A Leonardo Curzio, Ricardo Raphael y María Amparo Casar
Se acabaron los miramientos. Atrás quedó el recato con que este régimen priísta restauraba el antiguo autoritarismo mexicano, el disimulo que mostraba de cara al círculo rojo mientras desandaba uno a uno los pasos que dio nuestra transición democrática. El PRI ya no tiene tiempo ni humor para andar de puntitas y cuidarse de no hacer ruido: faltan menos de nueve meses para la elección de 2018 y va en tercer lugar en las encuestas. Antes del 5 de septiembre su única preocupación era Morena y hoy también tiene que preocuparse por el Frente. Se encendieron los focos rojos y se activó la alerta máxima. El presidente la escuchó, se metió con su traje y corbata a una caseta telefónica y salió disfrazado de Tiranosaurio Rex. Dejó la sutileza mexiquense de hacer política y se lanzó a dentelladas contra los adversarios de su partido.
Al diablo con la opinión pública y las organizaciones de la sociedad civil. ¿Quiénes se creen que son esos periodistas insolentes, esos representantes ciudadanos a quienes nadie eligió? ¿Cuándo tuvieron que crear clientelas, comprar votos y grillar en las instancias electorales para que les dieran su constancia de mayoría? ¿Esos falsos adalides de la transparencia se atreven a regañar al gobierno? ¡Que se vayan al carajo! Hay que recordarles de qué lado está el poder, quién controla los medios y ordena las auditorías y, si eso no les bastara, quién tiene el monopolio de la acción penal. Se terminaron las complacencias. ¿No entienden por las buenas? Asuman las consecuencias. ¿Creían que sólo se iba a actuar en casos extremos como el de Aristegui? No señor, ya se acabó la paciencia. Ni al Comité de Participación Ciudadana del SNA ni a Curzio y sus analistas se les van a tolerar críticas. Que The New York Times diga misa, las clientelas priístas no lo leen. ¿Alguien se apunta para ser el próximo?
El priñanietismo ha fundido el temor y el enojo. Su miedo a perder la Presidencia ha trocado en furia y, ya encarnado en bestia prehistórica, está empeñado a hacer pagar su falta de respeto a los líderes de opinión que deturpan sus engañifas ante audiencias masivas. Y es que, mentalmente, el grupo gobernante vive en el siglo pasado. Desdeña los avances democráticos que, antes del fracaso de nuestra transición, se dieron en México. Los sabían endebles; todo era cuestión de hacer algunos ajustes para volver a los buenos viejos tiempos en que imperaba la autocracia presidencial. Y lo peor es que tenían razón: han impuesto incondicionales en la Corte, manipulan el Congreso, dominan a los gobernadores, se han adueñado de los órganos autónomos, que concibieron colegiados precisamente para controlarlos con sus cuotas. Ahí está el penoso caso del Tribunal Electoral, que convalidó la sucia victoria priísta en el Estado de México, hace piruetas para no revertir la de Coahuila y amplía el plazo para registro de precandidatos por la vía apartidista; los deseos del gobierno son órdenes.
El libreto es el mismo. La obra la vimos en el Edomex y consta de tres actos: dividir a la oposición, engañar mediáticamente al auditorio con falsos altruismos y calumnias contra los enemigos y meter la aplanadora de la elección de Estado. En estos momentos están concluyendo el primero e iniciando el segundo: convierten en fracturas las fisuras del PAN y preparan candidaturas “independientes” para pulverizar el voto opositor. De paso, ya entrados en gastos de manipulación, se montan en el círculo verde, asumen propuestas populares y hacen el piso más disparejo a su favor. ¿A nadie le llama la atención que el PRI haya rechazado todo el subsidio del INE y, sin despedir empleados, no tenga problema para pagar su cuantiosa nómina? ¿Quén pompó? A mí me consume la curiosidad: si el PRI se ve obligado a hacer ajustes de personal para taparle el ojo al macho, ¿la prensa lo criticará como hace con el PAN y el PRD, a quienes tacha de mezquinos si no renuncian a las prerrogativas y de insensibles cuando lo hacen y tienen que correr gente?
Herido y enojado, el tiranosaurio va con todo. Y rápido. Ya restauró su modelo autoritario y ahora quiere perpetuarlo, mantener por muchos años más medios sumisos, poderes y “autonomías” obedientes y todo lo que necesita para seguir robándose el dinero de los mexicanos sin que nadie lo llame a cuentas. Y tú, ¿te vas a agachar?
Diputado federal.
@abasave