Alberto Aziz Nassif

Falsos debates

10/10/2017 |01:14
Redacción El Universal
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En solidaridad con Leonardo Curzio y su tertulia

¿Era esperable que la tragedia que dejaron los sismos de septiembre se volviera en un nuevo capítulo de la confrontación partidista? No era fácil saberlo. Hay que reconocer que esta clase política tiene la capacidad de aprovechar una tragedia y convertirla en una farsa.

De la emergencia surgieron las primeras iniciativas de dar dinero público de los partidos para la reconstrucción y muy pronto esa posibilidad se convirtió en un mercado turco. De pronto, por la cercanía electoral, se instaló la necesidad de quedar bien con una ciudadanía que detesta (y con razón) a los partidos, y algunos líderes extraviados sacaron las tijeras para proponer recortes al dinero público, quitar a los plurinominales y regresar al modelo de los años sesenta. En unos cuantos días quisieron llevar al país a un falso debate. Sin duda, el enojo social es tierra fértil para el oportunismo.

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Pero vayamos por partes. El modelo electoral que tenemos se ha construido a lo largo de cuarenta años: en los años setenta llegamos a una representación mixta con dominante mayoritario; en los años ochenta hubo fraude y conflicto; en los años noventa se logró una autoridad autónoma, un financiamiento público preponderante y el acceso a medios masivos. Una década después se logró el uso mediático a través de los tiempos del Estado y hace tres años se creó un extraño modelo híbrido con un organismo nacional y 32 organismos locales. Hay logros como la paridad de género, las candidaturas independientes y la reelección. Sin embargo, este modelo resultó tener un costo que se ha incrementado hasta llegar a los excesos actuales. Al mismo tiempo, los resultados de este proceso político empezaron a generar un decreciente grado de satisfacción y apoyo. A dónde hemos llegado con el desprestigio político-electoral para que los falsos debates le parezcan razonables a una parte de la sociedad.

Hay que pensar en un nuevo modelo que rompa las inercias y posibilite dejar a un lado los vicios que hoy abundan en el mundo político-electoral. No se trata de dinero público sí o no, tampoco es el caso de plurinominales cero. Lo importante es recuperar credibilidad ciudadana para una mejor representación democrática. Hay que reconocer que tenemos un modelo electoral inflado de spots, con muy poco espacio para el debate de las ideas; que hay un exceso de dinero público debido a una fórmula (Artículo 41-II de la Constitución) que ya no obedece a la necesidad de generar un sistema competitivo de partidos. Ya existe alta competencia. Tampoco se trata seguir con el actual abuso de una spotización gigantesca sin sentido que sólo satura los espacios mediáticos. Por otra parte, regresar al mundo de la representación uninominal exclusiva es favorecer al grandote en perjuicio de un pluralismo necesario. Al PRI sólo le faltó proponer que regresemos a que sea el secretario de Gobernación el presidente del INE y que las elecciones las califique el Congreso.

Sin duda, este modelo necesita ajustes severos, pero regresar al pasado sólo agravará la crisis actual. Ya se tienen diversos diagnósticos, como el del Informe País (IFE, 2014), en donde se ve que la ciudadanía es desconfiada, está muy desencantada y cuenta con pocos vínculos para exigir sus derechos. Un nuevo modelo tiene que pasar del spotismo al debate, y donde los partidos y los gobiernos dejen la promoción personal. Hay que impulsar campañas electorales en donde lo importante sea el debate de los proyectos y no manipulación afectiva del spot. Hay que pasar a campañas por derechos ciudadanos y terminar con las clientelas, lo cual implica cambiar la manipulación de la política social por una renta ciudadana básica; urge terminar con la compra y coacción del voto. Se trata de reconstruir una representación real de intereses, que ponga fin a la captura de las autoridades electorales (administrativas y jurisdiccionales), que termine con la apropiación de los grandes intereses sobre los espacios públicos. Es urgente activar el sistema anticorrupción que no lo han dejado funcionar. En suma, debates en lugar de spots, una ciudadanía de derechos, no de clientelas, y una representación efectiva. Se necesita un cambio de modelo…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif