A medida que avanza el proceso electoral, el país se sumerge en un clima cuya metáfora puede ser la de una gran intoxicación. El cuerpo social ha empezado a sentirse afiebrado y el ánimo decae. La lucha por el poder resulta cada vez más salvaje, los rudos han empezado a dar sus primeros pasos y los técnicos no logran formar un contrapeso importante.

Lo que se conoce como guerra sucia está a la orden del día y ha comenzado a desplegar sus pasos. La falsedad de una campaña propagandística se usa para golpear a AMLO. A reconocidos analistas los hacen parte de una treta con el mecanismo más burdo: seleccionar algún texto crítico en contra de López Obrador, pero armado para golpear. El deslinde de los involucrados siempre será menos efectivo que el golpe dado y allí está la ganancia.

En esta ocasión existen matices que es importante rescatar para no pensar que todos los procesos políticos son iguales. Ya sabemos que la competencia electoral trae consigo la tradicional guerra sucia, que originalmente estuvo pensada para contrastar perfiles y candidaturas. Al calor de la competencia se saca a la luz pública las partes ocultas, las más negativas, de los aspirantes y mediante golpes calculados se busca su desprestigio. El caso mexicano ha generado un modelo de comunicación política que resulta cada vez más intoxicante. En los tiempos mediáticos del Estado se reproducen millones de spots que saturan a tal nivel que ya no se escuchan, son como un ruido cada vez más molesto por su número e intensidad. Así, los partidos que quisieron liberarse del gasto publicitario crearon un monstruo que en realidad sirve de poco. La guerra sucia se libra hoy principalmente en las redes sociales, en donde circula de todo, desde el anonimato de campañas que son como bacterias que sirven para intoxicar el ambiente, hasta una amplia gama de mensajes y críticas que le dan a la contienda aires de libertad de expresión.

Lo que se ha vuelto una costumbre de la guerra sucia, atacar a AMLO, tiene hoy en día otros efectos y dimensiones. Lo que en 2006 fue la efectiva campaña del “peligro para México”, ahora es una partitura menos efectiva que produce un enorme tedio. Ya no hay sorpresa, se sabe que es parte del guión de una serie aburrida que se deja de ver porque ha tenido demasiadas temporadas con más de lo mismo. Hoy no sólo se trata de una intoxicación mediática, sino del peso de una realidad tan contundente de problemas y malos gobiernos, que resulta inútil modificarla con spots y mensajitos huecos que tienen poca credibilidad.

En estos días se ven pasar diversos tipos de cadáveres: desde los asesinatos de una violencia que ha destruido cualquier expectativa de mejoramiento; el cinismo que se ha apoderado de los árbitros, sobre todo del Tribunal Electoral que ahora autorizó el reparto de tarjetas que usa el PRI, es decir, legalizó el delito para la compra del voto; los reportajes sobre la compra mediática que ha hecho este gobierno, que muestran una práctica perversa que golpea la libertad de expresión; hasta el reciente caso Chihuahua, en donde se muestra de qué forma se canalizan los recursos del estado para el usufructo del PRI, como en los tiempos del viejo régimen que sigue presente.

El desprestigio político ha crecido de forma exponencial y la lucha electoral se ha instalado en un territorio que se puede entender como un autoritarismo competitivo. Prácticamente la única diferencia con el viejo régimen es que hay competencia, pero esa condición en lugar de generar una mayor calidad no sólo en la competencia, sino en mejores gobiernos, ha creado, entre otras cosas, una generación de estafadores profesionales muy bien representada en los casos de gobernadores que han hecho robos multimillonarios a los recursos públicos (ya se acumulan más de 15 ex gobernadores presos, procesados o prófugos).

La forma de romper con este autoritarismo que se ha instalado en el sistema político, es una ruptura ciudadana y pacífica que logre superar las trampas del poder, porque la continuidad será adquirir una enfermedad mucho más grave que una intoxicación. El dilema principal de esta competencia electoral será entre seguir con este régimen corrupto o fracturarlo desde su raíz…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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