En la actualidad diversas sociedades atraviesan por una crisis de valores, entre ellos la justicia, que es un valor esencial del Derecho. No olvidemos que el Estado es el responsable de garantizar el bien común, la seguridad jurídica y el orden público. ¿Cuál es el diagnóstico en México?
En materia de justicia, el reporte Hallazgos 2017 elaborado por México Evalúa señala que los índices delictivos, la ilegalidad y la vulneración a la dignidad humana siguen incrementándose a pesar de los enormes esfuerzos que ha dedicado el Estado para su combate. El dato a destacar es que, en esta ocasión, el gobierno no escatimó ni limitó la inversión de recursos financieros, organizacionales y humanos en la implementación del Nuevo Sistema de Justicia Penal.
Entre 2010 y 2016 se distribuyeron 4 mil 173 millones 317 mil 985 pesos a las entidades federativas para la justicia penal y se realizaron mil 500 proyectos de capacitación con impacto en 247 mil operadores del sistema. Sin embargo, de acuerdo con México Evalúa, el promedio nacional de impunidad es de 87.3%. Este diagnóstico nos permite reflexionar que la solución al problema no radica solamente en la inversión de recursos materiales.
Además de fortalecer la eficiencia en el gasto público y la rendición de cuentas, debemos atender el flanco social de la crisis que atravesamos. En su amplia obra, la filósofa Martha Nussbaum habla de una “crisis silenciosa” ocasionada por la decadencia de la educación. Para ella, la educación se ha convertido en utilitarista y se basa, cada vez más, en conocimientos fácticos y lógicos, dejando a un lado la reflexión, las artes y las humanidades. El resultado es la formación de personas capacitadas técnicamente, pero más enfocados en la acumulación de riqueza personal y progreso material que en la aplicación ética, solidaria y empática de sus conocimientos.
Ante esta realidad, es necesario cambiar el enfoque. Además de conocimientos técnicos, la sociedad requiere de una educación basada en valores fundamentales para la paz social y la democracia. Las escuelas de arte contra la violencia son un buen ejemplo de esto. Además de fomentar la creatividad y la imaginación, la educación artística de niños y jóvenes cohesiona comunidades y permite que las personas menos favorecidas de la sociedad participen con el resto. Contrario a la idea de separar a los individuos de una comunidad según sus capacidades, la apuesta debe ser integrarlos para fomentar la tolerancia, la pluralidad y la solidaridad.
El filósofo liberal Isaiah Berlin era contrario a la idea de una sociedad perfecta y sin conflicto; pensaba que en muchas ocasiones sus partidarios estaban dispuestos a sacrificar los derechos de algunos miembros de la sociedad en aras de alcanzar ese ideal. Bajo esta lógica, racional para algunos, podría justificarse indebidamente la vulneración de algunos derechos. En su lugar, Berlin creía en una sociedad plural, construida sobre principios de justicia y democracia que, sin anular los conflictos, estableciera los valores y mecanismos para poder procesarlo.
Solo con estos valores podremos alcanzar la noción de justicia planteada por John Rawls, de acuerdo con la cual los derechos, deberes y bienes sociales deben ser adecuadamente distribuidos entre los individuos, sin importar la posición social que ocupen. En la actual situación nacional, aunado a la técnica, la razón y la ciencia, debemos rescatar a las artes y el humanismo para construir una sociedad más justa.
Consejero de la Judicatura Federal