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Tantos años de ser fiel escudero de un Quijote que repudia la injusticia, la ostentación y la frivolidad porque ofenden la pobreza del pueblo; lustros de permanecer en un discreto segundo plano, recorriendo los territorios más pobres, escuchando las quejas y las denuncias de tantos mexicanos para quienes la sobrevivencia es un ejercicio doloroso, el hambre y las enfermedades evitables de sus niños, las tierras yermas, el acoso de los criminales...; largas jornadas conociendo lo que casi nadie conoce, lo que —luego de presenciar la miseria— su jefe y amigo se dice casi para sí mismo, ya en la privacidad de su coche.
Y, de repente, en ocasión de su boda, manda todo al carajo y convierte su propio casamiento en un espectáculo extravagante y frívolo, que empata con los usos de los personajes que su jefe repudia: los señores del gran dinero, no siempre bien habido (algunos, por cierto, invitados a la fiesta) y sus parejas, las llamadas socialités, que se la viven de fiesta en fiesta, en “beneficencias sociales” o en paseos exóticos que les sirven como escaparate, y pueblan las revistas del corazón y las secciones de sociales de los diarios.
Nada se descuidó para este enlace. La ceremonia religiosa en la Capilla del Rosario, excelsa muestra del barroco novohispano, el templo fue adornado con 9 mil rosas blancas y la misa oficiada por monseñor Víctor Sánchez Espinoza, arzobispo de Puebla.
Más de 500 invitados, entre ellos, el gobernador panista, Antonio Gali, Olegario Vázquez Aldir, Manuel Velasco Coello y otros personajes; los testigos —el principal, su jefe, el presidente electo—; la mesa de regalos, varios de los sugeridos con precios alrededor de los cien mil pesos; la fiesta amenizada por Los Ángeles Azules, y los tres vestidos de la novia confeccionados por Benito Santos, un modisto famoso, para “la gente bonita”.
El banquete espléndido: cola de langosta, el caviar mexicano: los escamoles, filete a la bordelesa y una gloriosa mesa de postres... Y para coronar tanta estulticia: la portada y el reportaje principal de la revista ¡Hola!, la misma que exhibió en los inicios de la administración que concluye, la Casa Blanca de la señora Angélica Rivera y que marcó el principio del fin de un gobierno frívolo y corrupto. Más que una publicación, un elogio a la frivolidad que en estos años pareció convertirse en lo que en tiempos de moderación fue la Crónica Presidencial.
¿Y dónde se extravió la austeridad republicana?, ¿dónde quedaron las invocaciones a don Benito Juárez, el que llamaba a los funcionarios a vivir en la honrosa medianía?, ¿dónde la congruencia entre el decir y el hacer? En su lugar, la ostentación grotesca. Y de nada vale decir que la austeridad y la honestidad solo es esperable en lo tocante a los dineros públicos. Millones de electores votaron contra el boato y la fastuosidad de nuestra clase gobernante: las colecciones de relojes o de autos clásicos, las comidas en restaurantes de postín...
Una pregunta resulta inevitable: ¿quién es, en verdad, el próximo coordinador general de política y administración de la Presidencia de la República y quién es su esposa?, ¿es el discreto vocero de un líder social que repudia la ostentación o el pretencioso funcionario que podrá abrir o cerrar la puerta de acceso al titular del Poder Ejecutivo a algunos de sus invitados, expertos en acomodarse con el gobierno en turno priista, panista o morenista?
La experiencia de la “boda Fifí” debe obligar a los miembros prominentes del nuevo gabinete y al funcionariado todo, a poner sus barbas a remojar. Su comportamiento privado ya no es íntimo, está en el foco de los medios y de la sociedad.
La boda de César Yáñez deja varias lecciones, entre ellas que predicar con el ejemplo no es suficiente. Nada aprendieron Yáñez y su esposa del comportamiento austero de su jefe y amigo. Si ni siquiera el más próximo de sus colaboradores pudo sustraerse a la tentación mundana, qué esperar de los otros.
La mujer del César debe ser honesta y parecerlo, se decía entre los romanos; ¿esto no vale para el amigo y colaborador del presidente electo?
“Por sus bodas los conoceréis” o ¿cómo era?
Presidente de GCI.
@alfonsozarate