Hay muchos esfuerzos recientes en las ciencias sociales para explicar por qué la democracia política está en crisis y se ha vaciado. Conceptos como “la posdemocracia” o “el autoritarismo competitivo” dan cuenta de esa tarea. Aquí en México todos los días nos preguntamos ¿en qué tipo de elección estamos inmersos? Entre discursos huecos, guerra sucia inercial y candidaturas de una clase política muy revuelta, se ha reforzado el desencanto y el temor. Expresiones recientes también apuntan hacia una crisis del sistema de partidos políticos, como ha sucedido en muchos países; es decir, en México no somos originales. En Italia se destruyó un sistema partidista sólido, igual sucedió recientemente en Francia; en Brasil se ha destruido una democracia social que fue una alternativa en América Latina; qué decir de un sistema democrático que elige como presidente a un tipo como Donald Trump. ¿Qué tan grave es la situación?

En México han surgido extrañas coaliciones electorales que juntan a derechas con izquierdas y a progresistas con conservadores. La explicación apunta hacia una lógica pragmática para ganar las elecciones. Muchos militantes o simpatizantes de Morena entraron en crisis cuando se hizo la alianza con el PES, con los familiares de la maestra Gordillo, con Cuauhtémoc Blanco y con algunos panistas que fueron antagonistas de AMLO. Para rematar, aparece una figura muy controversial como Napoleón Gómez Urrutia, líder de los trabajadores mineros que está autoexiliado en Canadá desde hace muchos años. Diversos argumentos lo ubican como un líder que ha cometido actos de corrupción y ahora lo descalifican para ser candidato por no cumplir con todos los requisitos. En este caso hay un dato relevante: entre 2007 y 2017, los mineros que representa han tenido aumentos salariales tres veces mayores al resto de los trabajadores, como una expresión antagónica al control corporativo. ¿Hay alguna lógica más allá de lo electoral?

La dinámica electoral registra un hartazgo ciudadano por la corrupción y todos los candidatos aprovechan el momento para posicionarse. Ya sabemos que la democracia se ha vaciado de contenidos populares por una falta de representación, un incumplimiento sistemático de las promesas electorales y un pacto de impunidad. Si se quiere volver a llenar de sentido a la democracia, hay que mirar hacia los problemas olvidados, hacia los compromisos sustantivos. Si el mundo de las elecciones —que ha tenido mucha atención pública— ha pasado por múltiples reformas y hoy está plagado de trampas y problemas, imaginemos lo que pasa con el mundo de la justicia, del combate a la corrupción, de los derechos humanos, del trabajo, donde están los graves problemas nacionales. Ésa es la ruta para darle sentido a la democracia. ¿Cuándo llegará el Estado de derecho a estos espacios?

Aquí están las razones del vaciamiento democrático. De nuevo los índices reprueban a México: en materia de corrupción bajamos otros seis lugares para llegar al 135 de 180 países, de acuerdo con Transparencia Internacional. La violencia sigue incontenible, como lo señaló la directora ejecutiva de Amnistía Internacional: “de norte a sur, México es un cementerio (EL UNIVERSAL, 22/II/2018)”. Los mecanismos para proteger a defensores de derechos humanos y periodistas no funcionan; las cifras de delitos son un escándalo: 42,583 crímenes en 2017; 4,390 casos de tortura en revisión, 34,659 desapariciones forzadas, ¿a dónde vamos como país? (Reforma, 22/II/2018). La Auditoría Superior de la Federación registra desvíos de 6,879 millones de pesos (Reforma, 21/II/2018). Dinero público que se fue a empresas fantasmas, triangulaciones políticas, desvíos para campañas electorales y una larga lista de corruptelas hasta acumular esas cantidades multimillonarias que deberían haberse aplicado a salud, escuelas, viviendas, carreteras, etcétera.

La crisis de la democracia viene de una falta de alternativas que ofrezcan a la ciudadanía proyectos de país para enfrentar los graves problemas nacionales. La ensalada de candidaturas es una expresión de esta crisis. ¿Tendremos opciones democráticas el 1 de julio o seguiremos en la simulación y el pragmatismo?

Investigador del CIESAS.
@AzizNassif

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