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Está en formación un nuevo gobierno y, quizá, la construcción de otro régimen político. La contundencia del triunfo electoral y la necesidad de habitar el espacio público entre el 1º de julio y el 1º de diciembre han llevado a Andrés Manuel López Obrador, candidato electo y próximo presidente, a poner en marcha una nueva República.
El efecto de las primeras propuestas y reuniones genera la impresión de que ya estamos frente a un gobierno en operación. Así se ha manejado el mundo informativo, porque lo importante es lo que pasa en las oficinas de la colonia Roma; la nota la da diariamente AMLO. El interés informativo de lo que sucede en Los Pinos ha bajado a niveles mínimos. El objetivo fundamental de estas semanas y meses es anunciar los instrumentos, formar los equipos, diseñar las políticas y, sobre todo, mantener la expectativa de que las promesas de campaña serán una realidad. Si la primera semana fueron para los abrazos con los adversarios, en estos últimos días llegaron las propuestas de reforma con una lógica transversal: terminar con los privilegios e instalar la República de la Austeridad.
El reacomodo de intereses, para que sea creíble, tiene que empezar por arreglar la casa. Cuando en la campaña le preguntaban a AMLO de dónde obtendría los recursos para reorientar el gobierno hacía un paradigma redistributivo, afirmaba con mucha seguridad que de los recortes a los privilegios y a la corrupción. Esta respuesta generaba muchas dudas, sobre todo porque las cifras parecían forzadas. Once días después de la elección, el plan empezó a tener forma en una docena de propuesta de cambio que serían enviadas al Congreso de la Unión. Los nudos de esas propuestas proponen, en primer lugar, un gobierno austero en donde se terminarán los altos sueldos, bonos especiales, seguros privados y todo lo que a lo largo de muchas administraciones ha logrado conseguir la alta burocracia. Se quiere hacer realidad que ningún funcionario gane más que el presidente de la República; es decir, más de 108 mil pesos. Se anuncia una reestructuración de todo el aparato administrativo que fusionará áreas, cancelará subsecretarías y suprimirá delegaciones en los estados. Se presentó además un listado con 50 medidas de austeridad.
En segundo lugar, una parte complementaria es terminar con el fuero para que el presidente pueda ser juzgado por delitos electorales y por corrupción, para lo cual se propone modificar el Artículo 108 de la Constitución. Junto a este cambio también se quiere elevar a delito grave (sin libertad bajo fianza) asuntos que preocupan mucho: corrupción, tráfico de influencias, fraude electoral, robo de combustible. Delitos que usurpan importantes recursos públicos.
En tercer sitio se pretende un reacomodo de la administración, volver a tener una Secretaría de Seguridad Pública y encuadrar al Estado Mayor Presidencial dentro de la Secretaría de la Defensa Nacional. En cuarto lugar se ubican las propuestas para empezar a cambiar reformas y decretos, como las leyes de la reforma educativa y las reglas de privatización del agua. En materia educativa se propone garantizar el derecho a la educación en todos los niveles de escolaridad; se anuncia que se crearán cien universidades públicas. Una estrategia transversal será revertir la privatización en distintas áreas. Por último, se anuncian propuestas para legislar figuras de una democracia participativa, como la revocación de mandato y las consultas populares. Esperemos que estos instrumentos participativos no generen más ruido que ventajas, porque un uso irresponsable puede ser caótico, y si no que les pregunten a los ingleses con su Brexit.
En estos días hubo dos reuniones importantes de AMLO, una con los gobernadores, a los que les anunció que austeridad y transparencia serán las nuevas reglas del juego para la relación entre el centro y las regiones. Y la otra reunión fue con el equipo de Trump (los secretarios de Estado, del Tesoro y de Seguridad Interior), a quienes les hizo propuestas sobre comercio, seguridad y migración. Este frente externo será un gran desafío para el nuevo gobierno.
La República de la Austeridad va a generar un fuerte reacomodo y mucha incomodidad. Veremos qué sucede…
Investigador del CIESAS. @AzizNassif