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El Inegi dio a conocer su informe de empleo de diciembre pasado. Con cifras ajustadas por estacionalidad, la tasa de desempleo se ubicó en 3.57%, su nivel más alto desde diciembre de 2016. Con ello, dicho indicador sumó dos meses consecutivos al alza. Por su parte, la tasa de participación –que mide el porcentaje de la población de 15 años o más que se encuentra empleada o desempleada– se mantuvo sin cambio con respecto al mes previo.
Asimismo, la tasa de subocupación –que representa el porcentaje de trabajadores ocupados que estarían dispuestos a trabajar más horas– se ubicó en diciembre en 7.24%, alcanzando su nivel máximo en los últimos nueve meses. Cabe señalar que al igual que la tasa de desempleo, la tasa de subocupación sumó dos meses consecutivos al alza.
En este contexto, varios analistas señalaron que el incremento de la tasa de desempleo se explica por el plan de austeridad que instrumentó el gobierno federal hacia finales del año pasado. Sin embargo, hay que reconocer que el impacto de dicho plan fue muy reducido en diciembre, ya que el recorte presupuestal entró en vigor hasta enero del presente año.
Considero que la desaceleración del mercado laboral está anticipando un menor ritmo de crecimiento para la economía mexicana en el primer trimestre del presente año. De hecho, otros indicadores de empleo, como el de los trabajadores asegurados en el IMSS también muestran una marcada desaceleración del mercado laboral, ya que el crecimiento anual de la creación de empleos formales –misma que no incorpora a los trabajadores del sector público– resultó de 3.5% en diciembre, luego de que en mayo de 2018 había alcanzado un crecimiento de 4.5%.
Las cifras del mercado laboral se adicionan a otros indicadores que también sugieren una desaceleración de la economía mexicana para el presente año. Así, la confianza empresarial ha registrado una tendencia descendente en los últimos meses. Dicho indicador, si bien registró una mejoría marginal en diciembre pasado, el rubro que mide la disposición de las empresas para efectuar inversiones en capital continuó cercano a mínimos histórico para todos los sectores incluidos en la encuesta. Ello podría anticipar un debilitamiento de la inversión privada durante la primera mitad del presente año.
Por otra parte, a pesar de que la confianza del consumidor se ha mantenido en niveles elevados –lo que, en principio, anticiparía un desempeño favorable del consumo privado– es probable que el gasto de gobierno, tanto de consumo como de inversión, se vea limitado en 2019. En este contexto, cabe recordar que generalmente el gasto de gobierno tiende a resultar relativamente bajo en el primer año de un nuevo gobierno, ya que se efectúa en el año posterior a las elecciones en el que usualmente los gobiernos estatales y locales aplican medidas de austeridad con el fin de sanear sus finanzas públicas tras el gasto detonado por el proceso electoral. Asimismo, en el primer año de un nuevo gobierno se presenta una cierta lentitud en el ejercicio del gasto público ya que la burocracia está aprendiendo a gastar y, de hecho, también se presentan retrasos en los pagos a proveedores por reorganizaciones en las estructuras de gobierno.
También hay que considerar que la mayoría de los analistas anticipan un menor dinamismo de la economía norteamericana en 2019. Ello tendría como contrapartida una desaceleración de la demanda externa por bienes y servicios mexicanos, lo que se reflejaría en una menor producción manufacturera destinada al mercado exterior.
Todos los factores anteriormente mencionados sugieren que la economía mexicana podría registrar un menor ritmo de crecimiento económico en 2019. De hecho, al considerar el impacto en la actividad económica es probable que el crecimiento de la economía mexicana en 2019 resulte cercano a 1.7%, marginalmente por debajo de 2% que se estima haya registrado en 2018.
*Director de Analítica en Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabilidad exclusiva del autor.