Agustín Basave

El Frente

11/12/2017 |02:09
Redacción El Universal
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Habemus Frente. Contra la voluntad del PRI-gobierno y los pronósticos de los hostigadores oficiosos, PAN, PRD y MC registraron su coalición el viernes ante el INE. La noticia suscitó más sorprendidos que impertérritos debido a la abundante desinformación que los medios habían difundido sobre esta alianza. Tomó por sorpresa a muchos porque solo unos pocos -quienes impulsamos la transformación del Cuarto Polo en Frente o quienes hicieron un análisis objetivo y no se fueron con la finta- sabíamos que los incentivos para integrarlo eran más potentes que el sabotaje y las maniobras reventadoras del priñanietismo. Y pese al ulterior aislamiento de las dirigencias y a los consecuentes errores que eso provocó, prevaleció la racionalidad de los actores.

¿Qué sigue para la coalición “Por México al Frente” (PMF)? A mi juicio, tres desafíos inmediatos: 1) mantener a bordo a los inconformes internos que valga la pena retener, sin ceder demasiado; 2) compensar mediante el reclutamiento en la sociedad civil las mermas sufridas y por sufrir en sus filas; 3) definir con claridad su “marca”, el talante que lo distinga de sus dos competidores y lo haga atractivo para el electorado indeciso. (Luego vendrán otras tareas, principalmente de organización). El primer reto a enfrentar es bastante complicado, el segundo es relativamente sencillo y el tercero, del que ya se tienen avances, requiere laboriosidad e inteligencia. Los tres han de resolverse en unas cuantas semanas.

Me explico. 1) Para evitar más deserciones es imperativo actuar con pragmatismo, sí, pero también con firmeza. Si se negocia desde una posición de debilidad y se da lo que los factores de poder territorial exigen, el PMF fortalecería a los corruptos y perpetuaría cacicazgos regionales, lo cual le quitaría legitimidad y credibilidad. Para ser opción real de poder debe escoger entre el universo clientelar, maleable pero minoritario, y el de la ciudadanía apartidista, que constituye la escurridiza pero abrumadora mayoría. 2) Sumar adeptos entre organizaciones y personalidades ciudadanas será más fácil, porque el nicho político del Frente tiene una gran rentabilidad electoral gracias a una suerte de mercado cautivo de impulsores y votantes externos. Los mexicanos que repudian al priismo y temen al lopezobradorismo, quienes son una parte considerable del electorado, no tienen otro lugar a donde ir. Si el PMF enarbola sus banderas y abre espacios a sus representantes los tendrá de su lado. 3) El PRI es la cara más visible del establishment y Morena la del anti establishment. En condiciones normales habría un justo medio, pero México no vive condiciones normales. Por eso es necesario hilar fino para forjar una identidad clara y atractiva, que dé respuesta al enojo y al miedo que hoy separan a los mexicanos, aunque una parte de ellos habite la intersección de ambos sentimientos.

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Me detengo en este último desafío. Hacen falta estudios demoscópicos que nos den los porcentajes precisos de enojados y amedrentados, así como de esperanzados. Pero a ojo de buen cubero sostengo que el candidato que apele al optimismo caminará al abismo. La imagen del PMF debe ser la de una oposición inequívoca y contundente del PRI-gobierno. El Frente capturó el imaginario colectivo cuando confrontó al régimen priñanietista en el tema del #FiscalCarnal -esa victoria fue su verdadero lanzamiento- y perdió su primacía en la opinión pública cuando, en aras de una cautela malentendida, claudicó ante el despido del titular de la FEPADE, la Ley de Seguridad Interior y la sucesión en la Auditoría Superior, entre otros puntos de la agenda priista de la impunidad.

La deshonestidad de este gobierno es tan irritante como la restauración autoritaria que ha emprendido, y titubear en el combate a esas plagas implica perder apoyo social. El PMF, pues, tiene que enfrentar al establishment y diferenciarse de Morena. ¿Cómo? Rechazando categóricamente la corrupción y la autocracia y proponiendo un cambio de régimen que parta de un nuevo acuerdo en lo fundamental y se enfile al parlamentarismo. Se trata de pedir más que un voluntarismo con pequeños cambios legales, de exigir una transformación institucional de gran calado. Pronto se verá si el Frente puede dar viabilidad a un proyecto antisistema que diga en palabras llanas qué sistema pondría en su lugar para implantar la ética política, el bienestar y la seguridad para todos. Si hace cualquier otra cosa traicionará las expectativas que ha despertado y entregará la elección.

Ya no cabe el cálculo recatado y medroso: navegar sin hacer olas es hundirse. Quien no entienda que hoy la cordura presupone audacia, quien no comprenda que en México la sensatez ha tocado en arrojo, ignora el signo de nuestros tiempos.

Diputado federal
@abasave