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“Je ne regrette rien”. Edith Piaf
Como anticipo de lo que sería el Informe —la crónica edulcorada de cinco años de gobierno—, en los días previos al primero de septiembre se desplegó por todos los medios una intensa campaña de spots que cerraban con una rúbrica: “Lo bueno cuenta y queremos que siga contando”, campaña que pretende hacer aparecer lo que son lunares —puntos excepcionales sobre un tejido social lastimado—, como la realidad de todos: un país de ensueño, un mundo feliz.
Desde que la sinrazón les negó a los presidentes su acceso a la sede del Congreso, los titulares del Poder Ejecutivo se han refugiado en territorio propio. En su discurso en Palacio Nacional, el presidente Peña, protegido con su armadura habitual —el teleprompter que usa con asombrosa habilidad, la dicción impecable y los movimientos estudiados que omiten la espontaneidad—, ofreció su visión del país que ha gobernado por casi cinco años.
El Informe debía ser un ejercicio republicano de rendición de cuentas, sin embargo, es un paseo por un México imaginario, un texto a modo en el que abundan palabras para describir lo que se ha hecho, pero escasean los datos duros sobre los resultados de esas acciones y en el que prevalece el manejo convenenciero de las cifras, va un ejemplo: se informa que la economía ha tenido un crecimiento promedio anual de 2.1%, “superior —se dice— al crecimiento del mismo periodo del sexenio anterior”. Pero se omite que esa tasa es inferior al “mediocre crecimiento” que tanto denostó durante la campaña presidencial el candidato Peña, de tan solo 2.3 en los últimos 30 años, y que no es ni la mitad del crecimiento del 5% que, según ofreció, generarían las “reformas estructurales” en el último bienio de su administración.
El compromiso presidencial con un México en paz se desvanece en este quinto año. No es sólo el repunte dramático de los homicidios dolosos, están también los secuestros y las extorsiones que no cesan, los asaltos a transportes en las carreteras y vías férreas, la “ordeña” a los ductos de Pemex que se multiplica a niveles escandalosos, los miles de desaparecidos... Como lo hemos podido constatar, al abatimiento o detención de “objetivos prioritarios” —una ofrenda a las agencias norteamericanas de inteligencia—, ha seguido la fragmentación de los carteles y la multiplicación de las bandas sumamente violentas que controlan anchas franjas del territorio nacional. La “nueva” estrategia en materia de seguridad ha resultado fallida: la sociedad vive con miedo, pero nada de esto se dice.
Peña dice respaldar la implementación del Sistema Nacional Anticorrupción, pero en los hechos, está moviendo todo para lograr su fracaso y que, a pesar de la fragilidad ética exhibida en estos días, Raúl Cervantes, el fiscal carnal, se quede como fiscal general de la República por nueve años.
Pero lo bueno también cuenta. La Cruzada Nacional contra el Hambre está dando resultados, lo mismo que el Programa Prospera: se ha reducido el número de pobres; hay crecimiento del empleo —aunque se trata de empleos precarios, de hasta dos salarios mínimos, como el que tiene 39% de los asalariados—; está en curso una política de vivienda más sensata que se aparta de la construcción de unidades habitacionales distantes de los centros urbanos y de trabajo. Buenas cuentas en salud; avances, también, del nuevo modelo educativo.
La inversión petrolera alcanza 70 mil millones de dólares, se ha duplicado la capacidad de los puertos y hemos logrado mayores exportaciones agropecuarias y pesqueras. El turismo también ofrece buenas cuentas, pero es un flanco muy vulnerable por el avance de las bandas criminales en Acapulco, Cancún, Playa del Carmen, Los Cabos…
Y al abordar la relación México-Estados Unidos, irrumpe el único aplauso auténtico, los invitados se ponen de pie ante la definición: “No aceptaremos nada que vaya en contra de la dignidad de la nación”.
Sin embargo, destaca la ausencia casi total de autocrítica; si acaso, apenas un asomo, por ejemplo, la pálida referencia al repunte de los homicidios “…ese resultado se ha revertido. Los tres órdenes de gobierno estamos llamados a redoblar esfuerzos”.
Y luego viene el cierre que nos advierte que el próximo 1 de julio acudiremos al llamado de las urnas y existen riesgos de retroceso. A López Obrador le zumban los oídos.
¿De verdad cree el Presidente que “México está hoy mejor que hace cinco años”? Pues que repita la frase del epígrafe: “No me arrepiento de nada”.
Presidente de Grupo Consultor Interdisciplinario.
@alfonsozarate