sacar raja política. Es bueno saber que la ex ministra de la Suprema Corte de Justicia ya se reunió con integrantes del OCNF, donde recibió de primera mano propuestas, resultado de años de lucha y de las muy desafortunadas experiencias que pueden cambiar, si atendemos las causas, de manera coordinada, cada quien en el ámbito de sus competencias, y sin escatimar voluntad, pero tampoco recursos. La austeridad no puede atentar contra la seguridad de las mujeres y de ello hablaré en otra colaboración.

Diputada federal del Estado de México

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